Aunque la expulsión sea el último recurso utilizado por el equipo docente de un centro para sancionar un mal comportamiento o una falta grave del alumno, hay veces en las que no se puede evitar y el estudiante acaba en casa. Sin embargo, para que esta medida no se convierta en "unas vacaciones", el trabajo con el niño debe de seguir fuera del instituto. Esa es la función del programa Pamex. La Asociación Cívica para la Prevención puso en marcha el Proyecto Alternativo para Menores Expulsados de Centros Escolares hace cuatro cursos. "Nació como experiencia piloto en el IES Juan Ramón Jiménez y el pasado curso se amplió a toda la ciudad", explica Rafael Arredondo. Ya está implantado en 22 centros. De ellos, un total de 17 institutos y colegios derivaron a 89 menores. El pasado viernes presentaron el balance a los participantes y al Área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Málaga, entidad que aporta una subvención a dicho programa.

De estos 89 menores, siete no acudieron al programa a pesar de haber aceptado en el instituto correspondiente y uno de ellos fue trasladado a un centro residencial antes del inicio. "Se trata de un proyecto educativo para modificar comportamientos y favorecer la convivencia escolar, desde el acompañamiento y la tutorización, mediando entre la familia y la escuela", explican en la memoria del Pamex. Los menores expulsados más de 5 días, excepcionalmente tres, son derivados por los institutos a este espacio en el que el menor dedica un tiempo a la realización de tareas para avanzar en las materias propuestas por sus profesores y también realiza talleres de habilidades sociales, resolución de conflictos, comunicación y discriminación.

"Los menores tienen que cumplir unas normas durante la expulsión como puntualidad, justificación de las faltas, respeto del material, del mobiliario y el resto de alumnos", afirman en la memoria del proyecto. En el grupo no se trabajará con más de siete estudiantes y éstos "deberán de traer las materias escolares que el profesor les mande para no perder el ritmo con respecto a sus otros compañeros", agregan. Tanto el menor como la familia se compromete con el proceso que tendrá un seguimiento posterior con el equipo docente del instituto.

El 89% de los participantes en el programa, que se lleva a cabo desde octubre a mayo, son varones frente al 11% de chicas. Más de la mitad han sido usuarios una sola vez y el 8% dos veces. En cuanto a la media de edad es de 14 años. El 43% de los expulsados tenían 14 años, frente al 22,5% con 13 años y el 20% con 15 años. "El perfil del menor atendido es un chico de 14 años, que cursa 2º de la ESO, con 13 días de expulsión debido a su reiteración en el rechazo a las normas y falta de respeto", explican en el informe.

De hecho, casi la mitad de los alumnos derivados al programa fue a causa del reiterado rechazo a las normas. El 19% fue por agresión física a algún miembro de la comunidad educativa y otro 19% por conductas gravemente perjudiciales para la convivencia. Un 6% fue expulsado por acciones contra el mobiliario y el material escolar, un 3% por sustracción y un 2% por consumo.

En cuanto a los institutos que más alumnos han derivado este curso escolar está el IES Juan Ramón Jiménez con 17 alumnos, el Salvador Rueda con 13 y el Rafael Pérez Estrada, que envío a una decena de alumnos. Los meses de enero y marzo son los de mayor afluencia en el programa, justo al regreso de las vacaciones de Navidad y Semana Santa.

Una vez que el alumno ha pasado su expulsión en el Pamex, el equipo de profesionales de Acción Cívica para la Prevención realiza un seguimiento de la evolución posterior del alumno. Según el informe presentado el pasado viernes, de 23 menores más de la mitad habían mejorado su comportamiento en el aula según los comentarios de sus docentes. "Ha cambiado positivamente, está más comunicativo, está respondiendo a los compromisos que se le marcan", son algunas de las valoraciones del profesorado. La totalidad de los institutos participantes en la evolución del servicio se acogerían a él nuevamente.