Málaga

El último día de vida de las pesetas

  • Cientos de personas hacen cola en el Banco de España para cambiar sus monedas y billetes

Un ciudadano sostiene un billete de 5.000 pesetas antes de canjearlo por euros

Un ciudadano sostiene un billete de 5.000 pesetas antes de canjearlo por euros / Javier Albiñana

Cuando el Banco de España se estableció en Málaga en 1874 las pesetas llevaban ya seis años circulando por todo el territorio. Más de 130 años de vida útil de unas divisas que acabaron claudicando para dejar paso al euro el 1 de enero de 2002. Desde entonces, han pasado dos décadas. Veinte años, con una prórroga de seis meses incluida, ha sido el tiempo que han tenido aquellos dueños de las monedas para efectuar el cambio en euros. Hasta este miércoles, 30 de junio, día en la que las pesetas dicen adiós para siempre.

La actividad laboral en el Banco de España se ha incrementado en los últimos días. Decenas de personas hacen cola, cobijadas en la sombra, y acompañadas de pequeños sacos o monederos. En la entrada principal, un empleado del personal de actividades diversas reparte el número de turno a todo aquel que llega: “El lunes cerramos a las 17:30. Hasta las 14:00 estamos entregando cita al que viene así que no tenemos hora de cierre”, comenta. Cuenta que, entre los compañeros de trabajo, la sensación que hay es de estar viviendo un día “histórico”. “Mañana lo será más”, subraya.

Solo se podrán cambiar aquellas pesetas que estaban en circulación cuando entró el euro en 2002 Solo se podrán cambiar aquellas pesetas que estaban en circulación cuando entró el euro en 2002

Solo se podrán cambiar aquellas pesetas que estaban en circulación cuando entró el euro en 2002 / Javier Albiñana

En la puerta, algunos ciudadanos hacen memoria, recordando aquellos tiempos en los que palabras como duro o rubia formaban parte del día: “Tengo en mi casa un billete de 1935, pero ese ni lo he traído. No merece la pena”, le dice un señor a otro. Lo cierto es que solo aquellas pesetas que estaban vigentes cuando entró el euro en 2002 son aptas para el cambio. “Las otras ya tuvieron un plazo que finalizó”, explica una trabajadora del Banco a los que aguardan en la entrada. Entrega una solicitud de admisión de moneda deteriorada para su canje mientras detalla el protocolo que hay que seguir: “El usuario rellena esta hoja con sus datos bancarios, entrega el dinero y lo precintamos para que, una vez contabilizado, podamos hacerle una transferencia al cliente”. Momentos antes, Francisco Torres había abonado las instalaciones, saliendo tal y como entró, con una maleta de unos 15 kilos repleta de rubias. No sabe cuántas puede llevar, pero sí que su valor es cero: “No me dan nada por ellas así que no puedo canjearlas. Supongo que las tiraré”, se lamenta.

La mayoría de los que esperan en la cola comparten historia. Un monedero perdido, una hucha en el fondo de un armario, una bolsa olvidada... “Hice obras en mi negocio y en lo alto de un mostrador aparecieron unas cuantas pesetas. Sé que la mayoría no valen porque son viejas, pero calculo que habrá unos 8 o 9 euros”, dice Miguel P., de 66 años. En su momento cambió a euros todos los billetes que tenía pero estas han aparecido “hace poco”.

Desde Granada viene Encarnación Marfil. Su marido dice que va a salir más caro el viaje que lo que les den por las pesetas: “Pero es que no quiero tenerlas en casa. No me sirven para nada”, dice. “Tengo un billete de 100 de 1966 y no sé si devolverlo, no vaya a ser que algún día valga más”, duda mientras enumera todas aquellas que tienen un valor especial para ella: Naranjito, en el 82, un billete de Manuel de Falla que tiene su hijo... “¿Sabes? Al final creo que me voy a quedar con las 100 pesetas del 66”.

Dos mujeres sostienen un billete de 1.000 y 5.000 pesetas Dos mujeres sostienen un billete de 1.000 y 5.000 pesetas

Dos mujeres sostienen un billete de 1.000 y 5.000 pesetas / Javier Albiñana

La última vez que Javier Álvarez pagó con pesetas fue, “muy seguramente”, alguna factura del bar. Su relación con la numismática procede de sus antepasados: ”Mi tatarabuela coleccionaba monedas y billetes antiguos”, y relata con precisión las piezas más importantes que conserva, como las monedas de un duro de plata de 1892 o las de la época de Alfonso XII: “Pero esa no las cambio, ¡eh!”, bromea. En su posesión tiene una pieza de la época de los Reyes Católicos. Sus abuelos le decían que la guardara en oro, porque “realmente es de oro”. En sus bolsillos hay 4.537 pesetas, pero calcula que 700 u 800 no valen así que cree que le darán “algo más de 25 euros”. “A mí me enseñaron que las monedas nunca se limpian porque entonces pierden valor”, acaba diciendo a otra mujer que había en la cola, esperando que su turno llegue pronto. Por delante tienen más de 150 números

El Banco de España calcula que, hasta ayer, había más de 1.500 millones de euros en pesetas sin canjear, lo que supone el 3% del importe total de billetes y monedas que había en circulación cuando se introdujo el euro físico en 2002. Según señaló la directora general de Efectivo y Sucursales del Banco de España, Concha Jiménez, la cantidad media de canje de pesetas que han llevado a cabo los españoles es de unos 170 euros por persona, siendo el importe mucho mayor en el caso de billetes que en el de monedas. Como norma general, se cambiarán todos los billetes y monedas posteriores al año 1939. En su caso, los emitidos entre 1936 y 1939 también pueden ser objeto de cambio tras ser analizados por los expertos del Banco de España. Se denegará el cambio de aquellos billetes que presenten una superficie igual o inferior al 50% del billete.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios