Satisfacción en el sector hostelero por no tener que pedir el pasaporte Covid

Sanidad

Javier Frutos, presidente de la patronal andaluza y malagueña, afirma que “ya ha cumplido su función y ahora no tiene sentido”

Dos clientes le muestran el pasaporte Covid a un camarero en Málaga.
Dos clientes le muestran el pasaporte Covid a un camarero en Málaga. / Javier Albiñana
Ángel Recio

12 de febrero 2022 - 19:50

Málaga/Ya no será necesario presentar el pasaporte Covid para entrar en los establecimientos hosteleros, de ocio nocturno, sanitarios y sociosanitarios a partir del próximo martes. El consejero de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, Jesús Aguirre, lo anunció este sábado en Córdoba y eso ha provocado satisfacción en el mundo hostelero, que se quita un engorro de encima y la posibilidad de ser sancionados en caso de incumplimiento u olvido.

“Creemos que ha cumplido su función. Se puso la obligatoriedad en un contexto donde la subida de contagios era bastante considerable. Lo hemos dicho desde primera hora, que era un mal menor para nosotros para concienciar a la población de que tenía que seguir vacunándose porque es verdad que ha salvado muchas vidas. El contexto es ahora totalmente distinto, los contagios han bajado y estamos hablando de que en estos días se quitará la mascarilla, por lo que entendemos que ya no ha lugar ese pasaporte Covid porque ya ha cumplido su función. Ya no tiene sentido y entendemos que la Junta no solicite su prórroga”, ha afirmado el presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería de Andalucía y de la Asociación Malagueña de Hosteleros (Mahos), Javier Frutos.

La obligación de presentar el pasaporte Covid para, por ejemplo, entrar en un restaurante o una discoteca ha creado una falsa sensación de seguridad, pero, realmente, el número de contagios ha crecido igual como se ha visto en esta última ola de ómicron. Estar vacunado no garantiza no infectarse con el virus y durante todas estas semanas se han visto locales con altas ocupaciones en su interior y con los clientes sin la mascarilla puesta al estar comiendo o bebiendo. Además no se podía exigir a los niños porque muchos de ellos ni siquiera estaban en la franja de vacunación, pero podían ser portadores igualmente del virus. Ha sido, por tanto, un aliciente para vacunarse entre los escépticos más que una medida efectiva en sí contra la propagación del virus.

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