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Málaga

El presente que fluye entre la historia

  • La conferencia de Valeriano Claros el día 25 cierra los actos para conmemorar la labor educativa del Gaona desde 1846

  • Fue el primer y único centro oficial de enseñanzas medias hasta 1928

El patio de columnas fue incorporado a la casa palaciega por los padres filipenses a mediados del XVIII.

El patio de columnas fue incorporado a la casa palaciega por los padres filipenses a mediados del XVIII. / reportaje gráfico: javier albiñana

Suena el timbre. Comienza el alboroto, las risas y las bromas, el ir y venir de alumnos en el cambio de clase. La quietud tarda en volver al histórico patio de columnas. Se escucha a los docentes pedir silencio y éste se hace, dejando que los muros repletos de pinturas, de huellas centenarias, hablen calladamente de su rico pasado. Dentro, en las aulas, no sólo se atesora la impronta de decenas de generaciones. También fluye el presente y el futuro de un instituto que lleva siéndolo desde hace 170 años. El IES Vicente Espinel, el Gaona, celebra desde noviembre su categoría pionera en la formación de jóvenes, su compromiso ininterrumpido en Educar en el Paraíso, como han titulado la efemérides. La conferencia de Valeriano Claros, ex director de la Agencia Espacial Europea y antiguo alumno, cerrará el 25 de enero los actos conmemorativos.

Unos 550 alumnos continúan este curso la andadura que comenzó el Gaona en 1846 como instituto de enseñanzas medias. Fue el primer y único centro público de estas características en la provincia hasta que se creó el de Antequera en 1928. Además, tenía el monopolio de dar los títulos oficiales de Bachiller y otras enseñanzas, por lo que los estudiantes de colegios religiosos debían de examinarse en el Gaona para obtener su título. "Málaga no tenía Universidad hasta 1972 y durante mucho tiempo el centro educativo de mayor rango era este", explica Víctor Heredia, historiador, encargado del archivo del centro y antiguo alumno. "El Bachillerato era en el siglo XIX una enseñanza de alto nivel", agrega Heredia. Por ello, tan sólo era una minoría la que accedía a ella, lo que suponía un 5% de los varones.

Las enseñanzas de Bachillerato se han dado de forma ininterrumpida en los últimos 170 años. En los primeros meses de la Guerra Civil se paralizaron las clases, pero se siguieron celebrando los exámenes. "Cuentan como anécdota que los chicos ponían su arma en la mesa antes de coger el papel y el lápiz", apunta el historiador. Pero el Gaona fue mucho más. Era el centro meteorológico de Málaga, también estación sismológica y tenía un gabinete de animales disecados. En sus estancias se gestó el primer estudio del clima de Málaga para fomentar la ciudad como estación de invierno para el turismo.

Se impartieron estudios de náutica, de agricultura, industriales y de comercio. Fue el germen de la Escuela de Empresariales hasta que se independizó. Un panorama amplio que se fue adaptando al devenir de los tiempos. "La historia del instituto refleja los cambios educativos y sociales de España", dice Víctor Heredia y comenta que en sus primeros años fue un instituto masculino. En 1878 aparecen las primeras mujeres matriculadas, señala el historiador. "Pero las primeras alumnas oficiales que asistieron a clase entraron en 1892. "La presencia de las chicas fue anecdótica hasta la década de los 20, en la segunda República la presencia femenina llegó a ser un tercio del total de estudiantes", señala.

Chicos y chicas convivieron en las aulas hasta la entrada de las tropas de Franco. Entonces, se dividió la enseñanza por sexos y el Gaona se partió en dos. El Instituto Femenino y el Instituto Masculino se separaron en los distintos espacios y en 1961 los varones se marcharon a Martiricos (Instituto Nuestra Señora de la Victoria). Al Femenino le dieron el nombre de Vicente Espinel en 1957. No volvió a ser mixto hasta 1983.

"La llegada del BUP supondrá un avance, ingresarán muchos más alumnos, y con la Logse y la implantación de la obligatoriedad hasta los 16 años cambiará por completo el panorama, ahora es un centro que tiene que atender un contexto totalmente diferente", indica Víctor Heredia. Julia del Pino, directora de este centro que ofrece además de ESO y Bachillerato enseñanzas para adultos en régimen presencial y semipresencial, agrega que "éste es un centro de compensatoria, por lo que nuestro eje central es la atención a la diversidad, compensar las posibles desigualdades sociales, económicas y académicas de nuestros chicos".

Del Pino sostiene que trabajan en un "proyecto educativo de inclusión, de igualdad y calidad" con el alumnado como verdadero protagonista guiado por un profesorado comprometido y acompañado por familias que "se van incorporando y retoman esa responsabilidad". El profesorado del centro, subraya Del Pino, se esfuerza a diario para atender a un alumnado tan heterogéneo y basa su trabajo en la innovación, la formación y la aplicación de nuevas tecnologías para dar respuesta a los distintos ritmos de aprendizaje. "Trabajamos por proyectos, de forma cooperativa y salimos del entorno clásico del aula para fomentar un aprendizaje dinámico y activo", indica la directora. Así se suceden días intensos de docencia que supone una gran exigencia pero que, al mismo tiempo, "te engancha, es un centro que imprime carácter".

Tanta historia a las espaldas impone "una responsabilidad muy grande, el deber de que esta institución permanezca y continúe adaptada al contexto actual", afirma Del Pino. Pero no sólo la institución, buque insignia de la provincia en los estudios medios, es singular. Lo son también los edificios que la albergan. "Se trata de una unión muy interesante, es un lugar emblemático en el que vive una institución histórica manteniéndose siempre unidos", dice el historiador y autor de un libro sobre el instituto.

La parte más antigua del centro se construyó en 1706 como casa palaciega para el comerciante Baltasar Guerrero, hermano del conde de Buenavista. Tenía jardín, casa de servicio, era un palacete que heredó su sobrino, el segundo conde de Buenavista. Éste se hizo sacerdote después de una azarosa vida en la que fallecieron sus esposas e hijos y mandó construir una capilla que sería los inicios de la iglesia de San Felipe Neri. En 1739 lo donó todo a la congregación de los padres filipenses, una comunidad de sacerdotes encargada de levantar el patio de columnas, la ampliación del comedor y convertir el templo de San Felipe en el que se conserva hoy. Hicieron habitaciones y residencia para hacer ejercicios espirituales. Casi un siglo después, en 1836, la desamortización lo convirtió en un edificio del estado. En la década siguiente se estrenó como instituto.

"La mayor parte del conjunto arquitectónico es del siglo XVIII y lo hicieron los mejores arquitectos. Antonio Ramos, Martín de Aldehuela y Felipe de Unzurrúnzaga, autor de las obras del Santuario de la Victoria, dejaron su legado. Las hermosas pinturas de la fachada del patio son también del siglo XVIII y los mosaicos del Quijote realizados en azulejos sevillanos, de principios del XX. Entre sus espacios más destacados está el aula didáctica museo de Severo Ochoa, que guarda mobiliario de la época, archivos documentales y la memoria de un premio Nobel que siempre quiso estar vinculado a su instituto. También, como explica Julia del Pino, el aula de náutica o la cripta que se ha convertido en sala de conciertos y conferencias y que se abre a toda la ciudad en fechas destacadas como la Noche en Blanco.

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