Crónica del Málaga CF - Deportivo

(0-0) Fortín en ciernes

  • El Málaga y el Deportivo empatan en un duelo en el que reinó la igualdad

  • Blanco Leschuk falló el que pudo ser el gol de triunfo y Munir salva el punto

Blanco Leschuk lamenta la ocasión perdida.

Blanco Leschuk lamenta la ocasión perdida. / Marilú Báez (Málaga)

Despertó Málaga. Y es lo mejor del partido ante el Deportivo. La afición sabe que su papel es fundamental para lograr el ascenso. En otro escenario distinto puede que un encuentro tan igualado hubiese caído del lado gallego, que acabó dando la sensación de tener algo más de fuelle. El fortín está ahí en cierto modo. Desde el tropiezo ante el Reus, el Málaga no ha vuelto a perder. Ni dentro ni fuera. Son siete jornadas seguidas. Pero en las tres últimas citas no ha logrado ganar ante tres rivales directos –sobre el papel– como Almería, Las Palmas y Dépor. Así que sí, te queda un fortín, sí, pero del que todavía se puede salir con vida.

Necesita el Málaga un toque más para distinguirse del resto. En las áreas Munir hizo su labor pero Blanco Leschuk no. Tras meses sin ver portería y aun entendiendo que su labor es fundamental para que el equipo de Munir no se descoyunte, el cambio en el 55’ suena a aviso. Porque Seleznov ahora mismo sigue sin estar para esta guerra.

Duele ver que otra vez se pasa una ocasión de asaltar el liderato en una categoría donde nadie regala un suspiro. La manera optimista de analizarlo es que el Dépor se queda detrás y se va sin meterte mano y con el golaverage particular empatado. Neutralizado esto, el Málaga queda cuarto con 49 y sólo tiene por delante a Osasuna (51), Albacete (50) y Granada (50). A todos se tiene que medir aún.

Pero toca volver a La Rosaleda, donde se vivió un partido cuya tensión se podía palpar a pellizcos. Tanto deseo por ganar como miedo de perder. Dos conjuntos hechos para Primera y con un saber hacer que podría colar por un partido cualquiera de nivel medio en la máxima categoría. A la media hora el balón había estado repartido al 50 por ciento. Las sensaciones también. No eran las ocasiones, sino ese nosequé continua de estar ante dos fieras que esperaban la más mínima para saltar sobre su presa.

Había trabajo en el campo. Málaga y Dépor mostraron su sello en la puesta en escena. Equipos de autor, pero no uno de esos con ínfulas de gran artista. Arquitectos de bloques construidos alrededor de futbolistas con hambre, oficio y maldad. Quique y Fede reptando por las zonas calientes. Keidi Bare reclamando la llave de La Rosaleda con más de seis kilómetros en las piernas y una actuación omnipresente.

La primera mitad también tuvo su polémica. Primero con una entrada de Bergantiños a Ricca que bien pudo ser roja directa. Antes de bajar el telón por penúltima vez, Dani Pacheco reclamó un penalti por manos. El defensa del Dépor tenía el brazo bien pegado al cuerpo.

Cuando el colegiado mandó a los equipos a refrescarse, La Rosaleda rugió por entender que existía penalti. Más madera para un fuego que llevaba horas ardiendo. Con el humo todavía saliendo de las gradas, el Málaga arrancó la segunda mitad acorralando al Deportivo.

Keidi Bare, una especie de Atila infatigable que ha concedido a Muñiz ese algo que faltaba en el equipo, presionó en la salida al meta del Dépor en una acción tantas veces inocua. Forzó una mala acción y provocó que Blanco Leschuk, que venía de acompañar esa presión, se encontrase un balón y la portería vacía. Control y remate poco voraz que Dani Giménez consiguió anular.

No fue gol pero consiguió hacer que el Dépor temblase como nunca antes en el partido. Poco a poco fue regresando a la normalidad anterior, con su igualdad y sus alternativas. Muñiz mandó al banquillo a Blanco Leschuk por Seleznov y el Málaga perdió soluciones en su juego, lo que fue favoreciendo el crecimiento del contrario.

El ucraniano reclamó dos penaltis, que fue casi lo mejor de su actuación. Jack Harper no gozó de sus mismos minutos, pero sí de la ocasión que pudo cambiarlo todo, pero su latigazo lo mandó a córner el inspirado Dani Giménez. Antes había brillado Munir sacando una mano prodigiosa ante Borja Valle.

Trata de explicar Muñiz tras el partido que la afición fue clave para los instantes donde peor lo pasó el equipo. No fue ante el Dépor el día donde se celebra el triunfo y se consigue la comunión total entre las partes. Pero si inicia el camino para que La Rosaleda sea la mayor caldera de Segunda División. El próximo rival en casa será Osasuna. Líder gracias a la suya.

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