"Mi abuelo me traía a comprarme zapatos", recuerda una mujer embriagada de nostalgia. El trasiego de cajas de zapatos sigue siendo casi continuo, merced a la calidad que, aseguran, siempre han tratado de mantener. Los responsables de calzados Chaparro, la emblemática zapatería de calle Mármoles, creen, sin embargo, que ha llegado el momento de poner fin a un negocio que el pasado mes de septiembre cumplió un siglo de vida. Un cartel en su fachada anuncia desde hace un par de semanas que el local se vende o se alquila, aunque permanece abierto a la espera de recibir una oferta que se adecue a sus años de esfuerzo.

La primera tienda fue inaugurada el 14 de septiembre de 1915 en la zona de El Molinillo. La familia llegó a regentar más de una decena de establecimientos, aunque no todos prosperaron. El pionero fue el abuelo de los Chaparro, que cedió el testigo a su hijo José. El sector vivía entonces un auténtico boom. "Antes había otras costumbres. Todo el mundo quería tener un zapato nuevo, por ejemplo, el día del Corpus Christi. Mi padre tenía colas. No podía cerrar al mediodía", explica Cristina, que es una de las hijas del último dueño, José Chaparro, fallecido en 2014, y que conforma la tercera generación.

Las claves de su éxito no son sino, afirma, los precios razonables que ofrecen, el trato a los clientes y la amplia variedad de zapatos que a lo largo de estos años la empresa ha ido adquiriendo, lo que permite que todavía dispongan de modelos antiguos.

La proliferación de negocios asiáticos no ha causado estragos. "Son los que más daño han hecho a los sectores, pero no hemos tenido muchos problemas porque siempre nos hemos dedicado al calzado español y cómodo. La gente se ha dado cuenta de que los zapatos son el cimiento de una casa. También nosotros hemos bajado los precios", recalca Cristina.

Otro de los alicientes es la posibilidad que la zapatería, de 400 metros cuadrados, ofrece a sus clientes de dejar apartado el calzado y pagarlo de forma fraccionada. "Orientamos a la gente porque son muchos pies los que hemos visto y sabemos cuál les viene mejor", señala Cristina, orgullosa de su progenitor, que comenzó a trabajar con 9 años poniendo puntillas "para ganarse unas perrillas e ir al cine". "Iba con un carromato con su hermana para vender zapatos. Ha sido un luchador. No ha heredado nada", apostilla.

José Chaparro murió el 23 de enero de 2014, unos meses antes de que la tienda cumpliera 100 años abierta. "Era lo que él más quería. Estaba muy ilusionado por verlos. Lo celebramos sacando toda la mercancía de verano y de invierno. Regalamos calzadores", recuerda. Ante la proximidad del cierre, numerosos recuerdos planean sobre la zapatería. Cristina tampoco es ajena a una punzada de nostalgia por la desaparición de un local histórico. "Mi padre querría que aprovecháramos lo que el suyo empezó, él mantuvo y ahora nosotros disfrutamos. Hay que descansar y saber retirarse. Los vecinos nos dicen que somos una institución. Somos artesanos del calzado. Aquí han venido varias generaciones", sostiene la trabajadora, que deja claro que la venta del negocio no responde a una "cuestión económica". Los empleados desconocen cuándo será exactamente el día en que el local eche la persiana de forma definitiva, pero no tienen prisa.

Cristina, por el momento, sigue al frente junto a su hermano Orlando en la zapatería, en la que comenzó a trabajar hace cinco años. "Venía del sector de la construcción. Me preparé para bombero, pero no salían oposiciones y se me acabó el paro. Le pedí a mi padre trabajar en la tienda. Aquí me cortaré la coleta como los toreros", añade. También lo hará su tío Pepe Ramos, cuñado del dueño. "Él está de centinela. Viene, echa un vistazo y nos ayuda. Me vigila la casa", bromea. Los Chaparro tienen asimismo su sello en partidos por distintos puntos de la ciudad. Es el caso de Calzados Carlos Chaparro, situada en Herrería del Rey y que cuenta además con tienda online: www.todoencomplementos.com. A este local se suma también otro en la zona de Carranque y en la barriada de la Paz.