El quiosco de Málaga con el que volver a saborear las 'chuches' de los 80 y 90
Se especializa en la venta de gominolas, caramelos y chicles que comían los niños en los años 80 y 90
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Málaga/Con un punto de venta tradicional en Málaga y los pedidos a través de las redes sociales, el quiosco Camino, que abrió sus puertas hace solo unos meses, se ha especializado en la venta de las gominolas, caramelos y chicles que comían los niños en los años 80 y 90 y que se podían comprar en estos establecimientos. A pesar de que ejerció durante años como maestra de Educación Infantil, a Cristina Rivas, impulsora del proyecto, no le terminaba de llenar su profesión y sentía que le faltaba algo más por hacer.
"A día de hoy tiene mucho sentido haber abierto, pero en su momento fue como una locura, un pensamiento así fugaz de venga, vamos a lanzarnos", cuenta Cristina a EFE. En tan solo unos meses desde su apertura, y con la ayuda de su hermana y su madre, ha logrado reunir todo un catálogo de 'chuches' que cualquier adulto nacido en esos años adquiría en un quiosco. "Para nosotras es como trabajar con el niño interior que cada cliente lleva dentro", apunta Rivas, que ha visto cómo la demanda de sus productos ha ido creciendo día a día impulsada por las redes sociales.
Ventas en Instagram y Tik Tok
Lo que sí tuvieron claro desde un primer momento fue la orientación retro del kiosko y apoyarse en las redes sociales para levantar el proyecto. Con ello han logrado equilibrar los ingresos, compensando los meses de menos venta presencial con el aumento de los pedidos telemáticos, que ya provienen de numerosos puntos de España y parte del extranjero. Estos los canalizan a través de las plataformas Instagram y Tik Tok, ésta última donde superan los 35.000 seguidores y desde donde además lanzan promociones y dan a conocer nuevos productos.
Los directos se han convertido también en un clásico, y han tenido picos, como en la pasada Feria de Málaga, de 3.000 usuarios conectados viendo la actividad del negocio en vivo. Por esta vía, las cajas nostálgicas para cumpleaños, aniversarios o eventos suelen ser los pedidos más habituales, pero también han recibido encargos más personalizados para sorprender a un miembro de una relación a distancia o de una persona hospitalizada para agradecer a un sanitario sus cuidados. A través de ellas reciben también el cariño de numerosos seguidores que han hecho como algo propio el éxito de Camino, dejando testimonios donde se sinceran y confiesan cómo consiguen desbloquear recuerdos a través de los sabores de las 'chuches' de su época.
Chuches y juguetes educativos
Los clientes que se acercan hasta las vitrinas de Camino se encuentran con clásicos como los caramelos Cuba libre, los Drácula o las bolitas de anís, y otros tan variados como las mariquitas de chocolate, los palotes o los Gublins. Aunque no todas las opciones son dulces. La parte izquierda del mostrador está reservada para las chuches ácidas, que son también muy demandadas por los habituales del comercio. Como Marta García, que tras un rápido vistazo elige diferentes tipos de gominolas que Cristina prepara en una bolsa y que le parecen "muy buenas" porque es "muy de chuches". "Yo quería que cuando el cliente se acercara a Camino viera el quiosco que yo veía cuando era pequeña y me acercaba al quiosquito de toda de toda la vida", señala Cristina.
El perfil del comprador es variado, ya que el quiosco se encuentra en una zona de paso como es la barriada de El Duende, pero en muchos casos tienen entre 25 y 50 años y lo habitual es que vengan buscando específicamente estas golosinas, entre las que no pueden faltar tampoco los Chupa Chups de Pitufos o los gatos de regaliz, que se han convertido en verdaderos productos estrella desde que anunciaron que los tenían disponibles. Puzles magnéticos, cuentos de la serie Hey Duggee, rompecabezas o piezas para crear un sistema solar son algunos de los juguetes educativos que completan la oferta de productos disponibles en el quiosco.
Las navidades y los cumpleaños son los momentos en los que más salida encuentran estos juguetes que Cristina señala que "son para que toda la familia se una y dedique un tiempo a jugar", y que los considera un guiño a su anterior etapa de maestra infantil. En ocasiones le preguntan cómo se decidió a emprender abandonando un puesto de trabajo estable. Cristina responde que "sabía que podía funcionar", tenía clara su idea y no le importaban las horas de trabajo. Ahora su deseo en conseguir que su madre se pueda jubilar.
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