"Si viéramos en el cine las historias de inmigrantes que llegan, lloraríamos"
samuel linares. coordinador provincial de cruz roja málaga
Afirma que Málaga no está preparada para atender al flujo de personas que está llegando e insiste en la necesidad de contar "con inmediatez" de infraestructuras específicas para acogerlas
Samuel Linares lleva más de media vida vinculado a Cruz Roja, primero como voluntario, después como director de Cruz Roja Juventud y, desde 2009, como coordinador provincial en Málaga, donde la entidad cuenta con más de 25.000 socios. Por sus manos pasan las distintas líneas estratégicas que la institución implementa en Málaga, siempre intentando estar allí donde hay una situación de vulnerabilidad o de riesgo a la que las administraciones públicas no llegan. Ahora, en mitad de la crisis humanitaria de la inmigración en las costas andaluzas, Linares insiste en analizar el drama que se esconde detrás de este fenómeno y en la necesidad de contar con infraestructuras que permitan una atención más digna y ordenada.
-¿Qué le motivó a entrar en Cruz Roja?
-Creo que al final hay una motivación egoísta por parte de todas las personas que son voluntarias. Porque, cuando ayudas a la gente o apoyas a alguien, te da una satisfacción y un subidón de alegría que pocas cosas igualan.
-¿En qué líneas trabaja actualmente la entidad?
-Desarrollamos más de 100 proyectos distintos. Todos ellos tienen un denominador común, que es la vocación de atender a personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Tenemos una red provincial con proyectos vinculados a los mayores, a facilitar el empleo a personas que tienen más dificultades de acceso al mercado laboral... No centramos nuestro foco en un colectivo único.
-Una labor muy transversal...
-Sí, la diversificamos mucho. Por poner un ejemplo, si hace unos años pusimos todo el músculo en los proyectos vinculados a las personas afectadas por la crisis, ahora la realidad es cambiante y, sin dejar ese tipo de proyectos, hemos tenido que desarrollar otro músculo para las personas inmigrantes que están llegando a la costa.
-Hoy en día, ¿cuál es la principal demanda social en Málaga?
-Ojalá pudiera decir una, pero desgraciadamente son varios los frentes que debemos asumir. Por una parte, sigue habiendo un número muy importante de personas que no han visto la luz después de la crisis, que siguen viviendo en situaciones muy precarias, con bajos ingresos económicos incluso trabajando, son trabajadores pobres que no llegan a final de mes y que tienen que venir a Cruz Roja porque les cortan el suministro eléctrico... Hay una bolsa muy importante de personas en esta situación y no tenemos que olvidarlas.
-Arrastramos aún las consecuencias de la crisis...
-No podemos lanzar mensajes de que la crisis ya quedó atrás mientras esta bolsa tan importante de personas siga en la situación en la que están.
-¿Qué otros colectivos preocupan?
-Las personas mayores. Cada vez tenemos a más que viven solas, que están desatendidas y que presentan situaciones de gran vulnerabilidad. También los colectivos que han llegado de una forma más sobrevenida, como es la llegada de personas migrantes a nuestras costas. Ahora tenemos que poner los esfuerzos en estas personas que vienen en situaciones tan deprimentes y complejas. Hay que estar ahí intentando ofrecer un mínimo apoyo y una mínima situación de dignidad.
-¿Usted se subiría a una patera para cruzar el estrecho?
-Desde luego, es un viaje de absoluto riesgo. Son embarcaciones muy precarias, las propias mafias, los traficantes, emplean embarcaciones y motores muy precarios. Entonces, salvo que tuviera una imperiosa necesidad de huir de la situación en la que me encuentro, no lo haría. Precisamente eso es lo que nos tiene que hacer pensar que cuando unas personas se suben a una patera, o llevan dos o tres años fuera de sus lugares de origen intentando llegar a Europa, desde luego no es por gusto. Se hace porque hay detrás un drama humano, estas personas lo único que intentan es encontrar una oportunidad en su vida, oportunidad que no han tenido en su lugar de origen.
-¿En qué estado llegan estas personas?
