"Mi predicción es que el parque y el puerto se unirán y que el río no se embovedará"
Reciente ganador del concurso de ideas del Guadalmedina, subraya cómo la crisis obliga a una arquitectura menos frívola y más funcional · "El futuro de Málaga pasa por solucionar el río, el frente litoral y Gibralfaro"
-¿José Seguí sabe lo que es la crisis?
-Claro, como todo el mundo. Esto no es una crisis sino un cambio de ciclo. Desde hace unos tres años, cuando empezamos a ver los primeros síntomas, nos reciclamos en otras actividades que pensamos era la forma de salir de ella. Mucho antes salimos fuera, a Marruecos, y en el estudio nos hemos reciclado. Esa es la consecuencia de la crisis, el reinventarse un poco. Esta no es una crisis pasajera, como la de los 90, sino un cambio de ciclo profundo, en donde todos, ya sean arquitectos, periodistas o ingenieros, nos estamos reciclando en una nueva situación. ¿Cuál es el cambio fundamental? Que el monocultivo del encargo inmobiliario ha desaparecido porque el sistema económico basado en la financiación bancaria a los inmobiliarios es insostenible. Pero hay otras líneas de trabajo que se han ensayado en Europa, en las que el arquitecto forma parte de un sistema en el que gestiona ideas. Puedo decir de forma categórica que ahora el cliente no existe sino las necesidades y en base a ellas aparece el proyecto. El ejercicio de la arquitectura se ha hecho más complejo y al mismo tiempo más responsable. Hay la necesidad de destacar la funcionalidad de las cosas y la economía. Qué vamos a decir de las frivolidades de años anteriores, en los que los presupuestos de arquitectura se triplicaban; hoy el presupuesto forma parte del contrato.
-Le preguntaban a Rafael Moneo en el Foro Joly de hace unos meses sobre la responsabilidad de la arquitectura y los grandes dispendios económicos...
-El caso que él comentó era muy singular, el de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. En el trabajo de la arquitectura podemos decir que ese caso no es generalizable, pero es cierto que ha habido mucha frivolidad en el mundo de la arquitectura respecto a la responsabilidad de los presupuestos de las edificaciones. Los diseños estaban más dirigidos a crear formas, aunque no respondiesen ni a una función ni a una economía. Ahí es donde hay un cambio sustancial. En el momento en que el que tiene que pagar no puede hacerlo o el encargante no existe si no hay unas necesidades, o te reciclas o desapareces como profesional.
-No todos podrán hacerlo de la misma forma...
-Sí. Los llamados starsistem, que también han sido ensalzados por los medios como los grandes gurús, cuando todos conocíamos y hemos sido críticos con que no se justificaban esos altos presupuestos para la función social de esas obras. Esa época se ha finiquitado. Hay estudios internacionales que se están reciclando bastante bien en el compromiso de los presupuestos, caso de los anglosajones... En nuestro caso, los productos que estamos realizando ninguno viene del sector inmobiliario, sino de fondos de inversión, y los contratos que nos hacen, en un 90%, son de responsabilidad jurídica sobre los presupuestos que se manejan. Para mí es una novedad importante...
-Se le hace corresponsable al arquitecto.
-Es lógico. Lo que no puedo hacer es manipular los presupuestos y a eso se suma la funcionalidad de los edificios. Los arquitectos hemos colaborado en muchas ocasiones a edificios inútiles. En esta época esto toca a su fin. Los momentos de escasez son buenos para renovar; el peor cáncer de estos momentos es el paro, pero en otros aspectos es positivo porque nos obliga a reciclarnos en cosas imposibles de mantener.
-¿En Málaga y la Costa del Sol hay mucha arquitectura inútil?
-Creo que en todos lados. En el fondo Málaga es reflejo de lo que pasa fuera. Se han hecho edificios cuyos mantenimientos son caros, con presupuestos que no se justifican y creo que fue reflejo de una época de abundancia. Hoy no lo haríamos.
