Málaga ayer y hoy

La puerta de entrada a Málaga desde el mar

  • Acera de la Marina: era una calle bulliciosa y de trasiego portuario, que seguía el trazado de la antigua muralla de la ciudad, y que desapareció por completo a mediados del siglo pasado

El trazado de la Acera de la Marina se correspondía con el de la antigua muralla de la ciudad en el tramo comprendido entre la Puerta de Espartería y la Puerta de los Siete Arcos, muy próximas entre ellas. La primera se abría a la entrada de la actual calle Sancha de Lara y la segunda quedaba en el centro de la actual plaza de la Marina que constituía el acceso al castillo de los Genoveses, que se situaba en el ángulo formado por el encuentro entre la Acera de la Marina con la Cortina del Muelle y que servía de factoría de los mercaderes de la república italiana desde la época nazarí.

Ya en los últimos años del siglo XVIII fueron demolidos los últimos restos de la muralla, entre ellos la citada batería en 1785 y la Puerta de Espartería. En su lugar se alzaron nuevas edificaciones levantadas muy a principios del siglo XIX y "así nació entonces esta calle abierta al nuevo paseo arbolado", aseguró el historiador malagueño Víctor Heredia. Por su proximidad al puerto fue denominada Acera de la Marina y estaba formada sólo por una hilera de casas a un lado, que quedaba interrumpida por la entrada a la estrecha calle Ancla, una de las que componía el barrio portuario existente a espaldas de la Acera.

Desde entonces y durante la primera mitad del XX, la Acera de la Marina fue la puerta de entrada a la ciudad desde el mar. "Era una calle bulliciosa y cosmopolita, donde el ajetreo mercantil derivado de la proximidad a los muelles convivía con la afluencia de armadores, consignatarios, arrumbadores, oficinistas, carreros y demás oficios relacionados con el trasiego portuario", señaló Heredia.

Hasta el final de su existencia fue barrera entre la Alameda y el Parque y la vía más directa de acceso a la ciudad, la calle Larios, para el viajero que arribaba al puerto. Antes de su desaparición, en la Acera de la Marina tenían su parada las diferentes líneas de tranvías y autobuses que recorrían la ciudad, lo que le prestaba una animación permanente.

Después de la Guerra Civil se reactivó el proyecto para unir los paseos del Parque y de la Alameda salvando el espolón que los separaba. A principio de la década de 1940 se fueron completando las demoliciones de las casas y en los terrenos liberados se edificaron nuevos inmuebles, con lo que quedó una nueva plaza abierta delante del acceso al puerto.

La desaparición de la Acera de la Marina cambió por completo la fachada marítima del centro de la ciudad, aunque su nombre siguió siendo utilizado para designar popularmente al nuevo espacio peatonal.

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