Málaga

Mucho sol y resaca de pregón

  • Diez cofradías trasladaron ayer a sus imágenes en un Domingo de Pasión marcado por el calor y por los comentarios favorables al texto de Banderas · Las bandas de cornetas demostraron un alto nivel en general

La maratoniana jornada del Domingo de Pasión es un gran termómetro para comprobar muchos puntos en torno a la Semana Santa. El primero, las ganas que hay de ver procesiones, algo que fue totalmente positivo, dado el numeroso público que asistió a los diez traslados que se desarrollaron durante el día. Otro aspecto es la mentalidad de las hermandades que salen a la calle. En términos generales nadie desvarió y si hubo algo que cantó era lo previsto. Pero además entró en juego uno que hacía años que no se veía, la resaca del pregón de la Semana Santa. Después de varios años sin que la crítica del mismo llegara al Domingo de Pasión, ayer sí que se pudo escuchar el balance al texto de Banderas. El actor ha dejado un sabor de boca dulcísimo, y eso que el respetado se rió a carcajada limpia con sus historias, y lloró a lágrima viva con las vivencias. El pregón sí que estuvo en la calle.

Pero esta jornada deja muchas notas para ver. Una de ellas es en el campo musical. Las bandas de cornetas y tambores de Fusionadas -que ahora sale conjuntamente con la del Puerto de la Torre-, la formación de la Estrella y la nueva de la Victoria demostraron tener bien afinados el tono, los labios preparados y un repertorio muy variado. El lado contrario, quizá la banda de música de la Paz que parece que tiene altibajos.

La Archicofradía de la Sangre fue la primera en trasladar a sus titulares. Sobre las 11:30, las imágenes abandonaron San Juan -templo provisional donde radican debido a las obras de su sede canónica, San Felipe Neri-. El pregonero de este año, Antonio Banderas, estuvo presente en el mismo y portó al Cristo de la Sangre desde la salida del templo hasta el final de la calle San Juan. Aceptó esta especie de compromiso que la Archicofradía lanza a todos los pregoneros. Quizá le hubiera gustado más tiempo estar a los pies del Crucificado de Palma, pero la masa es incontrolada y desvía su atención en él.

El cortejo lo abrió la banda de Fusionadas que se ha unido con la del Puerto de la Torre ya que ambas formaciones vieron mermadas meses atrás sus filas de músico. Esa refusión apenas se notó puesto que la formación mostró su calidad. Los dos banderines precedían a la banda, que saldrán juntos toda esta Semana Santa. Los uniformes eran los de Fusionadas, que cambiarán solamente en la jornada del Viernes de Dolores, cuando la banda salga en la Cofradía del Puerto de la Torre. Marchas como Camino del Calvario (A. Cáceres) o Cristo de la Sangre fueron bien ejecutadas. Cerró el repertorio Malagueña (E. Lecuona) que sonó en el encierro.

La Virgen de Consolación y Lágrimas fue acompañada por la banda de La Paz. En la calle Comedias sonó A ti, Manué (J. J. Puntas), con un solo de trompeta algo desafinado. En el encierro sonó Encarnación Coronada (Abel Moreno). Una escuadra de gastadores de la banda de Bomberos escoltó al Crucificado, entre los que se encontraba el ex director Salamanca.

La Cofradía de Los Gitanos abrió la tarde. Y qué apertura. La Virgen de la O iba radiante, vestida de hebrea y con un corona de espinas en sus manos. ¡Benditas manos de Rosen que la dejan guapa a reventar! Un valle de bastones abrió el cortejo que no llevaba ni un cirio. El trono recorrió de un tirón toda la calle Comedias hasta llegar a Méndez Núñez. En el interior de los Mártires sonó Bendición, para pasar a la Marcha Real. Luego siguieron cinco marchas hasta que el trono paró. Cristo del Amor, Silencio, La Pasión, Madre del Rosario y Verde Esperanza, fueron ejecutadas por la banda de La Estrella que brilló. Pero lo mejor fu ver la fusión de la música con la forma de andar del trono, que iba andando con mecidas lentas y parsimoniosas, con pasitos cortos lo que le imprimía ligereza al trono. No se hizo pesado.

La Cofradía del Prendimiento realizó su traslado -segunda salida del Señor en lo que va de año- que salió de la parroquia de la Divina Pastora sobre las 18:15. Los dos titulares iban muy bien ataviados. El Señor, con su túnica de tisú de plata y bordada, la Virgen del Gran Perdón, con una espectacular saya asimétrica y un manto bordado por los bordes en color burdeos. La banda de la OJE, que mezcló cornetas con gaitas, abrió el cortejo. Tras el trono fue la agrupación musical de la Estrella (Granada), que interpretó en la salida la Marcha Real, 25 estrellas y siguió con Rey de Capuchinos.

