Los últimos supervivientes
Tras más de 30 años de actividad, cuatro de los videoclubes más antiguos de la provincia de Málaga sobreviven a la decadencia del sector, que atraviesa su tercera crisis



En pleno auge de la piratería, la industria videográfica lucha por mantenerse viva. Tras el boom que en la década de los 80 los videoclubes experimentaron gracias a la llegada de los formatos Beta y VHS, el sector comenzó después a languidecer, abrumado por las ofertas televisivas. Hasta 2003, la aparición del DVD devolvió la sonrisa a los empresarios, que empezaron a limpiar el polvo a sus carátulas.
El fácil acceso a los contenidos digitales dibujan ahora un panorama poco halagüeño, pero los propietarios de los videoclubes más antiguos que sobreviven en Málaga no pierden la esperanza de mantener su negocio. Es el caso de Juan García, que regenta Franju, abierto desde 1981. "El videoclub va a seguir siempre, porque a la gente le gusta tener la película en sus manos", sostiene.
La tienda, situada en El Palo, se constituyó en una de las más prósperas del sector, con varias sedes, pero, progresivamente, sus ingresos han ido menguando. "Las ventas han bajado un 25% de forma paulatina, hasta alcanzar en los últimos siete años casi un 500%", asevera Juan. "Contra lo gratuito no se puede hacer nada. En cuestión de tres o cuatro horas, los usuarios pueden bajarse varias cintas de golpe", critica el dueño.
Sin embargo, los videojuegos parecen ser este verano el balón de oxígeno para los negocios de alquiler, como apunta Elisa, trabajadora del videoclub Casablanca, otro clásico que, tras casi 30 años de actividad, sobrevive a la decadencia del sector. "Desde que los niños están de vacaciones se ha notado un repunte", reconoce. En su caso, el alquiler de series predomina entre los clientes, que se decantan por algunas como Juego de tronos, Mad Men, The Wire y Treme.
Juan Mayorga proyectó en 1980 la idea de abrir el videoclub Harmony con 25 películas. Tenía que ir a Barcelona para comprar las cintas, porque entonces no había productoras. "Es muy bonito atender a la tercera generación de muchas familias", subraya el empresario, quien asegura que "no es éxito, sino supervivencia". Su secreto para mantenerse en el mercado es "el contacto con el cliente".
Otro de los veteranos que resiste en la capital es El Torcal, que aprovecha cada centímetro de sus 340 metros cuadrados. "Siempre he ofrecido productos de calidad y precios asequibles", indica Rafael Lozano, que dio forma al negocio hace 28 años. La facturación ha bajado un 40% en los últimos cinco años, por lo que el futuro "es ahora una incógnita".
Las estrategias empresariales para la captación de consumidores destacan como la única alternativa a la crisis que vive el sector. Así, la mayoría de los establecimientos dedicados al alquiler y venta de películas y juegos apuesta también por ofrecer otros artículos a sus clientes para salir a flote. El lanzamiento de ofertas permanentes se ha convertido casi en una obligación. 2x1 en artículos seminuevos, tres novedades cinematográficas por 6,50 euros e incluso la posibilidad de alquilar gratis un filme durante los 90 minutos de cada partido en que jugaba la Selección española durante la pasada Eurocopa.
Según Carlos Jiménez, empresario de Vidematica Distribuciones de Málaga, la consecuencia más notoria de que el sector maneje una amplia variedad de productos relacionados con otros segmentos de ocio es que el videoclub se haya convertido "en una tienda de otra cosa". De esta forma, mientras que unos han girado hacia a la informática, otros han decidido centrarse en el ámbito de la fotografía. Este último caso es el de Mavi Fotos, ubicado en Paseo de los Tilos, que desde hace unos meses se ha reconvertido en estudio fotográfico. "Tras la llegada del DVD, la situación comenzó a cambiar, ya que las copias se hacían más fáciles. Con internet, el negocio ya iba fatal, pero desde que empezó la crisis las ventas han caído casi un 90%", asegura su encargado, Juan Antonio Mancera. El propietario del tradicional videoclub, inaugurado en 1982, apunta que, en lo que a películas se refiere, ya solo queda material en liquidación, con precios que oscilan entre uno y dos euros. Revelados de fotos, cartuchos de tinta y otros accesorios de informática completan el resto de artículos disponibles.
Hasta hace solo diez años, la provincia de Málaga contaba con unos 250 videoclubes, de los que actualmente solo sobreviven 40. Una situación que se torna aún más preocupante al hablar de cifras de ventas, que han sufrido entre 2008 y 2012 descensos anuales de entre un 35 y un 45%, como explica Diego Mancilla, miembro de Europa Dives Films, una distribuidora perteneciente a la Asociación Nacional de Empresarios Mayoristas del Sector Videográfico (Anemsevi).
"La competencia es muy desleal para el videoclub, porque internet pone a disposición de los usuarios productos que nuestra empresa no puede ofertar hasta que transcurra un tiempo", se lamenta uno de los distribuidores. En su opinión, los jóvenes de la generación actual "no están acostumbrados" a pagar por ver una cinta, ni tampoco por escuchar una canción, de forma que son estos clientes, precisamente, "los que les han faltado al videoclub".
La Ley de Economía Sostenible, conocida como Ley Sinde no transmite demasiada confianza entre los empresarios videográficos, ya que España aún carece de una norma específica para luchar contra las redes privadas de intercambio de archivos. Pero las cifras hablan por sí solas. El presidente de la Asociación de Empresas del Vídeo (Aevideo), José Luis Carrera, señaló que, gracias al cierre de Megaupload en enero, las cajas de los videoclubs se incrementaron en España un 30% de media. El futuro pasa por el cambio de rumbo al que esta industria debe someterse, además de "estar a la altura" de clientes cada vez más "exigentes". "No podemos ser el videoclub de los años 80, sino convertirnos en auténticas tiendas de ocio", recalca el responsable de Aevideo.
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