Vivir en una residencia universitaria de Málaga: precios hasta 1.000 euros al mes y listas de espera
Estudiantes destacan la comodidad que supone vivir en estos espacios
La pensión completa incluye todos los servicios, mientras la media solo dos comidas
La UMA da la bienvenida al estudiantado internacional del curso 2024-25
Los costes para cursar un grado universitario siguen aumentando y los propios estudiantes y familias buscan opciones que combinen comodidad y asequibilidad. Algunos prefieren alquilar un piso con otros compañeros y aventurarse en su primer año de independencia completa, mientras que las residencias de estudiantes suponen la cara b de la vivienda universitaria. Para miles de ellos, en su mayoría estudiantes de nuevo ingreso, la elección de una u otra para pasar el curso puede marcar la diferencia entre un año inolvidable o uno lleno de dificultades.
Los precios de las residencias en Málaga varían considerablemente según la ubicación, tipo de habitación y servicios ofrecidos. Las opciones son variadas, desde habitaciones individuales, dobles hasta incluso suites con baños privados. Vivir en una residencia universitaria en Málaga puede convertirse en un lujo debido a los servicios que ofrecen: entre los 450 a más de 1.000 euros mensuales. Algunas ofrecen la posibilidad de media pensión o pensión completa, lo que significa que las comidas están incluidas en el precio, mientras que otras brindan cocinas compartidas para aquellos que prefieren cocinar.
Málaga cuenta con más de 20 residencias universitarias tras el boom experimentado por este sector de negocios y algunas, incluso, cuentan con diferentes edificios para cubrir todas las zonas donde pueden establecerse los estudiantes.
En la residencia universitaria Resa Campus, situada en la calle Mesonero Romanos 13, los estudiantes pueden elegir entre diferentes tipos de alojamiento, con precios que van desde 541 euros al mes por un estudio doble con cocina hasta 915 por una habitación individual. La residencia ofrece comodidades como gimnasio, salas de estudio y una sala de ocio, donde se encuentra Marta Valadez, una de las residentes. “Lo que más me gusta es lo amplia y luminosa que es mi habitación”, comenta Marta, quien eligió una individual equipada con microondas, congelador y nevera. Destaca también la comodidad del mobiliario, especialmente la cama.
“El edificio está bien ubicado y el ambiente es muy positivo”, añade. También resalta el sistema de seguridad y la tranquilidad que brinda la residencia: “Para una chica es mucho más seguro vivir aquí”. Entre las ventajas adicionales, menciona la limpieza semanal de las habitaciones, el aire acondicionado y la calefacción, lo que, en su opinión, hace que la residencia sea una opción más cómoda en comparación con vivir en un piso compartido.
Alfil abrió sus puertas en el año 2010 y en un principio “no era una residencia, eran pisos destinados a comprar, pero al final se hizo este concepto de residencia con pisos compartidos”, explica su director, Jorge Vales. Los estudiantes que se alojan en este espacio coinciden en que “el trato del personal" hizo que sequedaran. "Cuando fui a visitar otras lo sentí demasiado frío”, explica Lucía García, que se encuentra con sus compañeras y otros amigos en la sala de estudio de la residencia, donde pasan "muchas horas”. Los precios en este lugar rondan desde 890 la mas barata y 1250 la más cara.
Jesús Guirado lleva tres años viviendo en Alfil. Es uno de los más veteranos de la y piensa terminar su carrera de Ingeniería Robótica en las instalaciones: “El primer año viví con gente que no conocía en el piso, luego hice amigos y nosotros podemos cambiarnos como queramos al consultarlo”. Eso mismo les pasó a Anabel Flores y Claudia Hidalgo, quienes, junto a Lucía y Nuria, han formado un grupo de amigas con el que disfrutan del estudio y el ocio: “Las fiestas y comidas que hacemos en el sótano son lo mejor de la residencia”, destaca Nuria Romero. Anabel, por su parte, explica que es su segundo año viviendo en una residencia, pero el primero en Alfil: “El año pasado estuve en otra residencia, pero la comida no era muy buena. Es algo muy importante para mí y por eso decidí cambiarme”.
En el Bulevar Louis Pasteur, 23, se encuentra la Residencia Xior, donde vive Martina Bolo, una joven argentina que decidió mudarse a Málaga para estudiar una especialidad que no pudo encontrar en su país natal. “En Argentina no me convencía ningún plan de estudios, por eso me vine aquí”, comenta Martina, quien actualmente cursa su primer año de un máster en Atención Temprana y todavía tiene un año más por delante para completar su formación. La decisión de alojarse en una residencia fue, según ella, principalmente por razones prácticas. Llegó a una ciudad desconocida y ésta le ofreció una solución rápida y sencilla. “No conocía a nadie, así que estar aquí me resolvió muchos problemas desde el principio", afirma.
