La venta de paquetes sorpresas de Amazon llega al Vialia de Málaga: 2,20 euros por cada 100 gramos

La empresa francesa Tout en colis se hace con envíos extraviados de grandes compañías y los venden al peso sin saber el contenido de su interior

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Personas en el Centro Comercial Vialia comprando paquetes perdidos.
Personas en el Centro Comercial Vialia comprando paquetes perdidos. / Javier Albiñana

Muchos de los objetos que se piden a través de Internet no llegan a su destino final porque el envío, en la mayoría de ocasiones, se extravía o no se puede entregar. Sin embargo, existen empresas que compran estos paquetes perdidos, que nadie ha reclamado, a grandes compañías como Amazon, Vinted, Correos, Shein..., y los ponen en venta para darles una segunda vida. Es el caso de un matrimonio francés, Kassandra Morel y Thomas Galland, que han llegado por primera vez a Málaga durante esta semana con Tout en colis (nombre de la empresa) y han instalado su puesto en el Centro Comercial Vialia hasta el próximo domingo 23 de noviembre de 10:00 a 22:00 horas.

Salma Tanami es la dependienta de este negocio y, además, actúa como traductora entre los dueños y clientes. Tanami explica el funcionamiento del puesto: ''No sabemos qué hay dentro de cada paquete y se vende por peso. Son 100 gramos por 2,20 euros. Las personas escogen el que les interese, lo ponen en la báscula y les sale el precio exacto''. La dependienta asegura que ''puedes encontrar de todo, desde móviles y portátiles hasta ropa u objetos que no tienen valor''.

''Quien no arreisga no gana'', dice el refrán y, en ocasiones, la suerte puede estar de tu lado. Hasta el momento, lo más caro que un cliente ha encontrado en los paquetes perdidos de esta empresa, no en Málaga, ha sido una chaqueta de marca con un valor de 2.000 euros. Y, durante estos días en la ciudad, el artículo más curioso ha sido ''un pijama de mujer gracioso que encontró un hombre. No servía para nada, pero le hizo mucha gracia'', dice Tanami. Los dueños del negocio están continuamente comprando para no quedarse sin existencias y antes de hacerse con uno, preguntan a los transportistas para evitar paquetes que contengan alimentos.

La empresa se han instalado por primera vez en la ciudad, aunque ya he recorrido algunos puntos de la geografía española como Madrid o Barcelona. La idea de montar esta empresa surge después de ''ver un reportaje sobre este negocio'', explica Tanami y añade que ''a este matrimonio les gustó la idea porque era algo nuevo y a lo que la gente no estaba acostumbrada''. El objetivo es dar vida a paquetes que estaban olvidados para que no acaben en la basura. ''Muchas personas encuentran objetos que pueden revender en otros lugares y ganas algo de dinero'', expresa la dependienta del negocio.

El negocio funciona bien porque ''la gente es curiosa'', apunta la dependienta y, en Málaga, ''la cifra de venta está siendo más alta que en Madrid''. Además, en el Centro Comercial Vialia, han situado el puesto a escasos metros de la puerta de salida de las vías del tren, por lo que está habiendo mucha afluencia, sobre todo, por la tarde. ''Los pasajeros pasan por aquí cuando salen o las personas que vienen a recogerlos y están esperando, entran y miran'', destaca Tanami. El público mayoritario son personas mayores, según la dependienta, pero ''los jóvenes también tienen mucha intriga''.

Salvador González, un joven al que ''me llama la atención estas cosas'', ha rondado el lugar para intentar conseguir ''algo que me interesase''. Estaba de paso por el Vialia y, después de salir de la autoescuela, ha vuelto al centro comercial para entrar al puesto. González ''ya había visto algo similar por Internet, pero al verlo aquí me ha dado curiosidad''.

Ha salido del espacio habilitado para este puesto con las manos vacías porque ''he estado toqueteando algunos paquetes para ver qué había en su interior, por si daban alguna pista, y creo que he notado una parrilla o algo parecido'', argumenta el joven. Lamenta no haber encontrado algún objeto que le interesase: ''Quería algo que tuviese más valor de lo que se paga por el paquete''.

''Lo que me llama la atención es la curiosidad de comprar algo y no saber que es lo que puede haber, más allá del tacto'', apunta González, quien ve con buenos ojos este tipo de negocios porque es mejor dar una segunda vida a estos paquetes, ''antes que tirarlos y que nadie pueda utilizar esos objetos'', comenta el joven.

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