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CD Leganés - Málaga CF: Coqueteando con la ruina (1-0)

Bustinza, en el césped tras una ocasión en el CD Leganés - Málaga CF

Bustinza, en el césped tras una ocasión en el CD Leganés - Málaga CF / La Otra Foto

El Málaga está coqueteando con el lado oscuro, tomando las hechuras del buen equipo que todos los años se derrumba. Este traje lo han llevado otros a lo largo de la historia reciente, sobran ejemplos. Porque el fatalismo no nace de ignorar las virtudes de esta plantilla, sino precisamente porque se conocen. La cubierta de estos futbolistas es de cristal, algo familiar para el malaguismo. Se planta con sus mejores intenciones ante cualquiera de sus contrarios, les mira a los ojo y les tutea. Pero en cuanto le dan la primera coz, se rompe en mil pedazos y ya no recobra el compás. Ya son diez jornadas y la derrota en Leganés deja el farolillo rojo en Martiricos, donde el panorama para recibir al Lugo es desolador.

Sorprendió el once del Málaga cuando se cantó por primera vez y lo volvió a hacer cuando se vio la disposición en el césped. Pepe Mel rotó por primera vez en la temporada a Rubén Castro, que lo había jugado casi todo. Cuando el balón echó a rodar dejó un toque de autor y utilizó por primera vez de inicio un dibujo con tres centrales y carrileros, lo que preparó casi toda la pretemporada Guede. A conveniencia podía adelantar a Juanfran con Bustinza de guarda desplazado al lateral.

Esta fórmula logró que el partido estuviese donde quiso el Málaga en toda la primera mitad. Amparado en su blindaje con Bustinza, Burgos y Escassi, resistió sin apuros las primeras acometidas del conjunto pepinero. A medida que avanzaron los minutos, los de Mel se fueron sintiendo más cómodos, haciendo el campo pequeño al Leganés, forzado a cometer innumerables pérdidas en la salida.

Jozabed cumplió una misión inteligente que ayudó a N’Diaye a salir de la cueva y a favorecer recuperaciones en la sala de máquinas de los madrileños. El Málaga intentaba jugar a uno o dos toques y atacó los espacios a la perfección, especialmente por medio de Villalba a la espalda de Jorge Sáenz. Cuando tocó elaborar con más paciencia resolvió notablemente un par varias posesiones.

Se vieron intenciones y mecánica, pero volvió a faltar finura y frescura en los metros finales. Como ante el Andorra, supo desactivar al adversario y obligarlo a ser una versión peor, sin embargo ni el último pase era bueno ni había llegadores con convicción.

Había diferencias por lo tanto entre los balones perdidos de uno y otro. Los del Leganés eran fruto de la desesperación a la que le había llevado el Málaga. Los del cuadro de Mel se acumulaban en acercamientos al área, que no por numerosos eran de mayor calidad. De cualquier forma, esto suponía una continuidad, un asentamiento del equipo y una muestra de que Mel entiende lo que tiene y va añadiendo ingredientes mientras salta por las dificultades (lesiones y falta de determinados recursos).

Si el domingo el equipo se había caído, había que ver si el esfuerzo de Butarque iba a provocar una bajada en la tensión colectiva. La afición local mostró su enfado mientras los jugadores se marchaban a la caseta. Cabía esperar un mayor pulso a la vuelta.

El Leganés se acercó tres o cuatro veces a la meta de Manolo Reina, que tuvo que resolver una acción delicada saliendo de sus dominios. En una de ellas cayó Escassi lesionado, hurgando en la herida blanquiazul. Mel acababa de meter a Genaro por un amonestado y caliente Villalba. Con dos ventanas gastadas, el portero de Villanueva del Trabuco se tiró al verde. El veterano meta pidió paciencia, con Yáñez en la banda listo para debutar.

El espectáculo de los horrores continuó con una cadena de malas decisiones que llevó a Arnaiz a plantarse delante de Manolo Reina, al que recortó antes de definir con Burgos intentando la desesperada. El 1-0 rompía la línea trazada en los dos últimos partido y convertía en cenizas todo el esfuerzo de la primera parte.

No le quedaba a Mel otra que hacer un triple cambio para aspirar a la reacción. Rubén Castro y los canteranos Loren Zúñiga y Cristian –debutante–, que entraron por Fran Sol, Jozabed y Febas. Cualquier contratiempo ya no tenía arreglo inmediato.

Cada metro ganado le costaba un mundo al Málaga, descompuesto tras el gol. Un par de malos cabezazos a balón parado, un control de Rubén Castro en el área que acabó topándose con Omeruo. Escaso y torpe todo el juego. Para colmo Arnaiz aprovechó que Burgos se quedó colgado para verse de nuevo cara a cara con Reina, favorecido por un poco certero toque del agotado atacante.

El Leganés administró bien la ventaja y los segundos. La victoria le sacaba del descenso y empujaba a un rival directo un poco más hacia abajo. El Málaga se queda como colista y todo son dudas y preocupación.

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