Un 'tesoro' bajo el mar con destino a china

El marisqueo furtivo de los pepinos de mar se ha convertido en un negocio para la veintena de infractores que acuden desde Cádiz a Málaga en su busca para enviarlos luego a Asia

Varias capachas llenas de pepinos de mar capturados de forma ilegal e intervenidos por el Seprona.
Varias capachas llenas de pepinos de mar capturados de forma ilegal e intervenidos por el Seprona. / Fotografías Cedidas Por La Guardia Civil

Málaga/De sobra es conocido en Málaga la pesca ilegal que los llamados bolicheros mantienen como su forma de vida y principal sustento. La captura de inmaduros, que después venden sin ningún tipo de control sanitario, es su objetivo y, pese a la presión policial, aún quedan entre 60 y 70 en la provincia. Pero a la esquilmación de los recursos pesqueros a la que estos pescadores furtivos autóctonos están contribuyendo se une, además, los que llegan de fuera en busca de especies ya agotadas en sus caladeros. Normalmente proceden de Cádiz y los pepinos de mar con destino a China, y las ortiguillas y los erizos son su prioridad para atender la tradicional demanda de éstas dos últimas especies en épocas como las del Carnaval que se ha celebrado estos días.

Ha ce poco más de un año que esta actividad se ha disparado en la provincia. El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, en coordinación con la Junta de Andalucía, sigue de cerca la pista de la veintena de furtivos que tienen identificados, la mayoría de entre 30 y 40 años, algunos con más de un centenar de infracciones por pesca furtiva a sus espaldas y otros incluso con antecedentes penales por narcotráfico que han encontrado en el negocio del marisqueo una forma más fácil de ganarse la vida.

Pero el modus operandi es muy similar. Sobre todo, en el caso de los pepinos de mar, también conocidos como cohombros de mar, tusas u holoturoideos, una especie filtradora que vive en las zonas de rocas y que se han convertido en un suculento negocio para los que forman parte de esta red que no termina en el marisqueo ilegal. El destino final de los ejemplares capturados, explicó a este periódico el sargento jefe de la patrulla Seprona en Málaga, Carlos Plaja, es China a donde se transportan "ya secos en maletas vía aeropuertos". Las propiedades terapéuticas y afrodisíacas que se le atribuyen a los pepinos de mar han convertido su captura en un filón para los pescadores que se desplazan desde Cádiz hasta Málaga, e incluso también a la costa granadina, en busca del codiciado tesoro que puede reportar unos 70 euros por capacha o espuerta, donde caben hasta 25 kilos, en el caso de venderlos sin limpiar y hasta 150 si se entregan ya listos para secar.

Y es que, según el agente de la Guardia Civil, una vez capturados y limpiados son vendidos bien directamente a ciudadanos de origen chino o bien a intermediarios que previamente "los secan al sol en terrazas o azoteas de viviendas particulares sin control sanitario alguno hasta que quedan compactos y pueden ser enviados a China". Allí hay algunas especies que pueden llegar a venderse a casi 1.500 euros el kilo. Pero hasta llegar al país asiático, donde han adquirido un importante valor, deben superar algunos obstáculos. El primero en el propio medio donde son capturados, ya que los agentes del Seprona ejercen un férreo control sobre estos pescadores furtivos que incluso se anuncian por internet.

Las zonas de roqueo de Mijas y Benalmádena son los puntos calientes donde se concentra la captura de los pepinos de mar cuya comercialización no está regulada ni autorizada, si bien "también aprovechan para llevarse anémonas de mar (ortiguillas), erizos de mar y erizos negros muy demandados en Cádiz en esta época coincidiendo con la celebración del Carnaval y que prácticamente van del mar a la calle donde se venden sin haber pasado ningún control", alertó Plaja.

Normalmente se desplazan desde algún punto de Cádiz hasta la costa malagueña en un coche, casi nunca a nombre de alguno de los pescadores furtivos para evitar que les sea intervenido en el caso de ser sorprendidos mariscando de forma ilegal. Sin embargo, el jefe de la patrulla del Seprona explicó que en el caso de los reincidentes el modo de proceder es más sofisticado ya que se dividen en dos vehículos, "uno que es el encargado de realizar tareas de vigilancia en la zona y que actúa como lanzadera a la hora de regresar y otro que espera en la playa a que termine la jornada de marisqueo que puede durar hasta seis horas".

La mayoría de las veces las capturas se hacen con equipos de buceo con equipos de respiración autónomos, es decir, mediante bombonas de oxígeno que garantizan un mayor volumen de capturas e incluso "hay mayoristas que proporcionan el material a las marisqueros que van a capturar sus encargos debido a que suelen ser equipos caros y que cuando son intervenidos no se devuelven a sus propietarios".

Actúan a plena luz del día, aunque se toman muchas molestias para evitar ser pillados in fraganti por la Guardia Civil. Según Plaja, una vez que terminan de capturar, "fondean las redes cerca de la orilla y salen del mar sin nada para comprobar que nadie los ha visto". Ya en la arena se toman con calma el momento de quitarse los equipos de buceo e incluso hay veces, señaló, en las que "se montan en el coche y se van para tratar de despistar y regresar más tarde cuando creen que no les vigilamos". Pero los experimentados agentes del Seprona saben perfectamente cuáles son los puntos a donde suelen acudir a mariscar furtivamente y esperan pacientemente durante horas a que terminen la tarea para interceptarlos in situ, aunque también a veces sorprendidos ya en carretera.

Las zonas de roqueo de Torrequebrada en Benalmádena, los Baños del Carmen en Málaga, y el faro de Calaburras, La Cala y la urbanización Las Torres en Mijas son los focos calientes del marisqueo furtivo. Las intervenciones más importantes que ha llevado a cabo la patrulla del Seprona de Málaga tuvieron lugar hace poco más de un mes. Dos diferentes en una misma tarde y a poca distancia una de otra en La Cala de Mijas, en las que fueron intervenidos un total de 407 kilos de pepinos de mar y siete personas fueron denunciadas. Cuatro de ellas habían capturado 207 kilos, mientras que las otras tres llevaban 252 kilos ese día y apenas unas semanas después fueron sorprendidos de nuevo por la Guardia Civil.

El problema es que esta práctica sólo conlleva una sanción económica de entre 300 y 60.000 euros, que impone la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural y que en la mayoría de los casos no llega ni a pagarse porque "gran parte de los infractores se declaran insolventes", subrayó el responsable de la patrulla del Seprona. Sin embargo, si se ha intervenido el vehículo en el que desplazaban las capturas, solamente les es devuelto cuando se produce el abono de la multa, si bien es frecuente que estén a nombre de familiares por lo que alegan que no sabían el uso que se le estaba dando para poder recuperarlo sin tener que pagar. No ocurre lo mismo, en cambio, con el material de buceo que se les retira de forma definitiva. La presión policial para poner coto a estos buscavidas sin remilgos no cesa, pero la presión que sufren los caladeros de estas especies está comprometiendo seriamente su supervivencia futura.

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