Mario Nemirovsky, el puente para la llegada del IMEC

Recibió el premio en el apartado empresarial, una distinción compartida con el Instituto Innova IRV

IMEC, el centro que diseñará el futuro de la microelectrónica desde Málaga, ya es una realidad

Mario Nemirovsky tras recibir la distinción de  manos de José Manuel Olías.
Mario Nemirovsky tras recibir la distinción de manos de José Manuel Olías. / Javier Albiñana

Cuenta Mario Nemirovsky que cuando era niño en su Argentina natal le gustaba viajar con su padre, empresario, a visitar a los clientes. Un día uno le dijo algo que lo marcó para siempre. Le aconsejó que si quería jugar toda la vida, tenía que estudiar lo que realmente le gustara porque entonces su profesión no sería un trabajo, sino un juego. Y, según aquellas palabras, lleva jugando toda su existencia. “Trabajo, pero lo que hago me encanta, tengo pasión”, sostiene este ingeniero de Telecomunicaciones que ha sido pieza clave para que el IMEC –el principal centro de diseño y desarrollo de semiconductores del mundo– recale en Málaga.

Nemirovsky ha desarrollado la mayor parte de su vida profesional en Silicon Valley (EE.UU). Máster en Computer Arquitecture por la Universidad de Kansas y doctor en ese área por la de California-Santa Bárbara, jugando, jugando, ha sido ingeniero senior y arquitecto jefe en General Motors; investigador de propiedad intelectual en Apple Computers; arquitecto jefe en National Semiconductors o profesor en la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA). Además, ha fundado empresas como XStream Logic, Consentry Networks, ViLynx, Starflow y Clevernet.

Este ingeniero fue galardonado con el premio Malagueños de hoy en el apartado empresarial, junto al Instituto Innova IRV, una distinción para reconocer su papel y el de esta entidad en el desembarco en Málaga del IMEC. 

En el acto de entrega de las distinciones, Nemirovsky, también jefe de Microelectrónica de la Fundación Ricardo Valle, dijo que no era elocuente, pero lo expresó clarísimo: “He sido el embajador de lo que Málaga ya tenía. Lo que hay aquí, había que ponerlo en contacto con la gente que yo tenía la suerte de conocer”.

Mario Nemirovsky al llegar a la gala de premios Malagueños de hoy 2024 que concede este periódico.
Mario Nemirovsky al llegar a la gala de premios Malagueños de hoy 2024 que concede este periódico. / Javier Albiñana

Nemirovsky –que ahora vive a caballo entre San Francisco (Estados Unidos), Málaga y su país natal– también trabajó como investigador en el ICREA catalán durante más de una década, hasta la pandemia. De aquellos años conocía a Mateo Valero, investigador del Super Computer Center de Barcelona; un colega de su ámbito profesional, que sabía de las inquietudes de Mario por la innovación. Éste le dijo que existía la posibilidad de impulsar una iniciativa que le apasionaría y lo invitó aun almuerzo con el empresario malagueño Ezequiel Navarro. Fue así como terminó siendo director técnico del Instituto Innova IRV, reuniéndose con el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y convirtiéndose en puente para convencer a los responsables del IMECde que su segunda sede europea, después de Lovaina (Bélgica), tenía que estar en la capital de la Costa del Sol. 

Para ello, antes mantuvo encuentros con el PTA, la UMA, el Ayuntamiento... Y contó con el respaldo de la Junta de Andalucía y del Gobierno central. Esa fue la clave, el empuje de todos. “No fue fácil. Muchos ni conocían el IMEC. Pero una vez que supieron lo que era, el apoyo fue incondicional”, recuerda. En su discurso, tras recibir el premio de este periódico lo explicó: “Traté de llevar la innovación a Argentina, es difícil, no pude; traté de hacerlo en Barcelona, no había sistema; finalmente, me convencieron de que el lugar era Málaga. Y funcionó”. 