-Usted elaboró el Plan de Ordenación Territorial de la Costa del Sol Occidental, documento con el que se quiso controlar este espacio de la provincia. ¿Qué le llamó más la atención?
-Aunque uno lleva aquí desde la infancia y conoce la Costa del Sol a través de la N-340, la calle más larga de Europa, como decían unos buenos amigos... Hay una cuestión: el enorme potencial que tiene la Costa del Sol. En aquellos momentos hicimos una reflexión que se suavizó, porque pensábamos que no era la Costa del Sol sino la Ciudad del Sol. Es casi una sola ciudad; la novedad es que es una ciudad territorial, que tiene vida todo el año. Es algo singular, que no se da en ningún otro territorio turístico de Europa. Y a eso se añadió la necesidad de congelarla, de parar los crecimientos en la zona.
-¿Su profesión es particularmente cainita?
-Habría que clarificar mucho esta profesión, debería ser como la de un médico, o la de un ingeniero, porque estamos para resolver problemas. En nuestro caso problemas de las ciudades. Sí, es cierto que hay una tendencia a convertir esta reflexión en algo seudoartístico, la arquitectura es un arte pero de construir y por tanto de construir elementos funcionales y económicamente admisibles. Y hacer ciudad. Esa reflexión es importante tenerla porque en el fondo vivimos toda nuestra vida en la ciudad y, sin embargo, no valoramos lo que supone para el ser humano. Es un acto mágico y ahí el arquitecto ha tenido mucho que ver.
-Hablemos de ciudad. Desde su posición, ¿cómo se ve Málaga?
-A mí me gusta Málaga, precisamente por los aspectos que se consideran negativos y que yo creo que son positivos. Málaga es una ciudad terriblemente viva y tiene un orden del caos. No llega a ser caótica. Me atrae mucho más Málaga, esa maravillosa extensión territorial, que no sabemos si acaba en Málaga o en Marbella, que responde mucho más al futuro que al pasado. Me emociona más que una ciudad excesivamente histórica, como puede ser Toledo, o incluso Sevilla, que puede ser mucho más bella que Málaga pero con unas condiciones de desarrollo menores.
-Pero seguro que hay algo que no le gusta. Dígame alguna.
-Las asignaturas pendientes son las que le quedan para convertirse en esa ciudad territorial. Los tres elementos básicos son el río, con el Guadalmedina; el mar, con el frente litoral y el puerto, y el monte, con Gibralfaro. Son las tres piezas más territoriales y las más olvidadas. El futuro pasa por dar solución a estas tres piezas. Asomar Málaga al mar es básico. Aún reconociendo que la operación de los muelles 1 y 2 ha mejorado las condiciones de ocio, no han logrado la vocación histórica de la urbe de dar continuidad al parque hacia el mar. Ese matrimonio tan deseado está por hacer. En el caso del río, el concurso ha logrado que las tres administraciones que se han puesto de acuerdo, algo que no recuerdo desde mi infancia. Y qué decir de Gibralfaro.
-Hablemos del río.
-Tiene enorme trascendencia y más en estos momentos de crisis. Los momentos de escasez son los mejores para aportar reflexiones muy útiles. Pensemos que algunos de los más importantes ejemplos de arquitectura son los momentos de la postguerra. Cambiaría todo lo que he hecho por firmar Carranque, un barrio modélico, que está intacto desde la época del general Herrera Oria... Es curioso que ahora entre en carga el río, una actuación de gran repercusión social y muy barata. El río viene a ser como cuatro o cinco veces el parque de Málaga y el presupuesto no es mayor que el que pueda suponer un palacio de la música. Seis kilómetros de parque público, con una gran repercusión social.
-Pero hay una distancia entre el concurso público que usted ha ganado y el paso definitivo de que se haga algo en el río.
-Hay un cuestión importante que resuelve el concurso de ideas, que es sentenciar 30 años de polémica sobre si embovedado o ajardinamiento. No es un río que se pueda embovedar, pero el ajardinamiento tampoco sirve porque un foso ajardinado sigue siendo un foso. Nosotros eliminamos las separaciones bajo el prisma de que la presa del Limonero jamás se proyectó como una presa. No se tiene que tener miedo al río, se puede contener el río y, por tanto, para qué sirven los muros.
