Política

Los rostros de Vox en Málaga

  • La formación de Santiago Abascal supera ya los 650 afiliados, la mayoría ex votantes del PP, Cs y UPyD

  • Sus integrantes rechazan la etiqueta de partido “ultraderecha y fascista”

Jiménez, Esquerdo, Parrondo, Vasegh, Nieto, García, Moltó, García y Gil, en la sede de Vox en Málaga.

Jiménez, Esquerdo, Parrondo, Vasegh, Nieto, García, Moltó, García y Gil, en la sede de Vox en Málaga. / M. H.

En las últimas elecciones generales, las de junio de 2016, Vox, el partido presidido por Santiago Abascal –dirigente político formado en las filas del PP vasco– apenas llegó a 47.000 votos, un 0,2% del total. Ahora, el último barómetro del CIS estima que este partido podría lograr un 1,9% de los apoyos, lo que le concedería algún asiento en el Congreso.

Esta formación nació en 2014, habiendo pasado prácticamente desapercibida hasta el multitudinario acto celebrado a principios de octubre en Vistalegre (Madrid). Su resurgir se ve como una amenaza electoral tanto para el PP como para Ciudadanos, y los comicios autonómicos en Andalucía serán el primer escenario en el que Vox medirá fuerzas, más allá de las encuestas y del ruido mediático generado a su alrededor.

En Málaga su implantación también ha ganado fuerza tras Vistalegre, superando ya los 650 afiliados. Su comité ejecutivo está presidido por José Enrique Lara Peláez, administrador de fincas de 54 años, residente en Churriana; su vicepresidente es Javier Rincón Bernal, abogado; su secretario general es José Manuel Rojas Bueno, y como vocales cuenta con Pablo Saenz de Tejada, Antonio Manuel Calle Arjona y Eugenio Moltó García.

Este último, veterinario de profesión –funcionario del SAS–, encabeza la lista de Vox por la provincia de Málaga para las elecciones andaluzas. Moltó militaba en el PP desde 2004, tras los atentados del 11M y la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero; ocupó cargo orgánico dentro del PP local de Estepona y fue como suplente en las municipales de 2011. Explica que se empezó a alejar del PP tras el Congreso de 2008 en Valencia, en el que Rajoy soltó amarras con el aznarismo.

El mismo día que se anunció el nacimiento de Vox, se dio de baja del PP para afiliarse al nuevo partido. “Habían vaciado de contenido ideológico al PP y todo lo que echaba de menos lo encontré en el ideario de Vox”, subraya, apuntando lo que muchos de sus compañeros señalan: “Cambié de siglas para no cambiar de ideas”. Eso mismo subraya Fermin Parrondo, que va como número tres de la candidatura de Vox y que, además, coordina la campaña electoral.

Parrondo, ahora jubilado a los 69 años, fue más de 30 años presidente del Sindicato Médico de Málaga y estuvo como concejal del PP en el Ayuntamiento de la capital durante dos legislaturas, en los años 90, cuando el alcalde era el socialista Pedro Aparicio. Asegura que dejó de ser militante del partido “después de ver que incumplía todos los puntos del programa”, y se unió a Vox en 2016 “para defender un modelo social de humanismo cristiano que creo que es positivo para la sociedad”.

Pero no todos vienen del PP, según dicen también hay quienes simpatizaban con Cs y UPyD. “La mayoría nunca habían estado en ningún partido. Tenemos mucha gente nueva, muy joven y preparada, con muchas ganas”, afirma Moltó. El perfil indica que se afilian a Vox más hombres que mujeres, de todas las edades y profesiones. “Hay panaderos, médicos, camareros, taxistas, autónomos...”, señalan.

Cinco afiliados a Vox al día

El crecimiento de Vox en la provincia ha sido “sostenido”, según su presidente, José Enrique Lara, quien reconoce que en los últimos meses “Cataluña y Vistalegre” han provocado un repunte. Ahora, calcula que cada día se unen unos cinco afiliados nuevos.

Lara, milita en Vox desde hace tres años y se hizo cargo del partido a los pocos meses. Se declara ex votante del PP, formación que a su juicio “estaba haciendo una política para socialistas”. Del ideario político del partido destaca, por encima de todo, la denfensa de la unidad de España y la eliminación de las autonomías como fin último, si bien, a corto plazo reclaman devolver al Estado las competencias de educación, sanidad, seguridad y justicia.

También claman por “dejar de permitir una inmigración masiva e ilegal” y apostar por una “controlada”, “preferentemente hispanoamericana, por cuestiones culturales”; la supresión de la actual ley de violencia de género y sus sustitución por una nueva que incluya también la violencia hacia el hombre; la eliminación de las subvenciones a partidos, sindicatos y patronal, la defensa de la familia y de la vida, con la prohibición del aborto, etc. “No rehuímos ningún asunto polémico”, insiste Moltó, añadiendo que “por desgracia las cosas están mal y para suaves ya están el PP o Ciudadanos”.

Entre los dirigentes de Vox en la Málaga uno de los últimos en llegar fue David Vasegh, coordinador en Fuengirola, donde hay una treintena de afiliados. Tiene 20 años, se dedica al tema inmobiliario y dice que su intención es estudiar Ciencias Políticas.

Entró a Vox en febrero porque “vi que era hora de dejar de escribir en el Twitter desde el sofá y hacer algo por cambiar las cosas”. Considera que Vox es “el único partido que representa la unidad de España”, por encima del PP y de Cs –“la veleta naranja”– que, según dice, “no tiene un mal fondo, pero no tiene un discurso sólido como nosotros”.

Acerca de las críticas que los tildan de fascistas y ultraderechistas, todos aseguran que no les preocupa, aunque rechazan esa clasificación. “Escuchamos esos insultos todos los días... Si nos llaman fachas es que algo estamos haciendo bien, son como medallas para nosotros”, comenta Moltó, que añade que esas “etiquetas” no son más que “estereotipos políticos”. “No somos xenófobos ni racistas ni antigays”, defiende Parrondo, quien dice que “para todo esto tenemos una respuesta razonada”. “Somos un partido liberal”, defiende Lara.

Sobre si la llegada de Pablo Casado al frente del PP les perjudica, el presidente de Vox en Málaga no muestra temor. “Casado lleva toda su vida en el PP y jamás ha levantado la voz cuando ha visto lo que se estaba haciendo”, argumenta. “Precisamente, el problema que tenemos en España son los pegacarteles”, sentencia.

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