Lo que más valora es la comodidad y la seguridad que proporciona el alojamiento. “Si algo no funciona, lo arreglan enseguida. Además, tener personal disponible las 24 horas me da mucha tranquilidad”, añade. La residencia cuenta con servicios que facilitan la vida diaria, lo que para estudiantes como Martina, que están lejos de casa, es un factor decisivo para poder centrarse en sus estudios y no preocuparse por cuestiones ajenas. “Tener todo resuelto, desde la comida hasta el mantenimiento, es algo que realmente aprecio”, concluye.
"Se me hizo complicado encontrar piso al no conocer a nadie"
Por otro lado, Sofía Mora, estudiante de Bioquímica, optó por vivir en otra de las residencias de Xior, ubicada en la Avenida del Editor Ángel Caffarena, 1. Al igual que Martina, Sofía también valoró la conveniencia de vivir en un entorno controlado y seguro mientras se adapta a la vida en Málaga. La joven paga unos 900 euros al mes, lo que incluye media pensión, es decir, desayuno y comida diaria. “Tener esta opción contratada me resulta muy cómodo porque no tengo que preocuparme por las comidas principales, pero también tenemos acceso a una cocina común para preparar algo si lo necesitamos”, explica.
A pesar de que Sofía reconoce que vivir en un piso podría darle más independencia, para ella la residencia fue la mejor opción en este momento de su vida. "Al ser nueva en la ciudad, es más fácil adaptarse y conocer gente. Compartes espacios con otros estudiantes, y eso facilita mucho la socialización", comenta. Además, asegura que el ambiente estudiantil y la convivencia con otros jóvenes en situaciones similares le han ayudado a integrarse mejor en la comunidad universitaria y a sentirse acompañada durante su estancia en la ciudad.
Los principales motivos por los cuales los estudiantes deciden abandonar las residencias se basan en dos, la comida y la intimidad, mientras que las razones para entrar a una de ella están en la estabilidad social y la falta de experiencia en las labores del hogar.
Adriana Revilla tiene 21 años, es de Palencia y durante los dos primeros años de su grado decidió alojarse en la Residencia Balcón del Romeral porque considera que “es una oportunidad para abrir tu círculo y no cerrarse únicamente a los compañeros de la universidad. Llegas sin tu familia y de lejos y lo último que quieres es sentirte solo”. Su estancia era de 750 euros mensuales y lo que más agradeció de ella fue “el servicio de lavandería y limpieza, porque lavaban tu ropa y te la devuelven planchada”.
“La comida era muy monótona y me terminé cansando”
Andrea Martín es de Almería y como muchos estudiantes de nuevo ingreso eligió la opción de la residencia “para evitar que el cambio fuera tan brusco”. Tras un año de convivencia con otros alumnos, apunta que lo que menos le agradó de la estancia “era la comida y el ruido que provocaban algunos compañeros, que incluso no dejaban descansar por la noche”. Este año, después de varios meses de búsqueda insaciable durante el curso, ha encontrado un piso compartido con otras compañeras porque “el primer año mis padres se ajustaron a un precio más alto, pero este año no”.
El desconocido servicio de alojamiento de la UMA
Con precios altos, espacios limitados y la reducción de pisos disponibles debido a la proliferación de viviendas turísticas, la búsqueda de un lugar donde vivir se ha vuelto un dolor de cabeza. La Universidad de Málaga (UMA) ofrece un programa de alojamiento a través de su Servicio de Acción Social, aunque es poco conocido entre los estudiantes. Este programa facilita la búsqueda de vivienda en alquiler, gestionada de forma gratuita mediante una plataforma en línea. Tanto los estudiantes como los propietarios pueden inscribirse sin coste alguno. Sin embargo, según los datos del vicerrectorado, el curso anterior se ofertaron 24 pisos, mientras que en el actual curso 2024/2025 se ofertarán solo 12 pisos.
Los interesados en este servicio pueden optar por diversas modalidades de alojamiento: pisos completos o por habitaciones, donde el estudiante puede elegir si compartir o alquilar el piso entero; habitaciones en viviendas con el propietario, que puede ser una opción más asequible; o en régimen familiar, donde el estudiante convivirá con el propietario y su familia.
Los propietarios que deseen ofrecer su vivienda también pueden inscribirse en el programa. Para ello, deben acudir personalmente a las oficinas de Acción Social o enviar el formulario correspondiente por correo electrónico. Según la vicerrectora de Igualdad y Política Social, María José Berlanga, este sistema ofrece mayor seguridad tanto a estudiantes como a propietarios, mitigando preocupaciones como el movimiento okupa.
Además del programa de vivienda, la UMA ofrece otras opciones como la Residencia de Estudiantes Alberto Jiménez Fraud, con 257 plazas, convivir con personas mayores o el alojamiento en residencias privadas conveniadas, subvencionadas en un 50%.
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