En enero de 2024, por fin se anunciaba que el IMEC había elegido esta capital, pese a que en liza había otras ciudades europeas muy avanzadas tecnológicamente. Nemirovsky aclara que el Centro Interuniversitario de Microelectrónica (IMEC, por sus siglas en inglés) es un instituto de investigación, no una empresa; que no tiene fines de lucro y que no fabrica los semiconductores, sino que los diseña. “Hace las recetas”, ejemplifica. 

Para que se comprenda el impacto de este desembarco en Málaga, recuerda primero que en la actualidad, los semiconductores están en los automóviles, los sensores, los robots quirúrgicos y en muchos aparatos de la vida cotidiana. Y después remarca que la presencia del IMEC tendrá un efecto multiplicador que beneficiará a Málaga, Andalucía y España. “Porque si el Instituto está aquí, eso va a hacer que muchas compañías de semiconductores quieran venir”, puntualiza. También hace hincapié en el área educativa del IMEC, cuyos doctorados son muy reputados. De manera que su presencia en Málaga tendrá un impacto positivo en la industria y también en la enseñanza. Ahora, a sus 68 años, no piensa en jubilarse, sino que se entusiasma con ayudar en el aterrizaje del Instituto en Málaga. “Cuanto más ayudemos al ecosistema, mejor va a ser el landing”, comenta. 

Hasta antes de meterse en el desafío de tender puentes para la llegada del IMEC, Nemirovsky apenas conocía la provincia, salvo por una escapada a Marbella y una fugaz visita a Mijas, de la que se llevó –recuerda– un burrito de peluche. Pero, por aquel reto con el que lo ilusionaron Mateo Valero y Ezequiel Navarro, terminó manteniendo reuniones de trabajo, entre otros, con el alcalde de Málaga y el director de Málaga TechPark, Felipe Romera, otras dos piezas claves en la iniciativa. Y así, intentando construir puentes, acabó enamorándose de la ciudad del paraíso. Fue de esa forma como este hombre de antepasados centroeuropeos que emigraron a Argentina tras la Primera Guerra Mundial, con esta ciudadanía y también la estadounidense, se convirtió en malagueño de adopción. 

Al recibir el premio, Nemirovsky destacó la idiosincracia de la capital de la Costa del Sol. “En un mundo en el que la gente crea fronteras; que se hace más mío, mío, que de todos; esta es una ciudad abierta, que festeja la pluralidad, por eso me siento orgulloso de ser parte de Málaga”.  

La distinción de esta redacción recayó también en Innova IRV, un centro de innovación tecnológica aplicada a la industria que promueve, desarrolla y fomenta actividades de transferencia de conocimiento parar generar valor en el mercado. 

Para aquellos que no son ingenieros, resulta difícil comprender el papel de los semiconductores en la existencia diaria. Como también, calibrar el impacto que tendrá la llegada del IMECen la economía malagueña, en el que gran parte de la culpa la tendrá este hombre que, a sus 68 años, sigue jugando a la innovación tecnológica.  

Un ejemplo de tesón y optimismo

Dice Mario Nemirovsky que es muy persistente. Así se describe en una entrevista mientras hace footing para mantener a raya a la esclerosis múltiple que padece y que en un brote lo dejó casi sin caminar ni ver. Inasequible al desaliento, se sobrepuso y recuperó su salud. “Soy como esos boxeadores que se levantan, que no tiran la toalla. Y muy optimista”, añade. Su curriculum atesora una larga trayectoria en EE.UU y España. Posee 64 patentes estadounidenses y fue pionero en arquitecturas de procesadores basados en hardware multiproceso. Fue investigador de propiedad intelectual en Apple Computers y se desempeñó como arquitecto jefe en Weitek y Delco Electrónica, de General Motors. Es ingeniero de Telecomunicaciones por la Universidad de La Plata (Argentina) y doctor en Computer Arquitecture por la de California Santa Bárbara (EE. UU). Su vida personal y profesional es un ejemplo de tesón. A sus 68 años y pese a su enfermedad, corre unos 40 kilómetros por semana.  

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