ángel asenjo. arquitecto

"El 'no me toques lo mío' aún prevalece como idea fundamental en el puerto"

  • Dice que cuando Aparicio quiso que su hermano, José Asenjo, repitiese como edil de Urbanismo, le pidió que no aceptase: "Me hizo caso"

  • Destaca el mérito de De la Torre de "rematar" la ciudad

Ángel Asenjo, en el edificio que él mismo diseñó en la zona de La Malagueta y que acoge su estudio de arquitectura.

Ángel Asenjo, en el edificio que él mismo diseñó en la zona de La Malagueta y que acoge su estudio de arquitectura. / FOTOGRAFÍAS: javier albiñana

-el pasado jueves se ponía la piedra de una promoción de casi 300 viviendas en Teatinos. Lo que hace unos años era extraordinario ahora empieza a ser más común. ¿El enfermo que ha sido durante años el sector inmobiliario sale de la UVI?

-Indudablemente el sector inmobiliario empieza a activarse, lo que pasa es que se hace de manera distinta, no es volver a lo anterior. Hay unas formas distintas de promover, de financiar, de hacer los proyectos. El sector se ha transformado y quizás con una apariencia más solida.

-¿Se ha aprendido de los errores del pasado?

-Creo que sí. Ahora la actuación es más profesional, más cuidada, hay menos alegrías en la financiación de las operaciones, los fondos que financian las operaciones son bastante rigurosos y eso hace que el panorama sea mejor. Que duda cabe que empieza a verse una actividad lógica y lo deseable es que no se llegue a entrar en una locura como la otra vez. Ahora parece que las cosas se analizan más y se atienden a demandas reales.

-¿Es una impresión o tiene el temor a que se vuelva a lo ocurrido antes de la crisis?

-El dislocamiento del sector lo produjo la banca. Los fondos actúan de forma distinta, más cautelosa, toman más precauciones. Es difícil que se repita la frivolidad con la que actuó el sector bancario en la etapa anterior.

-¿Para poner coto a ese descontrol es necesario la actuación de la Administración? En Andalucía ha sido habitual aprobar plan tras plan...

-Creo que un cosa es gobernar y otra legislar. Aquí parece que se gobierna legislando y eso es un error. Crear leyes para taponar la actividad es peor que gobernar la actividad y evitar que se hagan actuaciones que no tienen ningún sentido. Lo único que se ha hecho es paralizar todo de forma indiscriminada y no atender a la cualificación del desarrollo urbanístico. Creo que en la Junta son conscientes de que esta política de legislar, legislar y legislar para crear una malla de tramitación insuperable y que un trámite adquiera una complejidad insospechada es un error.

-Hoy, si usted tiene que tramitar un proyecto urbanístico, ¿cuánto puede durar?

-Un estudio de detalle no es menos de un año o 18 meses; un plan parcial, tres o cuatro años, y si se trata de un suelo no sectorizado, podemos hablar de 4 o 5 años. Eso es insostenible porque los actores que inician el tema cambian; cuando va a estar resuelto la empresa desaparece o cambia de objetivos. La legislación urbanística tendría que ser muy ágil, atender a la cualificación de lo que se plantea y tener unas caducidades claras. Si se tramita un instrumento para desarrollar un determinado conjunto debe disponer de un plazo para llevarse a cabo y de lo contrario que se caduque el permiso. Ahora estamos ante una situación en la que la dificultad es infinita y luego puedes estar especulando con el suelo los años que quieras.

-Estos días hemos conocido la defunción de una de las empresas históricas de la provincia, Vera.

-Yo tengo un recuerdo inmejorable de Francisco Vera, que fue un luchador. Vivió dos momentos, el del boom en el que todos eran facilidades y el de la crisis, en el que a lo mejor la Administración no ha respondido. La situación es fruto de las circunstancias y el resultado no es el que se merecía. Creo que la Administración no es sensible a estas cosas, al valor que tiene el empresariado y no valora lo que es una empresa y las dificultades por las que atraviesa.

-La profesión de arquitecto fue la más perjudicada durante la crisis. Usted más o menos se ha mantenido a flote. ¿Cuénteme su experiencia?

