El viaje más solidario: la línea 105 hace parada en la labor humanitaria de la Iglesia en Málaga
Un grupo de viajeros recorre la ciudad para conocer de primera mano el trabajo de cinco instituciones católicas e invitar al público a marcar su casilla en la declaración de la renta
Línea 105: un viaje en autobús para conocer la labor social de la Iglesia en Málaga
Un viaje por la solidaridad. Así, con esa frase, podría resumirse lo que ha vivido este miércoles un grupo de ciudadanos de todas las edades abordo de la Línea 105: un autobús fletado por la Diócesis de Málaga, en consonancia con lo que otras sedes españolas vienen realizando de un tiempo a esta parte, con el objetivo de dar a conocer la labor social que la Iglesia lleva a cabo en la ciudad a través de distintas instituciones que, pese a acompañar y hacer la vida más llevadera a miles de malagueños desde hace años, no siempre tienen la visibilidad que merecerían. Una iniciativa que ha permitido a los viajeros conocer en primera persona la satisfacción de trabajar por los demás y que ha invitado al público a marcar la casilla de la Iglesia Católica en la declaración, la número 105.
El autobús ha partido esta mañana de la Casa del Sagrado Corazón (Cotolengo), un hogar de acogida dirigido a personas que no tienen ningún tipo de asistencia, es decir, ni a nada ni a nadie. De ahí se pasó a visitar el centro de mayores de la Amargura, que actúa no solamente como lugar de encuentro para la tercera edad, sino que además presta ayuda domiciliaria a personas enfermas. En pleno núcleo de la ciudad el vehículo hizo parada en la Parroquia de San Pablo, en la que conocieron las acciones que realizan las Hermandades y Cofradías y las Cáritas Parroquiales. Hubo tiempo de conocer también la realidad de los Trinitarios de Jesús Obrero y San Pío X, en La Palmilla, que ofrece su apoyo a la población migrante, así como a reclusos y ex reclusos y sus familias. La ruta concluyó en el colegio diocesano Cardenal Herrera Oria, en el que los viajeros conocieron el trabajo de la Iglesia en materia de educación y el Programa para la Transición a la Vida Adulta y Laboral (PTVAL), donde se forman jóvenes con necesidades educativas especiales.
Precisamente, este último fue uno de los que más marcaron a los asistentes, quienes pudieron compartir tiempo y espacio con estos jóvenes y conocer de primera mano cómo es su día a día en estas aulas reconvertidas en hogares, en las que aprenden a hacer tareas básicas y encuentran siempre una mano amiga. "Esperaba encontrar lo que estoy encontrando, pero algunas experiencias te remueven profundamente", compartía emocionado Juan Manuel Ramos, uno de los visitantes. "Vemos que gracias a la Iglesia se pueden realizar este tipo de cosas que quizá de otro modo no se harían. No obstante, la sociedad tiene que seguir luchando para que haya continuidad", reflexionaba Ramos, en alusión a que los alumnos, por ley, sólo pueden permanecer en estas instalaciones hasta los 21 años. "Lo que hemos visto hoy son cosas que hay que descubrirlas por uno mismo. Solo puedo añadir una frase más: gracias, gracias, gracias".
En esta misma línea se expresaba Pablo Baena, quien se siente muy ligado a este mundo y es, además, albacea de Prendimiento y Gran Perdón. "Ha sido una experiencia muy emotiva", señalaba. "Desde el universo de las cofradías tienes mucha cercanía a la Iglesia, pero esto es algo más interno. Me gustaría que fuese más visible para las personas que lo desconocen. Que sepan la labor que se hace", deseaba Baena, que reseñaba que a pesar de tener conocimientos previos sobre el tema se encontraba "impresionado" de las acciones realizadas por las distintas comunidades. "Algunas labores, como el programa PTVAL, no me las había ni planteado pese a que soy padre".
Con el ánimo de difundir lo que ocurre en las cinco instituciones visitadas se encontraba allí Paula Vega, que es misionera digital bajo el nickLlamameyumi. "Me dedico a la evangelización en redes sociales. Soy influencer, aunque ese nombre no me gusta", explicaba. "Me gustaría ser un altavoz de lo que he vivido para mostrar lo que la Iglesia hace. Me voy muy impresionada. Pese a tener presencia activa en la Iglesia hay realidades de las que no te enteras. Tengo muchas ganas de compartir lo que estoy viviendo y animar a todos a participar, no sólo marcando la X en la declaración, también en el día a día". De toda la experiencia vivida destacaba la labor de los trinitarios en La Palmilla. "Trabajé allí en un colegio, sé cómo funciona el barrio, pero quizá no tanto los recursos y toda la gente que trabaja allí", agregaba antes de añadir un deseo: "Que cuantas más personas posibles conozcan lo que hace la Iglesia".
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