Minutos más tarde de las 18:30, en los alrededores de San Lázaro crecía al expectación. Ya con la cruz guía y los faroles en la calle, el resto del cortejo aún tardaba en salir. Pasados escasos minutos y tras el repique de las campanas, las imágenes de Nuestro Padre Jesús de los Pasos en el Monte Calvario y María Santísima del Rocío salieron a los sones del Himno Nacional interpretado por la agrupación musical de la Vera+Cruz de Campillos. Todo precedido por casi medio centenar de hermanos con cirios rojos.

Las imágenes lucieron un cuidado exorno floral a base de rosas sangre de toro y lirios morados. En cuanto al arreglo de las tallas, ambos iban muy bien vestidas. El Nazareno llevaba una túnica bordada, en contraposición de cómo lucirá en la tarde del Martes Santo, ya que vestirá túnica lisa como celebración del tercer centenario de la aprobación de los primeros estatutos. La Dolorosa vestía un atuendo que recordaba a la estética que presentaba en los años 40 y que resultaba muy favorecedor para la imagen que tallara Pío Mollar. Su vestidor, Curro Claros, es el segundo año que escoge este arreglo para la salida del traslado.

El público iba incrementando a medida que iba avanzando en su camino. Un momento de gran expectación fue su paso por calle Amargura, el lugar donde se levanta la antigua casa hermandad de la corporación. Allí, la agrupación interpretó Cautivo en tu Soledad con gran calidad, como lo fue demostrando por el recorrido. Esto creó una simbiosis perfecta que arengó a la cofradía a una recreación en el paso. El público seguía dejando claro que tenía ganas de procesiones y estuvo presente en gran número durante toda la procesión.

Las ansias por ver procesiones dieron lugar a situaciones que se trasladaban a cualquier tarde de Semana Santa y no a una jornada de traslados. Es más, las filas de público, sillas y carritos de bebé incluidos, que había en el entorno de Méndez Núñez y plaza Uncibay a la espera de la llegada del traslado de la cofradía de la Pollinica, recreaban pequeñas calles carreterías en ese sector del Centro Histórico. En lo puramente cofrade, la hermandad del Domingo de Ramos lució un amplio cortejo de hermanos, en su mayoría niños, que acompañaban con cirios, pero no lució. El desorden y la escasa coordinación provocaron un descuelgue innecesario e injustificado a su entrada en calle Méndez Núñez.

Tras las andas, adornadas con gran variedad de flores en tonos morados, desfiló la banda de cornetas y tambores Santa María de la Victoria, creada tras una escisión de la banda de Bomberos. Demostró un gran nivel en ciertos momentos como en la curva de calle San Agustín con Granada cuando interpretaron Medea o a continuación Luna de Triana.

El contrapunto del día lo puso en la calle la Archicofradía del Huerto. Hace algunos años la hermandad reviró en su estilo de procesionar en la tarde del Domingo de Pasión. De un corte muy alegre pasó a uno más místico y sobrio, rozando incluso lo fúnebre.

Ambas imágenes iba vestidas con mucho gusto. El Señor del Huerto vistió una túnica roja profusamente bordada y la Virgen de la Concepción iba ataviada con un terno de manto negro sobre saya azul. A ambas imágenes las acompañaban sendas capillas musicales. Al primero una capilla formada por músicos de la banda Trinidad Sinfónica. A la Virgen, la capilla de la Expiración, que interpretó piezas de gran calidad como la Saeta al Cristo de la Redención (Manuel Gámez). A pesar de la plasticidad creada en el cortejo, el ritmo dado por la cofradía resultaba en ocasiones lento.

Por su parte, la Hermandad de Viñeros salió sobre las 20:30 del Convento de la Aurora y Divina Providencia. Tanto el Nazareno como la Virgen del Traspaso y Soledad fueron muy bien ataviados y en un mismo trono, bajo los sones de la agrupación musical de San Lorenzo Mártir. La formación volvió a demostrar su buen nivel con marchas como Oración de San Francisco, Yacente o Señor de Carretería. La Cofradía de la Piedad hizo lo propio, en un trono que fue portado por mujeres. La banda de Zamarrilla tocó tras el grupo escultórico, con un repertorio algo más serio. Sonó entre otras, Marcha Fúnebre (F. Sors), cuando el trono enfiló la calle Alderete.

En cuanto a los traslados claustrales, la Cofradía de las Penas entronizó al Cristo de la Agonía en su oratorio, que presentó un lleno absoluto, y la Archicofradía de la Esperanza trasladó a sus dos titulares a su casa hermandad. El Nazareno lució al estilo Benlliure, esto es, túnica morada y cruz lisas y con el pecho abierto . La Virgen de la Esperanza iba de hebrea.

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