Pedro marín cost. jefe de programas europeos del Ayuntamiento y responsable el omau

"No he trabajado 20 años para que el Centro histórico sea un set de Hollywood"

  • En plena revisión de la Agenda 21, presenta hoy el libro 'El Proceso de Urbanización de la Ciudad, Compactar la Dispersión Urbana', en el que profundiza sobre los modelos de crecimiento

-El libro que presenta hoy está directamente relacionado con la revisión de la Agenda 21 aprobada en 2006. ¿Qué evolución observa en los años transcurridos desde entonces?

-En la gira que estamos haciendo por los barrios los vecinos nos preguntan: '¿Esto para que sirve?'. Y lo preguntan con toda la razón. A veces nuestra conexión con los barrios es un poco complicada. Los explicamos con ejemplos, mirando al pasado, destacando que hace diez años no había un solo carril bici y ahora estamos cerca de 30. Antes la idea de sostenibilidad era una cosa que la gente veía como muy extraña.

¿La Agenda 21 sí ha servido?

-Sobre todo a nivel estratégico y cada vez tiene más fuerza. Un reciente acuerdo de España con la Unión Europea exige el disponer de un marco de referencia estratégico como es la Agenda 21. El propio Pepri en avance usa ese documento como marco de referencia.

-Usted refleja en este libro dos modelos de ciudad contrapuestos, el de la ciudad compacta y el de la dispersa. ¿Qué camino cree que ha tomado Málaga?

-No creo que haya un modelo bueno o malo, pero sí más económicos o menos, más sociales o menos. El modelo mediterráneo es mucho más económico, eficiente y desde ese punto de vista menos vulnerable con el metabolismo urbano del planeta. La ciudad dispersa, que se inició en los albores del siglo XX en Estados Unidos, estaba motivado por el petróleo y la incipiente industria del automóvil. En aquella época, por ejemplo, San Francisco tenía un sistema de tranvías fantástico; dos años después de ser comprados por una corporación en la que estaban metidas grandes empresas del cártel del petróleo y el automóvil, cerraron. Era la opción de vender coches y petróleo.

-El actual PGOU de Málaga, ¿integra las líneas de acción de la Agenda 21?

-Hay discrepancias importantes. No tuvo en cuenta los objetivos que se marcaban en materia de compacidad, complejidad de usos y proximidad a servicios básicos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el PGOU de 2011 es heredero del boom inmobiliario, de la España que había perdido el norte y caminaba hacia ninguna parte. Ahora, en la elaboración de la renovación de la Agenda 21 ha participado gente que formó parte del Plan General y que ha asimilado la propuestas. Una idea es revisar los sectores de planeamiento que tienen una densidad media o baja, de manera que se pueda aumentar su densidad.

-Hay un desequilibrio en la vida de los barrios...

-Lo que ocurre es curioso. A la falta de densidad de población se suma que como consecuencia de una ciudad hecha a trozos en los años 60 y 70, el planeamiento de los últimos 20 o 30 años ha procurado poner equipamientos en ciertas zonas, en algunos casos, en exceso. Por el contrario, los barrios de los años 60 y 70 tienen una vida tremenda. Te vas a la Luz, a Huelin y todo está lleno de tiendas, de comercios; tienen actividad. Es verdad que tienen un exceso de densidad brutal, pero tienen vida, mientras que en la zona de Teatinos no la hay.

-Habla de los efectos de un "mal uso administrativo del planeamiento, mediocridad técnica y política" en las ciudades. ¿Hay ejemplo de ello en Málaga?

-En todas las ciudades hay que contemplar secuencias de desarrollo urbana más o menos desafortunadas. En la Barcelona olímpica, Maragall, que se rodeó de un equipo de técnicos importante, sacó a una ciudad parada y le dio un empujón, tan fuerte que ahora la gente se queja de que hay demasiados turistas. En otros modelos de ciudades, los representantes políticos no tienen esa capacidad estratégica de ver la ciudad y desarrollan proyectos más mediocres. Ese no es el caso de Francisco de la Torre, que busca una salida a la economía malagueña, muy degradada, en base al turismo urbano. De los 8 millones de turistas que venían a la Costa del Sol hace 18 años sólo el 4% venía a Málaga ciudad; el 15% iba a Sevilla, Granada o Córdoba.

-¿Se puede morir de éxito?

-Es verdad que hay ejemplos peligrosos. La isla de Venecia tenía hasta hace unos años 60.000 habitantes y ahora queda muy poca gente viviendo. Tiene 24 millones de turistas, lo que hace insoportable andar por la calle. En Málaga no llegamos a ese punto, pero mantener el equilibrio es difícil. Cuando hace veinte años se empezó la recuperación del Centro eso no era un problema. Tenemos que regular los usos y sus intensidades. Si hablamos de una ciudad que debe ser compacta y compleja no podemos dejar que una parte del centro sea monofuncional. Es triste que se tengan que ir comercios tradicionales cuando a lo mejor una franquicia ocupa el 100% de una manzana. Eso no podemos permitirlo con el planeamiento urbanístico. Hay que impedir que, por ejemplo, haya más de un 20% de un mismo uso en una manzana.

-¿Pero hay disposición por parte del equipo de gobierno?

-Creo que la va a haber. Conoce el problema y el alcalde ha comentado la necesidad de fijar un punto de equilibrio. Nuestro objetivo es que el centro recupere su población. En los 60 eran 16.000 personas en la almendra central, hoy son poco más de 6.000. Hay que recuperar a la gente joven, que haya niños, que haya actividad. No queremos que sea un parque de atracciones, para nada; un set de Hollywood, eso sería lo peor. No he trabajado veinte años para que sea un set de Hollywood. Queremos que la gente viva. Cuando vas por allí y hay una ocupación excesiva de mesas, que a una mujer joven que va con un carrito le cuesta pasar te cabreas. Que un anciano no pueda salir de su casa o no pueda recibir a otros ancianos porque no pueden llegar con el coche a la puerta de su casa indica que hay un desequilibrio.

-¿No echa en falta mayor contundencia por parte de quienes toman las decisiones?

-Somos técnicos, procuramos asesorar a los políticos y ayudarles a enfrentarse a los problemas. Es obvio que me gustaría que a veces se actuara con más contundencia.

-Sus manifestaciones suelen generar controversia.

-Sí, posiblemente sí. Aún no siendo personal de confianza del Ayuntamiento, tengo una excelente relación con el alcalde y con el resto de concejales tengo buena relación. La amabilidad y la educación no están reñidas con defender criterios que pueden ser divergentes. Puedo perder la batalla en un momento determinado pero a medio plazo la voy a ganar. Como en Villa Fernanda, donde el informe del OMAU fue decisivo para corregir aquel tema. Previamente había discutido ese asunto con gente que era partidaria de que se edificase allí. Al principio no tuve mucho éxito pero al final el sentido común ha ganado.

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