El turista internacional despierta lentamente y con reservas de última hora

Tras un agosto muy bueno por los visitantes nacionales llega un otoño en el que las esperanzas están puestas en los foráneos, que llegan a cuentagotas, con reservas de última hora y con los touroperadores aún bajo mínimos

Turistas en un chiringuito
Turistas en un chiringuito / Javier Albiñana
Tomás Monago

19 de septiembre 2021 - 07:10

Había muchas esperanzas en que el verano turístico se alargara por un hipotético impulso del turismo internacional y, por ahora, la situación es muy incierta. El sector ya despidió el 31 de agosto al aluvión de turistas nacionales que ha salvado la temporada de verano y en septiembre se ha notado un cierto bajón, sobre todo en la Costa del Sol, tras un agosto inesperadamente bueno. En la primera quincena de septiembre solo en los fines de semana se ha notado cierta alegría, en un tiempo que para los españoles es ya más de escapadas, viajes de jubilados y congresos.

Parece difícil, pues, que el turismo internacional masivo en términos similares a 2019 pase en 2021 por Málaga. “Ha fallado”, afirma Miguel Sánchez, presidente del Consejo de Turismo de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), quien atribuye esta circunstancia a “todas las cosas que se les exigen, que son inconvenientes” y a que “las salidas y llegadas a los aeropuertos se producen de forma muy lenta”, “No hay confianza suficiente como para viajar libremente y los touroperadores planifican menos vuelos que antes de la pandemia porque no se quieren arriesgar”. Javier Hernández, vicepresidente de Aehcos, la asociación de empresarios hoteleros de la Costa del Sol, añade la exigencia a los británicos de una PCR a su vuelta (en julio eran diez días de cuarentena), lo que eleva el coste del viaje. La única esperanza es que la progresiva eliminación de las trabas para viajar en Reino Unido (donde a partir del 4 de octubre ya no se exigirá PCR) o Alemania eleve la reservas y a eso se agarraba este viernes Aehcos para afirmar que se observa una ligera mejoría que permite albergar moderadas esperanzas en que septiembre-octubre se puedan salvar, siempre en un contexto en el que “planea una lógica incertidumbre”.

Hernández plantea que están creciendo las reservas directas de agencias on line pero aún siguen bajo mínimos los touroperadores. Además, añade Mari Francís Peñarroya, directora de Holiday World, en Benalmádena, llega turista extranjero sí, sobre todo francés ahora, pero el principal emisor, el británico,“está dormido”, dice, y no cree que “vaya a despertar”.

Con este panorama, los hoteleros de la Costa del Sol prevén ahora una ocupación hotelera del 69,6% en septiembre (a principios de mes era del 58,4%) y del 51% en octubre frente al 42% de la estimación anterior. En noviembre y diciembre se quedará en el 30,7% y el 29,8% respectivamente. Pese a la mejoría, si se cumplen estas previsiones septiembre estará aún un 26% por debajo de la cifra de 2019 y octubre un 33%, caídas muy superiores ambas a las de agosto. Una de las consecuencias es el regreso a los ERTE de algunos trabajadores tras incrementarse las plantillas en agosto. Y la otra está en el ambiente: el previsible cierre temporal de hoteles a partir del mes de octubre, sobre todo los más dependientes del turismo británico. El propio Miguel Sánchez va a cerrar dos de los establecimientos de MS Hoteles, la cadena que él mismo fundó. Y la propia Aehcos afirmaba en una nota de prensa reciente que en el segmento de sol y playa (no en el urbano) se espera ya un cierre progresivo de establecimientos en las zonas más afectadas por el descenso de la demanda y fundamentalmente para los meses posteriores a octubre”. Javier Hernández asegura que en Aehcos aún no hay constancia de que haya cierres en octubre y que todo va a depender de si se prorroga el mecanismo actual de los ERTE. Si no sucede así –los hoteleros piden una alargamiento hasta Semana Santa– “los empresarios lo tendrán muy difícil para alargar la actividad de los hoteles con su propia financiación”.

Grupos de turistas pasean por la calle Alzacabilla en el centro de Málaga
Grupos de turistas pasean por la calle Alzacabilla en el centro de Málaga / Domingo Mérida

Esta es la situación del sector tras un verano en el que el turismo nacional ha apostado por Málaga. Agosto ha sido un buen mes, con un 76,4% de ocupación, según Aehcos (tras el 40% de junio y el 60% de julio) pero ha estado aún así un 14,8% por debajo del mismo mes de 2019. “El bajón del turismo británico ha supuesto la pérdida de 180.000 pernoctaciones a la semana y entre 20 y 25 millones de euros también semanales”, afirma Hernández. Y ese agujero ha sido insalvable.