-El recorrido de la crisis ha sido más que difícil y con muy poca ayuda por ninguna parte, ni la Administración ha ayudado en nada, ni los bancos... Podrían haber hecho encargos profesionales a empresas que tenían una cierta estructura y mantenían puestos de trabajo. Nosotros tuvimos la oportunidad de hacer trabajos fuera y eso es lo que ha hecho que continuemos con la actividad. Si no habríamos caído.

-¿De qué obra se siente más orgulloso?

-Mi obra más significativa fue el Palacio de Ferias. Quién me encargo el proyecto fue Celia Villalobos, me dio una confianza ilimitada e hicimos un proyecto muy bonito. Luego se gestionó muy bien con el actual alcalde. Ha tenido años de inercia en arrancar y ahora empieza a ser un elemento importante de la ciudad. La satisfacción no solo es por el diseño sino también porque funciona lo diseñado. El arquitecto tiene que entusiasmarse con cualquier obra que cumpla una función social. Lo que me gustaría hacer es edificación en altura, no estoy en contra de ella. He hecho una obra muy variada, he tocado todos los palos y aspiro a seguir haciéndolo.

-Usted ha trabajado con Celia Villalobos, con Francisco de la Torre y con Pedro Aparicio...

-Con Pedro Aparicio poco o nada.

-Al menos tiene una idea clara de ellos. ¿Con cuál ha sido más fácil trabajar? ¿Tenían una idea clara de trabajar?

-Quizás Celia era más decidida, pero Paco de la Torre tiene un concepto de la ciudad claro. Han sido conceptos distintos. A Aparicio le preocupó mucho la periferia, Celia se encontró esa labor hecha. Hay que recordar que la Ley del Suelo en ese momento no le exigía al promotor hacer nada, con lo que había barrios que eran terrizos. Su trabajo fue encomiable y cambió la ciudad en el PGOU de 1983. Celia tuvo la decisión de recuperar el Centro e iniciativas claras. Y De la Torre, desde su solidez cultural y mental, ha completado muy bien la ciudad. Es un hombre dubitativo, porque es su naturaleza, pero tiene el mérito de haber sabido rematar la ciudad.

-Su hermano es José Asenjo, quien fue concejal del PSOE con Aparicio y destacado referente de la formación socialista a nivel andaluz. ¿Eso le benefició o perjudicó?

-Creo que me perjudicó más. Siempre intenté ir por la vía de la legalidad y la rectitud y eso creaba conflicto y contrastes. Desde ese punto de vista cuando Pedro Aparicio quiso nombrar de nuevo a José concejal de Urbanismo le pedí que no lo aceptase...

-¿Le hizo caso?

-Me hizo caso. Siempre me he mantenido en una línea de limpieza en mis actuaciones y prueba de ello es que los dos hemos salido bastante limpios de situaciones muy conflictivas para cualquiera.

-La tentación de acudir a su hermano hubiese sido lógica para pedir que le facilitase ciertos trámites.

-Lo evité al máximo. Nunca recurrí a él. A cualquier cliente que aparecía por el estudio y pensara que venía porque creía que le podía resolver lo que fuera, le ofrecía una copia del listado de arquitectos.

-¿La idea de que hay arquitectos que resuelven, que tienen esa capacidad de mover los hilos dentro de las administraciones es correcta?

-Está en la calle que hay quien piensa que determinados arquitectos resuelve mejor las cosas. Eso para el promotor tiene un valor indudable. Nosotros resolvemos las cosas pero desde el punto de vista técnico. Otra cosa es el tráfico de influencias. Es indudable que hay profesionales que se dedican al tráfico de influencias. Yo eso siempre lo he rechazado y he huido de ello.

-¿Málaga necesita una torre de 135 metros?

-Puede estar muy bien, pero el problema es dónde la sitúas y cómo. Yo no me he querido pronunciar a nivel personal, sí como miembro de la Academia de San Telmo, que la rechaza en su pronunciamiento.

-Hablamos del hotel del puerto. ¿Por qué San Telmo emite ese informe tan crítico?

-La nueva junta directiva cree que la Academia tiene que recuperar un lugar que tuvo en su momento. La Academia intervenía en dictar normas estética en el desarrollo de la ciudad. El primer proyecto que tramité en el Centro, en el año 80, fue objeto de un informe de la Academia. La Academia, que vive de subvenciones públicas, tiene que jugar una función pública. Y entre sus objetivos está preservar el medio ambiente. Vamos a intentar intervenir en todos los temas de la ciudad, es obligación pronunciarse sobre ello.

