Málaga C.F.

'Ich', Gustavo Blanco

  • Gustavo Blanco se quedó sin gol, pero cuajó un partido muy completo para favorecer a su entorno

  • Muñiz le da un papel clave a balón parado

Gustavo Blanco busca el remate ante el meta cordobesista.

Gustavo Blanco busca el remate ante el meta cordobesista. / MARILÚ BÁEZ

Juan Ramón Muñiz tiene en Gustavo Blanco Leschuk su delantero ideal. Ese nueve alto que el Málaga no llegó a traer con Juande ni encontró en el fallido -y caro- Borja Bastón. Un futbolista que limpia, fija y da esplendor -como la RAE- a los de su alrededor. Su dupla con Harper funciona porque son complementarios, sí, y porque el argentino le genera un entorno favorable para que luzca el trabajo ingente que hace el fuengiroleño. Ha caído de pie en el engranaje de Muñiz. Asume roles y da un perfil que, salvemos las enormes distancias y pongamos en contexto, se asemeja al de Roque Santa Cruz. Está por descubrir si este tiene su propio Ich, Roque!. Un temazo.

Dentro del engranaje de Muñiz, Blanco Leschuk ha caído de pie. Esa comparación a priori atravida con el guaraní tiene su sentido. Cuestión de tareas: por recibir, abrir, caer a bandas, ganar por alto y generar. También busca línea de fondo en los saques de banda para postear, tarea en la que asistió a Adrián para estrenar el marcador. Otra vez la estrategia.

El técnico asturiano no es amigo de la individualidad, por eso su discurso es siempre equipo, equipo y equipo. Hubo que darle un giro a la pregunta para que Muñiz consintiera focalizar en Gustavo Blanco, al menos para desgranar las labores que encarga al argentino. "Los delanteros hacen muchas cosas en el equipo que no es solo marcar. Gustavo es un jugador muy completo, domina el juego aéreo, de espaldas, juega con el pie, entiende el fútbol, se sacrifica y es complicado para el contrario", explicaba el preparador costasoeño, que tenía que dejar su impronta de igual modo: "Para nosotros es importante como Alfred (N'Diaye), como Hicham, como Juanpi, como Lacen, como son todos. Tenemos que destacar por ser un buen equipo, no por tener una buena individualidad".

Sufrieron Quintanilla y Aythami -no le dio apenas tiempo al lesionado Jesús Valentín- en los duelos aéreos. Se daba Sandoval con un canto en los dientes de que ganaran la mitad. Según datos de BeSoccer, Blanco Leschuk ganó el balón en 12 de las 21 veces que pugnó en los aires por él. Recibió hasta cinco faltas (por dos suyas) y robó un balón en campo propio. Lo tocó todo y también trabajó con la pelota en los pies: dio 20 pases buenos -71% de acierto-, dos que generaron ocasiones de gol, puso un centro y disparó cinco veces, dos de ellas a puerta.

Ocasión tuvo, la más clara, precisamente en uno de esos balones que se agenció tras una pérdida del Córdoba en medio campo. Le faltó el aire, ya avanzado el partido, tras plantarse en el área y recortar. También en estrategia llegó al primer palo en un córner para enviarla por encima del larguero y en otra falta lateral obligó a Carlos Abad a estirarse para despejar su cabezazo. Y el gol de Hicham llegó tras el rechace a un remate franco de Blanco Leschuk. No habría gol, pero pudo ser su partido más completo.

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