Cuando uno se da un chapuzón en el mar, la vista no alcanza a ver lo que tiene bajo los pies. Quizá muchos ni se planteen esta cuestión, y si lo hacen, la mayoría diría que arena, piedras, algas y algún que otro pez. Tal vez, muchos no sean conscientes de que junto a esto también hay un gran vertedero, toneladas de basura con la que se comparte el remojón. Ayer, como cada día de verano, la playa del Espigón de la Térmica estaba llena de malagueños que aprovecharon la mañana de sábado para tomar el sol, darse un baño o simplemente pasear por la arena. La imagen hasta aquí no dista mucho de lo usual, si no fuese porque a ellos se unieron alrededor de 300 voluntarios reunidos allí dispuestos a limpiar el fondo marino, la arena y las rocas, entre ellos 85 buceadores.
El tiempo ya hacía prever una buena pesca, ya que el mar estaba tranquilo y los buzos podían divisar el fondo prácticamente desde la superficie. El resultado de la búsqueda fueron dos toneladas de residuos, sobre todo de plástico, vidrio, latas, lonas, restos de obra, artículos de playa, como sombrillas y sillas, una batería de coche, plomo de pescar, y neumáticos.
A las 12:00 ya se disponían para realizar la primera inmersión, aunque horas antes habían comenzado a llegar, para enfundarse el traje de neopreno, preparar la bombona de oxígeno y organizarse. En esta ocasión no hubo muchas sorpresas en forma de frigoríficos, hornos, bicicletas, bombonas de butano o cortacésped -artículos que en anteriores ocasiones se han extraído- pero el presidente de la Asociación Universitaria de Actividades Subacuáticas, Francisco Bautista, explicó que les había llamado la atención la cantidad de neumáticos hallada, unos seis, además de una rueda de camión que tuvo que ser sacada con un globo izado. "También hemos encontrado cinco kilos de plomo de pescar", aseguró. Todos estos restos fueron separados para someterlos al proceso de reciclaje.
Más de un bañista hizo un gesto de desconcierto cuando a su lado bajo el agua asomaba la cabeza -o las aletas- alguno de los buzos. Aunque la mayoría sólo se acercaba para curiosear, más de uno dejó la sombrilla clavada en la arena para ayudar en la limpieza a los 35 voluntarios de tierra que recogían la basura acumulada entre las rocas y la arena, ya que este año, por primera vez, el saneamiento ha sido integral. "El objetivo es concienciar a la gente, porque el mar no es un felpudo. Una batería de un coche hace mucho daño y es triste que encima de una roca donde viven mejillones y algas haya plásticos", declaró Bautista.
"Hoy nos toca trabajar, pero con una sonrisa", expresó Maite, una de las submarinistas, que comentó que aunque es algo "simbólico" pretenden poner así su granito de arena. "Por fuera parece que todo está impecable, pero en el fondo te encuentras de todo", aseguró. Óscar Luna, del Centro de Buceo Petubo, que participó en la actividad junto a nueve compañeros. "Es una lástima que sólo se haga esto una vez al año. Todos somos culpables de como está el mar, lo que pasa es que desgraciadamente sólo lo vemos los que buceamos", declaró. La mayoría ya había colaborado antes, y comentaba que también es un día de encuentro para ellos. Así lo aseguraron Nieves Bravo, José Luis Orellana y Carlos Muñiz, aficionados al buceo, que ya acudieron el año pasado. La jornada resultó satisfactoria para todos, que se despidieron hasta la próxima, con la intención de que la espera no sea demasiado larga.
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