Los tapones ¿una solución idónea?

Muchas familias los recolectan con fines benéficos, pero los trabajadores sociales sostienen que la Administración debería hacerse cargo de esos casos

Tapones recolectados.
Tapones recolectados.
J. M. Botello Málaga

24 de agosto 2014 - 01:00

Muchas son las familias que se ven abocadas a recurrir al reciclaje de tapones de plástico, para conseguir pagar un tratamiento médico a un familiar, o adquirir algún instrumento, como una grúa o una silla de ruedas, que le permita a un enfermo desenvolverse mejor en el día a día.

Rafael Arredondo, presidente del Colegio de Trabajadores Sociales de Málaga, enlaza el aumento de estas causas con la crisis económica y el "retroceso" de los servicios del Estado social y lo relaciona con el concepto de beneficencia: "Todo el mundo debería poder acceder a unos recursos y unos derechos sociales, no debería ser una cuestión de gracia 'qué bueno que somos que le hemos dado eso a un niño', no, es que tiene derecho a tener una silla o una carpeta para ir al colegio".

Además, aunque reconoce que estas campañas son irremediables en la actualidad "porque tristemente hay necesidad", también destaca que los trabajadores sociales no están de acuerdo en el fondo con que se afronten así estos asuntos: "Lo tenemos muy claro, estos problemas se deben afrontar desde la justicia social, que te dice que todos pagamos impuestos para que las administraciones presten servicios de bienestar social a la población, y hacer política, en este caso, hacer un presupuesto, establecer prioridades, y se debe priorizar primero una silla de ruedas para una niña, es decir, debería existir una distribución mucho más justa en función de las necesidades reales, algo que no se hace". Y afirma que como consecuencia de eso, las carencias se están cubriendo desde el sector privado: "Vamos a hacer una campaña para recoger dinero con tapones para un niño que no tiene una silla de ruedas' ¿por qué? Pues porque entre todos no hemos sido capaces de dársela, entonces que llegue una empresa, que es muy buena, o hacer una recolecta entre todos, que somos muy buenos, y le damos la silla". Y se quejó de que "este modelo no exige derechos sociales, y es algo que la sociedad está aceptando" porque tiene que sobrevivir.

Uno de estos casos, podría ser el de Lucía, una niña de 5 años que sufre de síndrome de Rett, una enfermedad genética que se suele detectar en torno a los 6 u 8 meses de edad, cuando, según explica su madre Isabel Fernández, "dejan de hablar, de andar, de jugar". El problema con el que se ve esta familia es que Lucía necesita de varios tratamientos, como los de fisioterapia y logopedia para lograr una mejor calidad de vida, pero, según explica Isabel la Seguridad Social sólo les paga una sesión de fisioterapia semanal, algo que considera insuficiente. Pero además se encuentran con otro problema: "Mi marido se quedó en paro y actualmente sólo tenemos la ayuda de los 400 euros al mes". Por esa razón, decidieron comenzar a recolectar tapones, con los que sacan unos 120 euros cada dos semanas, unos 800 kilos de tapones. Lo que le permite pagar el tratamiento.

En cuanto al modo de recogida, explica Isabel que utilizan el "puerta a puerta", y ponen cajas en muchos comercios, sobre todo del Puerto de la Torre, pero que también mucha gente va la empresa de reciclaje Replasur, da el nombre de Lucía Fernández, y recibe un vale con una cantidad que luego recibirán ellos.

Por otra parte, otro de los puntos negativos de estas campañas que ve Rafael Arrendondo es la enorme cantidad que se debe recoger para llegar a unos objetivos aceptables: "Para conseguir algo con este método se necesita toda una infraestructura amplísima, desde el transporte hasta los puntos de recolección". Y se cuestiona sobre el tiempo en que se tarda: "Una persona tiene una necesidad de una silla de ruedas, y se tardan unos meses en conseguir unas toneladas, pues todo ese tiempo ha pasado sin la silla. Y es que son necesidades muy perentorias, que no pueden demorarse mucho". Por esa razón cree que este tipo de actividades tienen un sentido más medioambiental que social.

La cuestión de las enormes cantidades que se necesitan lo conoce muy bien Miguel Ángel Muñoz, director del colegio Manuel Altolaguirre, que lleva desde 2008 reuniendo tapones para una antigua alumna, que tras un accidente en el colegio perdió las dos paletas: "La niña se cayó cuando tenía 12 años y la Junta consideró que no había negligencia del centro, por lo que le correspondería a los padres pagarle unos implantes dentales, pero ellos no pueden afrontarlo por su situación económica". Sin embargo, ahora, seis años después, sólo tiene recolectados algo menos de una tonelada de tapones, algo insuficiente para llegar a los 4.000 euros que necesitan "a pesar de que tengo a los niños trayendo tapones".

Por esta razón, Miguel Ángel, piensa que este método sólo es efectivo cuando se dispone de una gran infraestructura, "por ejemplo, si toda la gente de Málaga ayuda, lo mismo sí lo conseguimos". Pero no se cierra a cambiar de método en un futuro, aunque tiene claro que será "por lo privado". Además, se queja el director de que el transporte es otro problema, ya que necesitan furgonetas para transportarlos hasta la planta de reciclaje. "Y es que la mayoría de la gente piensa que es sólo un problema estético, pero no es así, es también psicológico, incluso fisiológico, porque ella no puede comer con normalidad, y lo necesitamos dentro de poco, en cuanto cumpla los 18 años y la mandíbula deje de crecer" señala.

En cuanto al dinero que reciben estas familias, Marta, empleada de Replasur, una de las empresas dedicadas al reciclaje, dice que por cada kilo de tapones dan 15 céntimos, es decir, si se hace una simple regla de tres, el precio de la tonelada sería de 150 euros. Además asegura sólo los reciclan para estas causas: "Pedimos siempre que traigan algún documento que certifique la situación, y que no están recibiendo subvenciones". Además, indica que hasta hace un par de años, tiraban los tapones de los envases de plástico que les llegaban "porque en realidad tienen muy poco valor, nosotros no obtenemos un gran beneficio, aunque sí da mucho trabajo".

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