El panorama, en cualquier caso, ha variado mucho según zonas. Nerja, más de turismo nacional; Marbella, con mucha diversidad de procedencias, y Málaga, por ejemplo, han tenido un verano especialmente bueno por su menor dependencia del turismo británico. Jorge González, director de Málaga Palacio, asegura que la ocupación en su establecimiento ha sido “muy similar a la de 2019 y en septiembre la perspectiva es prácticamente igual”. La capital sigue pujante en este mes, en el que el turismo es más urbano y de congresos. En Marbella la temporada también ha ido bien: “Nos ha sorprendido, ha sido sensiblemente mejor de lo que esperábamos, con varios días en agosto con el hotel lleno”, dice Fernando Al-Farkh, director del hotel Los Monteros. Al-Farkh preveía un 65-70% de ocupación en agosto, al principio de la temporada, y se ha llegado al 80-85%. Eso sí, sin llegar ni mucho menos a prácticamente el 100% de un año normal.

Benalmádena, Torremolinos o Fuengirola, sin embargo, se han quedado a más distancia de los registros de 2019 por su dependencia del turismo británico. Pero en algunos casos, como el Hotel Isabel de Torremolinos, han podido sortear esta circunstancia “con casi el 100% del turismo nacional” en agosto y una ocupación “similar a un año normal”, afirma su director, Jesús Peinado. Lo que teme es “lo que viene ahora”, en septiembre, porque las reservas “vienen con cuentagotas”. Si la situación continúa así, el cierre de temporada se tendrá que anticipar. Holiday World, en Benalmádena, también ha salvado el verano gracias a la intensificación de la relación con los mayoristas españoles (clientela hasta ahora minoritaria) y a la potenciación del canal de venta directa. Eso ha hecho que la caída de ocupación esté solo entre el 15 y el 17%, pero desde el hotel se recuerda que “dos meses no salvan el año".

El turismo interior, por último, se ha beneficiado en verano en cierta medida de la alta ocupación en la costa, ya que parte del turismo se ha trasladado más adentro por no encontrar plazas o por buscar un mejor precio. “Nosotros hemos tenido un 83% de ocupación y somos un hotel de ciudad; hemos llegado a vender más cara la habitación y tengo la sensación de que los españoles no han escatimado en gastos”, afirma Javier González, director del hotel Reina Victoria, en Ronda.

“Septiembre lo empezamos con una previsión bajita, del 50% –añade– pero ahora estamos entre el 75% y el 90%, datos de buen año en un ejercicio normal”. González sí nota reactivación del turismo extranjero pero de un perfil distinto –busca más naturaleza y eventos como bodas o congresos– al típico de sol y playa. También nota otra cosa y en ello coinciden otros colegas: las reservas ya no se hacen con meses de antelación, por la incertidumbre. Suelen ser a última hora –solo unos días antes– y eso hace que cualquier previsión haya que ponerla en cuarentena. Y que el pesimismo reinante de cara a los próximos meses pueda transformarse en optimismo. Ojalá.

Los chiringuitos, en cifras precrisis gracias a los visitantes españoles

Los más satisfechos del verano son los empresarios de playa. La invasión de turistas españoles dispuestos a gastar el dinero ahorrado en los peores momentos de la pandemia ha favorecido mucho a los chiringuitos, habitualmente asociados a la cultura turística nacional. Manuel Villafaina, presidente de la Federación de Empresarios de Playa, asegura que este verano ha sido “similar e incluso superior” al de 2019, pese a que el ticket medio por cliente se haya reducido en 1,50 euros. La afluencia ha sido tal que ha habido momentos en los que ha habido dificultades para encontrar sitio, aunque Villafaina recuerda que esta explosión se ha producido “tras 14 meses de ruina” en los que los chiringuitos han estado cerrados o a medio gas. Y, además, a partir del día 31 de agosto “se ha notado un bajón impresionante”, sobre todo en los días entre semana. Y se esperaba más, ya que, dice Villafaina, se habían alargado los contratos de los trabajadores ante la expectativa de que se alargara la temporada.

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