-Uno de los que ha alimentado ese debate es el alcalde de Málaga.
-Lo sé, lo sé.
-Ha hablado con él de este asunto.
-No, lo he leído en los periódicos. La ciudad tiene una enorme virtud, que se hace en el tiempo y es eterna; mientras que el ser humano se muere. Con lo que en la eternidad de la ciudad, ésta va corrigiendo sus cosas. Uno puede hacer predicciones; la mía es que el río no se embovedará, igual que la mía es que en el frente litoral el parque y el puerto se unirán con los soterramientos del Paseo de los Curas y Muelle Heredia. Que lo vea o no, da igual. La ciudad se va escribiendo poco a poco en la eternidad.
-Una de las claves de su propuesta es que es autofinanciable, incluyendo un hotel en la parte final del cauce.
-La torre se plantea porque el Ayuntamiento ha intentado en ocasiones ponerlo en el morro del puerto. Es un debate de hace años, con el famoso discurso de las alturas, cuando la única altura que tenemos es La Equitativa, no hay otro icono en Málaga. Pensamos que si el río entra en carga, si la lámina frente al CAC asume una nueva zona de ocio, poner ese hito ahí podría tener sentido.
-¿A usted lo de las torres en el paisaje urbano le gusta o le deja indiferente?
-La altura es una excepcionalidad y en ese sentido es buena si el edificio es excepcional, si el uso lo es y si la torre supone un hito. Hay ciudades cuya magnitud, caso de Nueva York, permiten disponer no de una sola torre, sino de una calle-torre. Creo que las torres si tienen esa excepcionalidad, con una posición que genere centralidad, no tienen por qué estar mal vistas. A Málaga sí le faltan algunas alturas, no barrios en altura.
-Usted diseña la ampliación del puerto de La Bajadilla, lo que le relaciona con el jeque Al Thani. ¿Cómo se produjo ese contacto?
-Diría que es una de las condiciones del cambio del estudio con respecto al cliente. El proyecto se gestionó al margen del jeque. Sabíamos que había un concurso, nos unimos a unas ingenierías fuertes, y decidimos ir, aunque no tuviésemos cliente. Lo que hicimos fue crear el anteproyecto y luego buscar el cliente. Hubo dos o tres y el que más se interesó fue el jeque Al Thani. Es un proyecto que iba más allá de concurso, porque éste era ampliar el puerto de pescadores y nosotros apostamos por un puerto turístico. Tuvimos la surte de encontrar al inversor y a partir de ese momento fuimos al concurso.
-¿Cómo es el jeque Al Thani?
-El puerto le gusta, pero hay algo que es lo que más pesó: la posición estratégica en Marbella. Marbella es una marca mundial; en mis viajes por el extranjero me he dado cuenta del interés que despierta Marbella. El interés no era tanto el puerto como Marbella, como foco del turismo de alta calidad del Mediterráneo.
-¿Tienen una manera diferente de entender las cosas?
-Absolutamente, es una cultura distinta, no sólo desde el punto de vista histórico y social, sino también económico. Ellos juegan con el globo terráqueo encima de la mesa, nosotros con el mapa de Málaga.
-Cuentan los que le conocen que no entiende en exceso tanto trámite burocrático para hacer inversiones...
-Los proyectos que ahora estamos llevando son de fondos de inversión y ese es un matiz común a todos los clientes. Nadie entiende que para realizar una inversión, sea del jeque o de una entidad financiera de Suecia o Noruega, tengan que esperar varios años para poder acometerla. Si la economía va tan rápido, cómo vas a tener una inversión paralizada varios años a tener unas autorizaciones. Es un hándicap muy grande, que supone una enorme dificultad a la hora de explicarlas. Lo que piensan es que ya han tomado una decisión, aquí está el dinero y empezamos mañana, pero ese mañana en nuestro país es demasiado largo.
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