-En su mayoría son personas muy vulnerables, aunque son supervivientes porque llevan ya unos años de tránsito. No conocen el idioma, muchas veces carecen de redes de apoyo en las ciudades donde se mueven, están solos, vienen sin recursos y pocos recursos les damos, porque eso también es importante matizarlo. Muchas veces se habla de que estas personas tienen ayudas del gobierno o que cobran... pero no es cierto. Nosotros les prestamos simplemente una atención humanitaria, les ofrecemos vestuario, calzado y la posibilidad de que puedan ducharse, dormir y comer dignamente, poco más. Y son poco más las ayudas que reciben. Es importante desmentir también esa visión que se tiene sobre los inmigrantes.
-Entiendo que son situaciones muy dramáticas.
-Si viéramos alguna de las historias en una pantalla de cine, lloraríamos todos y diríamos: "Que dramático, cómo puede suceder esto"... Y sin embargo, sucede cada semana en el Puerto de Málaga y en otros puertos de la comunidad autónoma. Niños que se separan de madres cuando entran en las embarcaciones, madres que llegan por un lado y sus hijos por otro, después tenemos que intentar unir esos lazos, con niños que quedan desamparados. Son situaciones muy dramáticas, muy sensibles que están pasando al lado nuestra y que a veces parece que no queremos verlas, pero están pasando ahí, al lado de calle Larios al lado de la Plaza de la Marina.
-¿Recuerda alguna historia en concreto que le haya marcado?
--Hace poco llevamos a una niña de 9 años a Tudela, que entró en una patera sola. Yo tengo un hijo esa edad que no es capaz de bajar sin mi a la calle, y esta niña embarcó en Marruecos, vino en una patera sola y las indicaciones que tenía de su madre -que había llegado un mes antes en otra patera y estaba en un centro en Navarra-, eran que cuando viera a alguien de la Cruz Roja, dijera que su mamá estaba en Navarra. Y eso fue lo que le dijo a un compañero de Cruz Roja. A partir de ahí, empezamos a tirar del hilo. La niña quedó a disposición de Protección de Menores, luego se hizo el cotejo del ADN con la madre y, efectivamente, era su hija y pudieron estar juntas. Si no llega a hacer ese comentario, esa niña probablemente se hubiera separado de su madre para siempre.
-¿Está siendo un verano especialmente duro?
-Los veranos siempre aumentan la llegada de inmigrantes a Andalucía, pero no podríamos quedarnos en eso. Es cierto que en lo que llevamos de año, terminando el mes de julio hemos doblado el número de llegadas que hubo en 2017. Evidentemente están viniendo más personas y el flujo se está incrementando.
--Pero, ¿se puede hablar de saturación?
-Hay un evidente incremento del flujo migratorio en las costas andaluzas. Pero las cifras globales de llegadas a Europa no indican que estemos subiendo, sí que indican que los caminos de entrada se están moviendo. En Italia y Libia se ha complicado el acceso y ahora hay mucho tránsito presionando desde el norte de Marruecos hacia España. Lo que sí creo es que esto evidencia que nos faltan infraestructuras. Y en eso es en lo que tenemos que poner muchos esfuerzos las entidades que trabajamos con inmigrantes y las instituciones públicas, para intentar tener una serie de infraestructuras en el sur de España que nos permitan gestionar de una manera ordenada este fenómeno migratorio.
-¿Está Málaga preparada para acoger a tal volumen de personas como han llegado estas semanas?
-No. De las cuatro provincias donde hay llegadas habituales (Granada, Málaga, Cádiz y Almería), somos la cuarta en número de llegadas, pero Málaga tiene un problema importante, y es que no tenemos ninguna infraestructura específica para la atención a personas inmigrantes. Esto es un hándicap que juega en nuestra contra y que hace que procesar las llegadas de estas personas se complique.
-Si a su llegada al Puerto de Málaga no les atendiera Cruz Roja, ¿quién lo haría?
-No tengo mucha respuesta a eso. Creo que Cruz Roja presta un servicio importante en tanto en cuanto hace que los servicios públicos de los cuales disfrutamos los malagueños habitualmente no se resientan por la llegada de estas personas. Intentamos minimizar el impacto que genera para el resto de la sociedad.
