Málaga

Tras recorrer Mongolia en bicicleta

  • Dos malagueños regresan del país asiático donde han rodado un documental sobre su población infantil

Dos amigos decidieron un día dar un giro radical a sus vidas y dejarlo todo. Seis meses después, han regresado al mundo que abandonaron, la sociedad occidental que nos rodea, tan distinta a la que han conocido durante los últimos seis meses. Llegan con poco equipaje en sus maletas, pero con una experiencia difícil de borrar. Su deseo ahora es contar al mundo estas vivencias y están mano a la obra con un documental que sirve de testimonio de la situación de desamparo que vive la población infantil de Mongolia y que verá la luz en los próximos meses.

El objetivo de Luis Cintora y Jordi Blanco, los dos protagonistas, era recorrer el país asiático en bicicleta y filmar con una cámara la experiencia. En principio debía de apoyarles un equipo técnico en determinados puntos de la ruta, pero por motivos de presupuesto tuvieron que completar la aventura en solitario. Solos literalmente. Y es que, según cuentan, han llegado a realizar etapas de hasta cinco días sin ver presencia humana.

Llegaron a Moscú a mediados de junio. Seis días después, subieron al Transiberiano rumbo a la capital de Mongolia, Ulán Bator. Una semana en el tren ya fue toda una aventura, explican. Pero una vez en el punto de partida de su proyecto, comenzó el pedaleo, concretamente tras visitar a los centros infantiles con los que habían contactado desde Málaga.

En Mongolia se encontraron con una situación social menos dramática de la esperada, pero no por ello menos impactante. Les sorprendió la hospitalidad de los asentamientos nómadas, que solían invitarles a pasar la noche en sus tiendas, y el carácter de los capitalinos, "muy agresivos". "Allí el alcohol está a la orden del día, hay botellas de vodka por todos sitios, hasta en mitad de la nada, y es normal cruzarte con alguien y que te invite a pelear", narra Cintora.

La realidad política de este país, aunque disfrazada de una democracia, sigue teniendo componentes dictatoriales. Los malagueños vivieron unas elecciones que, según cuentan, estuvieron empañadas por una supuesta compra de votos. "Hubo manifestaciones con varios muertos", recuerdan. Muchas de estas experiencias se pueden leer en la web del proyecto, que actualizaban cuando podían donde encontraban un ordenador. Ellos, para aligerar la carga, sólo llevaban un mapa. También comida y bebida para varios días, y algo de ropa, en total una carga de hasta 80 kilos en sus bicicletas.

A los dos meses en Mongolia, contra pronóstico, tuvieron que abandonar el país porque les caducó el visado. Entonces llegaron a Kazaquistán. Allí pudieron renovar los papeles y regresar. Se perdieron varias veces. Tuvieron que aprender a marcha forzada distintos dialectos. Y tuvieron algunos accidentes, por suerte anecdóticos. Los protagonistas de la historia valoran la aventura y trabajan en un documental que la dé a conocer.

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