Sucesos

"Si es un psicópata la llevamos clara"

  • Los 40 mendigos habituales de Fuengirola temen que se repitan los ataques a indigentes después de los dos homicidios, uno en grado de tentativa, cometidos en menos de un mes con un hacha y a poca distancia

Desde que en la madrugada del pasado día 4 de enero un segundo mendigo de Fuengirola fuera atacado, presuntamente también con un hacham mientras dormía en el pasaje de una céntrica calle, tanto vecinos como comerciantes del municipio se encuentran alertados. "Tenemos miedo porque creemos que puede haber un asesino en serie", comenta Carmen Rodríguez, empleada de una tienda en la calle Palangreros, donde ocurrió la segunda tragedia.

Pero quienes realmente sienten el miedo son aquellos que viven en la calle, como lo hace A. R. M., de 59 años de edad, cuyo sitio favorito es la plaza de la Constitución. Mientras de día pide limosna ante la iglesia del Rosario, donde consigue recaudar lo justo para tabaco y vino, de noche busca un banco donde echar una cabezada. "Lo que ha pasado me da mucho susto porque si la persona que está dormida además está borracha no se puede defender", explica este hombre que se quedó sin techo desde que hace años perdió su trabajo como cuidador de cabras. "La calle es muy peligrosa. Por eso me gustaría vivir en algún albergue", concluye.

Este mismo deseo lo tiene también el inglés D. F., de 36 años de edad, quien vino a España en busca de trabajo. Más tarde se quedó sin piso e incluso sin documentación, ya que una noche le robaron todas sus pertenencias mientras dormía en una playa. "Me he acostumbrado a vivir en distintos sitios", dice en inglés, aunque reconoce que tras los presuntos hachazos ya no se siente seguro en ningún sitio.

Quien parece no percatarse del peligro que puede correr por vivir en la calle es A. L. S., de unos 50 años, quien en su día fue director de un hotel de cinco estrellas del municipio: "No tengo miedo de que me den un hachazo en la cabeza, más miedo tengo de las cuatro mujeres que van por ahí en la moto y que un día de estos nos van a atropellar". "Si ni siquiera la policía se ha enterado de lo que está pasando, no se entera nadie. No entiendo cómo la policía todavía no ha dado con él. Pero como sea un psicópata, la llevamos clara. Seguro que ha sido un ajuste de cuentas", añade el mendigo con seguridad, aunque bajo presuntos efectos del alcohol. Su vocabulario culto y sus continuas disculpas por su impresentable indumentaria muestran un lado muy sensible que nada concuerda con la vida que tiene y en la que cada noche le espera un banco del centro para dormir. Al ser preguntado por qué vive en la calle, su respuesta es clara: "Porque me da la gana. Yo siempre he sido un anarca y un bohemio". Aunque él afirma que reside en la calle desde hace tan sólo 4 meses, comerciantes de la zona que le conocen indican que lleva así casi 20 años años, cuando "se le fue la mano con la bebida", aunque a menudo es asistido por sus familiares.

Con respecto a cuántos mendigos existen malviven en la localidad, la responsable de intervención social de Cruz Roja de Fuengirola, Elena Álvarez, afirma que son entre 30 y 40, aunque en verano el número suele disminuir. Benítez lo sabe bien, pues gracias al programa de Servicio de Emergencia Social Intemperie, todos los fines de semana al menos cuatro voluntarios de la asociación hacen un recorrido por las diferentes zonas para proporcionarles alimentos y bebidas calientes, además de asistencia sanitaria en el caso de que lo requieran. La mayoría de los indigentes se aglomeran en pleno centro, especialmente en la estación de autobuses o en el Bowling Palmeras, un centro de ocio abandonado desde hace muchos años y en cuyo lateral existen numerosos pasajes poco transitados. También en la barriada de Los Boliches van en busca de cobijo, cuenta Benítez, no sin antes indicar que, en comparación con el año pasado, "ahora están más dispersos y parecen más reservados". En cuanto al perfil de los indigentes, Álvarez señala que gran parte de ellos son varones y con edades comprendidas entre 40 y 50 años, así como que muchos proceden del extranjero, a menudo de Irlanda, Polonia, Suecia o Argentina. Por último, Álvarez indica que "siempre se muestran muy pacíficos, nunca hemos tenido ningún percance con ellos".

La misma opinión la comparte también Jennifer Lenton, de la asociación eclesiástica Ark Christian Felloship, que cada martes acoge a una treintena de mendigos de todo el municipio. Ahí reciben gratuitamente comida, ropa limpia y una ducha caliente. La iniciativa lleva en pie hace unos 9 años y la necesidad de ampliar las asistencias sociales crece cada vez más. En nombre de la iglesia, Lenton señala que les gustaría contar algún día con un albergue para un número reducido de personas que estén dispuestas a dejar su vida en la calle. "Pero no es fácil porque necesitan personal las 24 horas al día", explica. Por su parte, el secretario administrativo de la asociación, Alfonso Sánchez, comenta que en un futuro desea contactar con el Ayuntamiento de Fuengirola para crear un proyecto conjunto en el que la organización pueda colaborar y ayudar a estas personas, así como también a las que tengan problemas con la drogadicción. Mientras tanto, estas personas tendrán que sobrevivir cada día con los pocos recursos que tienen.

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