Una estudiante que se fue el verano de voluntaria a Honduras con un programa de la Universidad de Málaga ha contraído el zika. "No sabía qué regalo traerle a mis padres y les he traído esto", bromeaba ayer R. S., de 25 años y estudiante del último año de Trabajo Social. Pero ha pasado unas semanas que no han sido ningún chiste. Sarpullido, fiebre, dolores articulares y pérdida de peso. Incluso tuvo que estar ingresada dos días en un hospital de Tegucigalpa -la capital hondureña- debido al malestar general que presentaba.

El zika es una enfermedad que transmite el mosquito Aedes cuando está infectado. Hasta ahora, salvo un caso autóctono registrado por transmisión sexual en la comunidad de Madrid y dos congénitos de embarazadas que se infectaron en zonas de riesgo, hay 244 contabilizados en España, pero son importados. Es decir, que las personas no se han contagiado en nuestro país, sino en las áreas geográficas en las que el virus es endémico.

La joven malagueña estuvo en Tegucigalpa, Copán Ruina y Marcala dentro de un proyecto de voluntariado y cooperación internacional de la Universidad. Su trabajo en esta iniciativa consistió en hacer informes sociales sobre las condiciones de alimentación y vivienda de los niños de las áreas que recorría.

Pero después de algunas semanas comenzó a sentirse mal. "Una profesora me llevó al médico", relata. Le hicieron pruebas y descartaron que hubiera contraído el dengue o la malaria. Pero finalmente, le diagnosticaron zika. "Ya no podía trabajar. Tenía que estar en reposo absoluto porque es como una gripe muy fuerte", relató ayer.

La estudiante iba para ocho semanas, pero al final tuvo que quedarse sólo siete y anticipar el vuelo porque no se encontraba bien. "Otros dos compañeros también han pillado el zika, pero más leve", detalla. Tras llegar a Málaga, le han hecho analíticas y han confirmado que aún tiene el virus, pero ya evoluciona de forma favorable.

"Por lo visto, el virus tarda semanas o meses en desaparecer. Todavía me mareo un poco; por eso no salgo a la calle. Para esto no hay tratamiento. Es igual que una gripe, que lo único que puedes hacer es tomar medicamentos para la fiebre y el dolor; pero no hay un tratamiento específico", explica. "Desde hace una semana ya no tengo fiebre, pero me han recomendado que descanse", añade.

Debido a que la patología cursa también con falta de apetito, la joven presentaba un cuadro de deshidratación y perdió en torno a cinco kilos. Pero ya va progresivamente mejorando. Llegó de regreso hace dos semanas. "Ya estoy aquí y como la casa de uno no hay nada", concluye.

Según el Ministerio de Sanidad, en Andalucía hay ocho casos contabilizados de zika. La comunidad con la cifra más alta es Cataluña, con 95; seguida de Madrid, con 61; Aragón con 18; Castilla-León con 14; Galicia con 10; la Comunidad Valenciana con otros tantos; La Rioja y el País Vasco con seis cada una; Navarra y Baleares con cinco; Canarias con cuatro, Asturias y Murcia con dos y Castilla-La Mancha con uno.

El Servicio Andaluz de Salud (SAS) aplica desde mayo pasado un protocolo para la detección precoz de casos importados de zika. Se lleva a cabo con aquellas personas que han viajado a los países donde la enfermedad es endémica -casi en toda América Latina- y al volver presentan síntomas febriles. El Ministerio de Sanidad también ha establecido, en colaboración con las comunidades autónomas y el Instituto de Salud Carlos III un sistema de vigilancia de la enfermedad. Cuando un viajero es sospechoso de padecer el zika, se le hace un análisis que se remite al Laboratorio de Microbiología del Hospital Virgen de las Nieves, en Granada. Sólo si da positivo, el paciente tiene que quedar aislado hasta superar el virus.

La razón de esta medida es que España está libre de zika, pero no del mosquito que la transmite, que es mosquito tigre, que existe en nuestro país y es el vector de la enfermedad. El aislamiento del paciente apunta a evitar que el insecto-vector acceda a su sangre infectada cuando aún puede transmitir la patología. Porque mientras el insecto no está infectado, aunque pique no contagia.

Pero si picara a una persona que ha contraído el zika en los países de origen y que lo ha importado a España al volver, el mosquito se infectaría entonces y sí podría transmitirla. Ese caso ya sería autóctono. Es decir que de entrar en España, la patología no la introducirían los mosquitos, sino las personas en su sangre.

Pero para ello tiene que producirse una carambola: que un mosquito tigre pique aquí a una persona infectada en los tres o cinco días que le dura el cuadro febril en los que tiene el virus activo y que luego ese insecto pique a otra persona sana. Mientras esa carambola no ocurra, la roncha puede ser mayor, pero no transmite la patología. Por eso los expertos lanzan un mensaje de tranquilidad al insistir que una roncha más grande lo habitual no es sinónimo de enfermedad.

Las claves

El virus se transmite a través de mosquitos: el virus del zika se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados. La enfermedad produce, por lo general, una sintomatología leve que puede pasar desapercibida o diagnosticarse erróneamente como dengue, chikungunya u otras patologías virales.

Fiebre y dolor muscular, los primeros síntomas: los síntomas se inician entre tres y 12 días después de la picadura de un mosquito infectado e incluyen principalmente febrícula, erupción cutánea, dolores articulares y musculares, dolor de cabeza o cansancio. Estos síntomas suelen durar entre dos y siete días y por lo general se resuelven sin secuelas.

Ropa para que cubra el máximo de piel: la mejor protección contra la picadura de mosquitos es evitar la exposición a estos insectos. Así, es recomendable utilizar ropa que cubra al máximo la piel: usar camisas de manga larga y pantalones largos cuando esté al aire libre en zonas con mosquitos. También es conveniente proteger la piel expuesta con repelentes de insectos. Otra de las recomendaciones es el uso de mosquiteros en ventanas en lugares con presencia de mosquitos también es aconsejable.