El río Guadalhorce, el artífice de la Costa del Sol
El drenaje de esta cuenca fluvial ha permitido históricamente mantener aportes en las playas del oeste
El Guadalhorce, ese gran río que tantos sustos ha dado a Málaga cada vez que ha llovido con intensidad por su desbordamiento, es el responsable en parte de que las playas de la Costa del Sol históricamente hayan existido. Algo que parece tan evidente como es el hecho de que los ríos son los que aportan de manera natural la arena al litoral, ahora se ha podido constatar que en el caso de este río su importancia ha ido más allá.
Los investigadores han podido saberlo gracias al estudio y análisis del agua que expulsa el río hacia el mar cuando ha caído una fuerte precipitación. Ese agua contiene una gran cantidad de sedimentos y nutrientes procedente del drenaje de toda la cuenca fluvial. Es lo que se conoce como pluma de turbidez y es lo que los científicos del Centro Oceanográfico de Málaga estudian cada vez que llueve con intensidad para saber hasta dónde puede llegar. Y los resultados son sorprendentes.
Víctor Díaz del Río, investigador del Centro Oceanográfico de Málaga e integrante del proyecto de excelencia científica Tesela -financiado por la Junta de Andalucía y en el que también participa la Universidad de Málaga-, explicó que "esa distribución nos ha sorprendido porque es muy desigual e influenciada por las corrientes, aunque normalmente tienden a desplazarse hacia Benalmádena.". Eso hace que una vez que acaba la expulsión de esas plumas de turbidez hacia el mar, el propio material que llevan consigo cuando llega al fondo se va desplazando por la plataforma continental ayudando a mantener la estabilidad de las playas.
Lo curioso es que el río Guadalhorce, uno de los más caudalosos de la zona con una cuenca fluvial y una plataforma tan desarrollada, no tiene un cañón submarino vinculado a su desembocadura. Díaz del Río explicó que el cañón más próximo está a la altura de Fuengirola y este proyecto está permitiendo que "empecemos a ver la luz sobre el por qué".
La conclusión a la que han llegado los investigadores es que la propia estructura que tiene la plataforma continental en la bahía de Málaga ha permitido que las plumas de turbidez que expulsa el río Guadalhorce cada vez que llueve hayan funcionado de la misma manera durante cientos de miles de años, es decir, trasladando en la mayoría de los casos los sedimentos hacia la Costa del Sol occidental y atrapados en parte por el cañón submarino de Fuengirola porque "es impensable que éste tenga esa enorme cantidad de sedimentos únicamente con los aportes que recibe del río Fuengirola", explicó.
Este cañón, que se trata de un valle que quedó sumergido bajo el agua cuando el nivel del mar subió hace entre 6.500 y 10.500 años y que se ha ido erosionando con el tiempo, actúa como sumidero de parte de estos sedimentos y desastibilizando las playas, pero "también es un importante lugar de puesta de muchas especies marinas", según el experto.
Desde que el río Guadalhorce está regulado en su cabecera por las tres presas, sus aportes se han reducido. Sin embargo, Díaz del Río señaló que gracias al drenaje producido durante miles de años "hoy tenemos playas" en la Costa del Sol. "Es una herencia que nos dejó el río y que ahora con su regulación estamos esclavizados a regenerar las playas todos los años", afirmó el científico, que insistió en que "el hombre tiene que pagar un precio ecológico por utilizar el río y en el caso del Guadalhorce es la pérdida de aportes".
Para llegar a estas conclusiones los investigadores llevan tres años y medio saliendo a la mar cada vez que llueve con intensidad. El modus operandi consiste primero en el uso de imágenes de satélite para comprobar cuál es la distribución de la pluma de turbidez, para que acto seguido los investigadores sigan en barco el rastro de esos sedimentos y tomen muestras del agua a distintas profundidades, al mismo tiempo que controlan con sensores la salinidad, la temperatura y la densidad de esa turbidez.
Con los datos obtenidos no sólo se ha podido comprobar la dinámica de esta importante cuenca de drenaje. La otra pata del proyecto consiste "en usar esos datos para modelizar lo que ocurre y luego poder prever lo que puede ocurrir con condiciones ambientales diferentes", señaló. Es decir, crear modelos predictivos para poder anticiparte, por ejemplo, al retroceso de la línea de costa si disminuye el caudal del río. Esa es la parte del proyecto de la que se encarga el grupo de Ecuaciones diferenciales, análisis numérico y aplicaciones (Edayna) de la UMA.
En un futuro quizás gracias a este proyecto la regeneración de las playas se pueda afinar más en una zona sometida cada año a continuos aportes artificiales de arena.
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