-Algunos pueden creer que existe una cierta animadversión hacia José Seguí. El informe estaba firmado por usted y Rafael Marín Delgado...

-Sí, porque los otros dos miembros de la sección de Arquitectura estaban de vacaciones. Pero lo hubiésemos firmado los cuatro miembros.

-¿Cómo definiría su relación con José Seguí?

-Pepe Seguí es compañero mío de carrera. Él estudió en los Maristas yo en los Agustinos. En Málaga lo conocía de vista y lo conocí en Madrid. He tenido una relación siempre respetuosa.

-A usted no le gusta el proyecto...

-Personalmente no me quiero pronunciar. Hay un pronunciamiento de la Academia. En este asunto ha tenido unanimidad de los asistentes, de los que no asisten no podemos saber lo que opinan. Nosotros no nos hemos pronunciado sobre la estética.

-¿Le ha llamado la atención el procedimiento que se está siguiendo con este proyecto?

-Soy urbanista, tramito muchas cosas y hay cosas que no se entienden con facilidad en este procedimiento. Primero el destino de la parcela, porque no está clara la clasificación de ese suelo. Antes de haber iniciado el procedimiento de adjudicación de ninguna concesión se tendría que haber discutido cuál debe ser el destino del suelo. Recuerdo que antes de que estuviese terminada la obra Villalobos me llamó y me preguntó si me parecía correcto poner allí el auditorio. Le dije que era bastante razonable, con un edificio de una arquitectura más controlada en cuanto a volúmenes y alturas...

-¿Usted participó en el concurso del Astoria?

-No.

-¿Puedo saber por qué?

-Por coherencia. En el segundo plan estratégico de Málaga una de las ponencias en las que intervine y redacté opiné que esa parcela no se tendría que construir, que debía usarse como elemento de conexión entre la Plaza de la Merced y la calle Alcazabilla. Si he escrito eso no me parece coherente presentarme al concurso. Y leí las bases del concurso y no me parecían razonables. Como posibilidad plantee hacer un edifico exento, que se apoyase en el cine Andalucía y en la parte posterior de la parcela del Astoria, un edificio en el aire, que fuese el cierre de todo ese megamuseo donde hay restos fenicios, romanos...

-¿Le gusta la apuesta por peatonalizar los laterales de la Alameda?

-Lo que sigo pensando es qué pinta el Metro ahí. El Metro condiciona el proyecto más adecuado de reurbanización, que es el de actuar sobre el eje central. Ese tramo creo que es un despilfarro e innecesario y tendría que haber acabado en la Plaza Manuel Alcántara.

-¿Cree que el Metro era un proyecto que Málaga no necesitaba?

-Yo me apunté al Metro como elemento de modernidad. Cuando se planteó la idea me gustó. Pero hay que hacerlo en los sitios en los que sea necesario hacerlo.

-¿La asignatura pendiente sigue siendo el Guadalmedina?

-Es un reto difícil. Cualquier solución es más compleja de lo que se está planteando, que son situaciones de cierta frivolidad. Habría que estudiar y ver los desvíos necesarios del cauce. Es el gran proyecto pendiente desde hace más de cien años. Otro reto es la integración puerto-ciudad, a la que le queda mucho, y que habría de hacerse con una perspectiva temporal más amplia que el mandato de un determinado político. Málaga tiene una sola opción de crece hacia muelle 4 y habría que estudiarlo en profundidad. Hay que tener en cuenta el papel del puerto de Málaga en el mapa mediterránea.

-Usted, hace algunos meses, firmó un documento junto a Salvador Moreno Peralta y José Alba reclamando incluso un nuevo plan del puerto.

-El asunto es que la ciudad crezca con todos sus usos, entre ellos el residencial, que no es pecado. La idea es seguir haciendo ciudad.

-Eso no sale adelante porque en el puerto todavía existe la idea de que ese espacio es suyo...

-Históricamente existe una cultura de recinto portuario que se ha roto un poco en los muelles 1 y 2 pero el espacio portuario sigue siendo de ellos, con una legislación muy estricta. El 'no me toques lo mío' sigue prevaleciendo como idea fundamental y no poner el espacio portuario al servicio de la ciudad. Ese salto cultural no se ha producido, el espacio portuario debe estar al servicio de la ciudad.

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