Una torre de Babel en la cocina

La asociación de Santo Domingo enseña a extranjeros a cocinar para tener más opciones de trabajar

Los inmigrantes participantes en el curso de cocina haciendo albóndigas.
Raquel Garrido / Málaga

27 de noviembre 2011 - 01:00

La mayoría no ha probado ni ha oído hablar nunca de qué es un puchero, una paella, unas croquetas o unas natillas. Pero saben que aprender a preparar estos platos les puede abrir muchas posibilidades a la hora de encontrar un trabajo en el servicio doméstico o en el cuidado de niños o mayores, que hoy en día y como consecuencia de la crisis se ha convertido casi en la única salida para los numerosos extranjeros que aún siguen residiendo en Málaga. Manos limpias, un delantal y manos a la obra aprender a cocinar al más puro estilo español.

María Luisa, la cocinera del comedor de Santo Domingo de la capital que lleva cuatro años dedicada a preparar la comida a las personas más necesitadas que diariamente pasan por allí, ha sido también la encargada de lograr en apenas una semana que los 15 inmigrantes que están haciendo el curso de cocina ofrecido de forma gratuita por la asociación benéfica salgan sabiendo preparar unas lentejas, un pisto o una sopa y puedan ampliar así sus expectativas profesionales.

Ayer tocaba hacer albóndigas con salsa de tomate y almendras, croquetas, puchero, en blanco y, pasta a la boloñesa y a la carbonara. Un menú muy completo pero nada habitual en la vida de estas personas que vienen de países tan diversos como Marruecos, Nigeria o Rusia. Aunque "aprenden rápido y son muy buenos alumnos", dijo María Luisa mientras les enseñaba cómo rebozar las croquetas. Entre cinco y seis platos diarios preparan estos aprendices de cocina que al término del curso recibirán el libro de recetas más típicas españolas con las que luego si tienen suerte podrán deleitar a los comensales que depositen en ellos su confianza.

No parecía costarles demasiado esfuerzo memorizar tantas recetas y demostraron una gran habilidad en la cocina pese a que la mayoría de las comidas que estaban preparando eran completamente novedosas para ellos. No para todos. Sourid Khouadri, una marroquí que lleva ya diez años viviendo en Málaga, ha trabajado como cocinera durante algún tiempo en un restaurante que la crisis empujó a cerrar hace algún tiempo, aunque era de comida típica norteamericana y no todos los platos que están aprendiendo ahora le sonaban. Aún así, alguna que otra vez se ha atrevido a hacer una paella con la única ayuda de una receta que consultó por internet y "todos me dijeron que estaba buenísima", aseguró esta mujer, que además tiene un hijo que trabaja en Madrid en un restaurante de jefe cocina.

Desde hace un año está haciendo, como otras de las participantes en este original curso de cocina, otro ofrecido por Cáritas Diocesana de Málaga para formarse en la atención a domicilio especialmente destinada a los mayores dependientes. "Quiero saber cómo hacer un puchero o una sopa para estas personas y así tener más opciones de trabajar", señaló esta alumna.

Era al menos la intención que la directora del comedor de Santo Domingo, María Ángeles Martín, se planteó cuando decidió el año pasado poner en marcha esta iniciativa por primera vez. Tal fue el éxito que este año lo ha vuelto a repetir porque estas personas, dijo, "tienen verdadera dificultad para encontrar un trabajo y todo lo que podamos apoyarles para lograrlo será positivo". Con el curso pretenden reforzar y complementar la escasa formación que tienen muchos de ellos en el ámbito doméstico y que les supone un impedimento a la hora de ir a pedir un trabajo. "Aquí les damos una base porque luego en cada casa se cocina de una manera, pero así pueden combatir el choque cultural", contó Fátima Hennouch, educadora de la asociación. Pero para la mayoría es mucho más que eso y es abrirles la puerta hacia una vida normal.

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