La Corta es muy larga
Opinión
A partir del reciente tiroteo en La Corta, la profesora Ana Rodríguez Martín, exdirectora en Centro de Difícil Desempeño, habla sobre la realidad en estas aulas
Un nuevo tiroteo en La Corta se salda con un muerto y un herido

La autovía es el puente que en quince minutos me transporta a otra realidad. Suelo ser lenta a esas horas, me superan las conversaciones más o menos forzadas en esos matutinos saludos, necesito toda mi energía porque no sé con lo que me voy a encontrar. A las ocho aún están dormidos, o casi. Cada uno de ellos llega a su manera, unos con una bolsa de plástico en la que han metido el bocadillo, comprado en la tienda en la mayoría de los casos, algún zumo, o los que vienen sin nada. Por supuesto la libreta bajo el brazo, algún bolígrafo y pocas ganas de trabajar.
Cada mañana es distinta, porque cada uno de ellos viene de mil batallas. Los que se han quedado hasta las tantas viendo películas en el teléfono, los que se quedan hablando en la calle hasta que el frío les hace abandonarla, los que no tienen ningún norte en sus casas y da lo mismo que hagan lo que hagan, todo da igual.
Pero hay mañanas en las que la noticia en el barrio golpea los tabiques con tal dureza que es imposible esconderse tras el bollo o el bocadillo, y el aula se convierte en un refugio. La calle les ha vuelto a escupir con un gargajo de asquerosa realidad:
-"Seño, no vea…a las tres de la mañana se oyó un bombazo tremendo. La policía echó la puerta abajo de mi vecino. Al salir a la puerta, uno de los policías me sujetó para que no saliese, cerrando de un porrazo mi puerta. Venía buscando cosas…ya sabe, lo de siempre".
Por desgracia, oír esto, que es previsible, supone un soniquete al que una nunca se acostumbra. Se produce en mí una extraña relación de sentimientos. Les miro y sigo pensando que cómo es posible que la vida les ponga tan pronto en el brete de tener que entender, lo que a mi tanto me cuesta.
-"Seño, lo he visto desde mi ventana, ¡qué asco, se le abrió la cabeza y se le salían los sesos! El tiroteo ya se veía de venir. Ya sabe, lo de siempre".
Lo de siempre, a lo que no me acostumbraré nunca, pues tener ante mí esa compleja realidad y alguna posibilidad de remediarla, resulta duro de asumir, cuando no se hace todo lo que se podría, para evitar el fatídico final que suele augurarse. Qué triste la demagogia con la que pelotean unas administraciones y otras para no hacerle frente. Enrolándose estas en discursos vacíos, que no aportan nada nuevo en las aulas.
Esos denominados “Centros de Difícil Desempeño” importan lo justo para quedar bien, cuando la administración educativa busca cómo colocarse alguna medalla, pero poco más. Tan solo alguna entidad financiera, como Caixa (es justo decirlo), destinan cada año una parte de sus recursos a implementar las plantillas del profesorado de esos centros, y sin los cuales sería un milagro sacarles adelante. El resto literatura barata.
No existen expectativas y para algunos, un dinero tirado. Es fácil decir que resulta imposible cambiar la tendencia de este alumnado, algunas veces retorcido. Se me hace el corazón un nudo cuando leo la prensa, y de nuevo otro tiroteo, otra muerte de jóvenes que hace nada eran niños y alumnos nuestros. Dio tristemente en la diana y no es que apuntara maneras, no. Es que están fatalmente destinados a ello si no existen recursos para contrarrestar esa durísima realidad.
Coeducar es necesario, pero también lo es que no se generen discursos confusos en educación. Implementar las plantillas del profesorado para que aborde formulas creativas, y que se den la mano con un horizonte laboral real. Si la formación es una herramienta, la salida laboral es una necesidad para romper el círculo en el que ese escupitajo les ahoga.
La colaboración entre Asuntos Sociales, Salud Mental, Empleo, Jueces de Menores, Policía, resulta famélica, por no decir inexistente. En ese mundo en el que es imposible ser niño, tener sueños o palpar que la humanidad es humana, hay que tener muchos cojones y una enorme capacidad de autoridad para tomar otro camino. Pues más pronto que tarde aprenden a desenfundar una pistola y como no, a usarla.
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