El retraso de la nueva zona de quimios del Clínico de Málaga y el dolor de una hija: "Me quejo por los que vendrán"
La falta de sitio obligó a su madre a esperar más de tres horas la quimio cuando hay un espacio acabado y sin uso
El nuevo Hospital de Día Oncohematológico del Clínico de Málaga está acabado, pero sin uso por falta de equipamiento
“Cuando la espera duele más que la enfermedad”. Así tituló una mujer la carta que remitió a Málaga Hoy para denunciar las condiciones de hacinamiento de la actual zona del Clínico donde reciben quimioterapia los pacientes de cáncer, así como las demoras por falta de sitio cuando a pocos metros de allí hay un nuevo Hospital de Día Oncohematológico acabado y sin uso que permitiría incrementar y mejorar sensiblemente el espacio provisional actual. Instalaciones que no se abren porque faltan los aparatos para administrar tratamientos, los sillones para los pacientes y los ordenadores para el personal.
Su protesta nace del dolor de una hija, cuya madre, de 76 años, acudió el martes pasado al Clínico a recibir su quimio. “No tengo ninguna queja del personal. Todos los profesionales tuvieron un trato exquisito e hicieron lo mejor posible con los recursos disponibles”, enfatizó. Y aclaró: “Mi madre ya no va a poder utilizar las nuevas instalaciones, pero me quejo por los enfermos que vendrán. La ubicación provisional lleva casi dos años y la nueva está acabada, pero no se abre”. Enfadada, aunque serena acotaba: “No hay derecho a las condiciones en que reciben tratamiento las personas con cáncer; no hay hueco para tanto paciente. Y es más hiriente cuando hay otro espacio listo”.
En la carta, que es el mismo texto de la reclamación que presentó ante la Junta de Andalucía, apuntó: “Esperar en un pasillo convertido en sala de espera improvisada, donde las sillas de hierro sustituyen al consuelo y el ruido constante impide cualquier descanso. No hay camas, no hay intimidad, no hay humanidad. Solo una mujer agotada por la enfermedad, sentada durante horas en un espacio que no la acoge, que no la cuida; mi madre. ¿Cómo mirar eso sin que se te rompa algo por dentro?”.
Contó que llegó sobre las 8:00 al hospital, que alrededor de las 9:00 le hicieron la analítica que siempre se realiza antes de poner una quimio. Que sobre las 10:30, también como está establecido, la oncóloga repasó los resultados de esa prueba antes de dar luz verde al tratamiento. Pero entonces ambas comenzaron a vivir en sus carnes las consecuencias de la falta de sitio en la ubicación provisional. No había cama disponible hasta las 16:00. Su madre podía, eso sí, ocupar un sillón que se liberaría sobre las 13:30. Aceptó. Eran las 10:30 Faltaban tres horas para la quimio. Así que en vez de quedarse en la sala de espera -que mientras se abre el nuevo Hospital de Día Oncohematológico se ubica en un pasillo del patio azul– se fueron a su vehículo. Allí, reclinada en un asiento, su madre pudo descansar mientras tanto. “Tuvimos que refugiarnos en el coche, a la sombra de un árbol, porque allí –y no dentro del hospital– podía encontrar algo parecido a la dignidad”, relató en su carta. La quimio finalmente empezó sobre las 14:00
Por su parte, el hospital dijo que lamentaba la situación y recordó que “estos espacios son totalmente provisionales a la espera de que entre en funcionamiento el nuevo Hospital de Día”.
La carta-reclamación de esta hija era a la vez un reconocimiento a los profesionales y un toque de atención a los responsables de la tardanza de la apertura: “Esta denuncia no va contra el personal médico ni de enfermería, que hace cuanto puede con los recursos que tiene. Va dirigida a quienes, desde sus despachos, permiten que pacientes tan frágiles pasen por esta barbarie sin mover un dedo. A quienes han olvidado que detrás de cada número hay una vida que merece respeto. Y no olviden esto: algún día, muy probablemente, estaremos todos ahí. También ustedes. Sentados en esa silla. Esperando. Sí, urge mejorar infraestructuras. Pero más urgente aún es recordar qué es un paciente, y actuar con la empatía que nunca debería haberse perdido. Porque cuidar no es solo tratar una enfermedad. Es acompañar el dolor con dignidad”.
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