"Esto sólo lo hacen para asustar y dañar el turismo"

Pasado el susto del primer momento, los turistas desalojados de playas, hoteles y pisos veían más incordio que otra cosa

S. S. · E. C. · N. A. / Málaga · Benalmádena

18 de agosto 2008 - 01:00

El susto y la pequeña taquicardia que entra cuando se siente miedo y no se sabe qué hacer era inevitable. "La Policía me dijo que tenía que irme y cuando vi gente correr, al principio pensé que iban todos a la Feria; tengo aún el tembleque en el cuerpo y he pasado un mal rato". El testimonio es de Emilia Carvajal, a quien el desalojo de la playa de Guadalmar por el artefacto de ETA la pilló tumbada sobre la toalla. Pero el despliegue policial fue tranquilizando poco a poco los ánimos y la mayoría vio en todo aquello más incordio que otra cosa.

Es lo que le pasaba, por ejemplo, a un vecino de Puerto Marina que no podía acceder al recinto para coger su coche. Se tenía que ir a trabajar a Málaga. "¿Que no van a abrir hasta las cuatro? Pues no llego...". Junto a la cinta policial que cerraba el paso, una señora estaba más crispada que atemorizada: "Son ganas de hacer daño al turismo, arruinar el día de playa y que la gente se asuste". Hubo muchos que dijeron lo mismo.

"Con la explosión, lo que se ha visto ha sido un nube grande polvo. Yo no he tenido miedo, aunque mi hija de 8 años estaba un poco asustada; si el petardazo hubiese sido más fuerte, a lo mejor estábamos todos metidos en nuestras casas y asustados", reflexionaba Paco Cuesta en Guadalmar. La detonación de Benalmádena tampoco fue nada fuerte. "Parecía más un cohete que otra cosa".

La primera reacción con el desalojo fue correr. Los agentes avisaron a la gente en persona y a través de megáfonos, aunque el boca a boca funcionó entre los bañistas. En Benalmádena, las playas de Malapesquera y Fuente de la Salud se quedaron sin bañistas, pero con las sombrillas puestas. A un grupo de turistas de Úbeda, la Policía le dijo que se fuera con lo puesto, que no recogiera nada. Sobre la arena, además de las sombrillas, quedaron hamacas, bolsas y hasta móviles y carteras.

Cerca de las dos de la tarde, la calle principal de Benalmádena estaba salpicada de grupos con gente en bañador y bikini que esperaban el momento de acceder al puerto. Algunos tenían allí su coche y otros, su casa. Como Rubén Jiménez y los siete compañeros de Madrid con los que está de vacaciones. "Hemos bajado para ir a la playa y un policía nos ha dicho que saliéramos de allí; nos dijeron que podíamos coger el coche, pero hemos pasado". Se pusieron algo nerviosos, y tras alejarse, lo primero que hizo Rubén fue contactar por teléfono con la familia para comunicar que todos estaban bien.

El ir y venir de vehículos y agentes policiales era constante y se desconcían los detalles, sólo que había una bomba. Los taxistas, mientras tanto, informaban de que la N-340 estaba cortada y el tráfico era desviado a la autovía desde la rotonda del Turista, en Torremolinos.

Hubo desasosiego, pero la normalidad no tardó en llegar. Puerto Marina se abrió a las cuatro de la tarde, y a esa hora, Guadalmar ya estaba tranquila.

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