Málaga

Los quioscos negociarán traslados de puntos y licencias para vender más

  • En la capital, unos cincuenta establecimientos están a punto de perder el permiso municipal

Juan Carlos Naranjo, en el quiosco del Paseo de Reding.

Juan Carlos Naranjo, en el quiosco del Paseo de Reding.

Mantener abierto un quiosco en la calle ya no es un negocio seguro. Los quiosqueros de Málaga están buscando nuevas vías para sortear la prolongada crisis que arrastran, motivada fundamentalmente por la caída de ventas de la Prensa y la competencia de otros comercios en la dispensación de todo tipo de productos. En los últimos años han cerrado un centenar de estos establecimientos en la capital y otros 60 están a punto de perder la licencia municipal por no poder hacer frente a los pagos o superar los periodos de cierre que establece la normativa, de tres meses consecutivos o seis en caso de ser discontinuos, según ha confirmado el Ayuntamiento de Málaga, que ha iniciado la tramitación para extinguir estas licencias.

La asociación Akima, que agrupa a gran parte del sector, está convencida de que muchos de estos negocios podrán salir adelante si se trasladan a puntos menos saturados de la ciudad o donde se supone un mayor nivel de ingresos o si esos mismos negocios cambian de mano. El presidente de esta asociación, Jerónimo Núñez, va a solicitar al Ayuntamiento que adopte medidas en este sentido, incluso la amnistía para los casos en que los titulares no puedan hacer frente a las deudas. Además, según Núñez, muchos quioscos pueden encontrar salidas a las bajas ventas con "otras personas al frente, más jóvenes y con nuevas ideas".

En Málaga hay en la actualidad 463 autorizaciones de quioscos en activo y el Área para la Reactivación Económica, encargada de gestionar las actividades comerciales en la vía pública, llevó a cabo dos procedimientos de adjudicación de nuevas licencias en 2015 y 2016 por la vía de ofertar a nuevos titulares las licencias de quioscos ya extinguidas. Por este proceso se han adjudicado 22 nuevas licencias, según el consistorio, que asegura haber solicitado al sector que le informe de los quioscos cerrados y en proceso de extinción de su permiso que podrían reiniciar su actividad.

El Consistorio asegura que va a iniciar un nuevo procedimiento abierto de adjudicación, aprovechando las peticiones de regentar quioscos que le están llegando "con el fin de evitar que proliferen nuevos emplazamientos, mientras permanecen otros cerrados". Al margen de buscar una salida inmediata para éstos, el sector empieza a moverse para diversificar su modelo de negocio. Entre las ideas que maneja el presidente de Akima para ampliar la oferta y sortear la competencia de tiendas de todo tipo, estaría la posibilidad de establecer servicios de paquetería, de venta de bocadillos o solicitar la compra directa de tabaco que se dispensa en estos locales. Además, la asociación ha solicitado reuniones con la Autoridad Portuaria, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento para proponer nuevos puntos de venta en el puerto, en el Parque Tecnológico o en el Parque Cementerio, lugares todos muy transitados y donde no existen establecimientos de este tipo.

Entre los que siguen al frente del negocio, las quejas por la falta de rentabilidad son una constante. Eva González lleva cinco años al frente del quiosco situado en la Plaza de la Marina, el primero abierto en la ciudad hace medio siglo, entonces situado en el callejón de la calle San Juan de Dios. González cree que los impuestos que paga el qiosquero son muy altos, "una barbaridad para el negocio", difícil de compensar con la única venta de algún periódico y alguna revista, refrescos o chucherías. "Nos quedamos para lo que no venden en ningún sitio", asegura esta quiosquera que comparte la venta al público con su marido. Ambos se reparten la estancia en el establecimiento, desde las 9 de la mañana hasta la tarde, dependiendo de los días y de si llueve o no.

Recuerda esta quiosquera que los locales de este tipo pagan una licencia por ocupación de la vía pública que en su caso se aproxima a los 2.000 euros al año. Además, los titulares se tienen que dar de alta en el régimen de autónomos, tributar el IVA y pagar gastos propios del establecimiento como es la luz. En su caso, asegura, el descenso de las ventas está motivado, en parte, por la instalación de otro establecimiento aledaño de venta de flores que tapa el negocio.

A pocos metros de ella se encuentra el quiosco de Juan Villodres y su mujer Mariví, en la calle Molina Lario. Ambos lo mantuvieron abierto durante los meses que duraron las obras de peatonalización de esta calle, "para que la gente no viera que tirábamos la toalla", asegura la mujer. El quiosco también tiene su historia porque se trata de la tercera generación de quiosqueros que permanece en ese punto. Su abuelo abrió el primero de ellos después de haber mantenido durante años un carrillo ambulante para la venta de chucherías en la época que se levantó el hotel Málaga Palacio.

Los dueños de esta licencia reconocen que están situados en una "zona buena", con un elevado tránsito de personas, especialmente durante la Semana Santa, una época fuerte en ventas de chucherías o refrescos. "Hay que vender mucho porque se pagan muchos impuestos", aseguran.

En el paseo de Réding conviven cuatro quioscos, que se hacen la competencia. El primero de ellos está regentado desde hace 25 años por Juan Carlos Naranjo, que reclama "remar todos en una misma dirección, tanto en el tipo de negocio como en la Ley". Porque recuerda que cuando logró la licencia la norma establecía un local por calle, sin distancias, cuando ahora se establece una separación entre establecimientos mucho mayor. Naranjo, que se queja de los elevados impuestos que se pagan en esta zona de la ciudad ya que el impuesto por ocupación de la vía pública se ajusta al Impuesto de Bienes Inmuebles, cree urgente buscar solución para que no desaparezcan estos negocios, "que benefician al ayuntamiento por los impuestos que dejan".

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