Los vecinos desalojados de Benahavís: "Nos acostamos con la ropa puesta por si teníamos que irnos"
Un centenar de personas descansan en San Pedro Alcántara sin dejar de mirar la columna de humo
El incendio de Sierra Bermeja, en directo
San Pedro Alcántara/Un jueves normal, frente a la explanada de la carpa municipal de San Pedro Alcántara habría un centenar de puestos de fruta, ropa, aceitunas y otros consumibles. Los gritos de “¡me lo quitan de las manos!” o “¡que lo tengo barato, niña, lo tengo barato!” consumirían el silencio tenso que hoy reina. Hoy en la carpa hay desplegado un techo improvisado para las familias que han sido desalojadas de Benahavís y las urbanizaciones cercanas al incendio que se inició la tarde del miércoles en Pujerra.
Todavía quedan restos de cuando fue un vacunódromo contra el Covid, este jueves los puestos de vacunación y las sillas en las que esperar tras el pinchazo se han convertido en un dispendio de camillas dispuestas en fila. La Cruz Roja, Protección Civil y los servicios de emergencias se rotan entre conocidos que se saludan con el cariño que hace convivir en un pueblo pequeño, pero con la tensión de quiénes temen por su casa. Rozando el medio día un centenar de personas descansan, charlan o pasan el tiempo hasta que puedan volver a sus casas.
Frente a la carpa, y junto a un instituto se despliegan una centena de vehículos, algunos cargados hasta donde se podía, otros más vacíos por las prisas. En algunos descansan los dueños junto a sus pertenencias, el maletero como sofá improvisado con el parasol sobre el portón para evitar un poco el calor. Corre una leve brisa fresca, pero los ojos no dejan de dirigirse al noroeste: dirección Sierra Bermeja.
A la entrada de la se sienta a la sombra James Paul junto a su mujer Silvia. Miran con unos prismáticos –de lo poco que pudieron coger junto a los pasaportes antes de salir de casa– el avance del fuego. Viven en Benahavís durante seis meses al año en la colina contraria a la que se ha iniciado el fuego, aseguran enseñando una foto desde la piscina de su casa en la que la columna de humo se ve tan cerca que asusta.
Por eso cuando se fueron a la cama a las 21:30, lo hicieron con la ropa puesta, "para salir en cualquier momento". A las 22:30 la policía estaba tocando a su puerta: "¡Tenéis diez minutos para salir!", desde ese momento, aseguran, la organización ha sido "perfecta, magnífica, España lo ha hecho genial". Pese a ello no han podido dormir más que unas cabezadas y en coche, su perrito ladraba y las camillas eran ruidosas "y no era justo con los vecinos". Esperan volver a casa esta misma tarde, "si no, tendremos que ir a descansar a un hotel".
Dentro, Francisca asegura que salió sin nada, "no nos dio tiempo a coger nada, salimos como pudimos". Sin tiempo para nada, comparte el pesar por sus casas con sus amigas sentadas al fresco del interior de la carpa. A ella la avisaron a las 10 y tuvo que ser uno de sus vecinos el que la ayudase a salir de casa.
En eso estuvo Juanfran Palacios, uno de los últimos en salir del pueblo y que se pudo alojar en casa de un amigo en Guadalmina. Antes alojó a sus padres en casa de familiares en San Pedro. La mañana del jueves está siendo frenética para él, pegado al teléfono y gestionando para poder alojar a otros vecinos. Ya "hemos podido encontrar sitio para otras seis familias y seguimos buscando más", afirma Juanfran.
En la carpa los vecinos se preguntan si necesitan "algo fresquito para beber" o cualquier otra cosa mientras esperan a que llegue el catering con el almuerzo. Son 150 los menús que deben llegar, además de las cajas de leche, galletas y otros alimentos que se han servido durante el desayuno y se dispensan para salvar de un apuro.
Los vecinos siguen con la esperanza de no permanecer mucho tiempo. Mientras, todos miran a Sierra Bermeja.
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