-Y las instalaciones a pie de Puerto, ¿se avanza en algo?
-Estamos dando los primeros pasos para la puesta en marcha de la primera base de una atención primaria a pie de Puerto en Málaga. Esperamos tenerla en breve, a lo largo del mes de septiembre. Era un recurso que reivindicábamos desde hacía ya mucho tiempo. Pero ahora estamos también preocupados porque es tal el flujo de personas que llegan, que tenemos que recurrir a polideportivos. Y es importante que haya un espacio apropiado para que puedan pasar el tiempo de detención en un espacio más digno y acondicionado.
-El pleno rechazó hace poco ceder el parque de bomberos de Campanillas para acoger inmigrantes. ¿Es una mala noticia?
-No creemos que esto deba ser objeto de discusión política. Lo único que sí ponemos sobre la mesa es la necesidad de contar, con cierta inmediatez, de unas infraestructuras adecuadas, cuáles es lo de menos. Ahora no estamos haciendo bien las cosas, las hacemos de la mejor manera posible, pero ni mucho menos es la manera idónea. Trabajamos en precario.
-¿Cómo se explica que después de tantos años recibiendo inmigrantes aún se trabaje en precario?
-Porque no dejan de ser uno de los colectivos más vulnerables que hay y con menos poder de atención. Ahora que el número de llegadas se ha multiplicado y que son foco de la atención mediática se hace evidente que hay un problema.
-Es un problema global. Cuando ve las imágenes de la frontera de México, ¿cómo se siente?
-Pues siento que el drama humanitario se da en muchas zonas del mundo, porque la gente pobre que huye de la miseria quiere tener la oportunidad de vivir, no mejor, sino simplemente como un ser humano, y eso no tiene fronteras para ellos. Y me siento orgulloso de tener un país donde esas situaciones no se dan.
-¿Somos ahora más racistas?
-En Europa hay partidos políticos xenófobos. En España y en Málaga no me he encontrado a nadie que públicamente haya mostrado una posición xenófoba y de rechazo a las personas extranjeras. No solo es que sea políticamente incorrecto, sino que la sociedad no permite este tipo de actitudes tan poco humanas. Esa es una virtud que tenemos y de la que tenemos que sentirnos orgullosos.
-¿Ahora mismo, Cruz Roja necesita más ayuda económica o voluntarios?
-Las aportaciones de los socios nos dan una mayor capacidad de respuesta y un margen de maniobra absoluto, porque no tenemos que estar a expensas de que un ayuntamiento, comunidad autónoma o el Gobierno de la Nación nos dé una subvención para poder atender a unas u otras personas. Pero también es sumamente importante contar con voluntarios, como columna vertebral de la organización. Cruz Roja es un gigante con unos pies muy firmes porque tiene miles de personas que dedican parte de su tiempo a ayudar a los demás.
-¿Cuál es el peor momento que ha vivido en Cruz Roja?
-Una de las últimas que viví, con una patera que estaba siendo atendida en un polideportivo por la policía, y no llegó a tiempo la derivación de Cruz Roja. Deambularon por la ciudad más de 80 personas absolutamente perdidas y desorientadas.
-¿Y el mejor?
Cualquiera en el que con una persona que lo pasa mal, la miras a los ojos y notas que la empoderamos y damos valor. Esa es la droga que hace que los voluntarios y las personas que trabajan en cruz roja no pierdan nunca la moral. Es una adrenalina.
Más de media vida dedicado a ayudar en Cruz Roja
Samuel Linares nació en Málaga, donde estudió Derecho. Está casado y tiene dos hijos de diez y siete años. En su tiempo libre le gusta hacer deporte, jugar al tenis y correr. Tiene 45 años, pero entró a formar parte de Cruz Roja como voluntario con tan solo 16 años, después de las inundaciones que vivió la capital en el año 1989. Desde entonces, su vida ha transcurrido en paralelo a la trayectoria de la organización, hasta llegar a ser el coordinador provincial. No duda un segundo en subrayar que su trabajo le proporciona una "adrenalina" que pocas cosas igualan.
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