Kameni, rey de fiestas

Había dos tipos de fiesta en el ideario del aficionado malaguista: la obtención de la séptima plaza. Si no podía ser esta, más complicada, se aspiraba a despedir el curso con un triunfo sobre el Sevilla. Tampoco tuvo lugar. Sin embargo, el Málaga tenía preparado su habitual fin de fiesta: vuelta de honor a La Rosaleda con camisetas de agradecimiento y todos los protagonistas del vestuario presentes. Todo discurrió de manera sencilla y sin grandes alardes. Pero la figura de Carlos Kameni fue la que de nuevo destacó de los demás. Y no es la primera vez que ejerce como maestro de ceremonias.

En esta ocasión se mostró algo más calmado. Pero fue todo pasión mientras decía hasta luego a los aficionados. Saludó por las cuatro gradas con bastante fervor y casi llega desnudo al vestuario de los regalos que hizo. Regaló camiseta y pantalones, ayer amarillos a un par de aficionados ubicado en el sector bajo de Preferencia. Posteriormente corrió a saludar a los seguidores de Fondo, donde en esta ocasión dio las botas como presente. Todo ello ataviado con una boina que le habían tirado desde las gradas y de la que no se desprendió ni siquiera tras el paso por los vestuarios.

No llegó a ser destacado como cuando el equipo festejó sobre el terreno de juego la clasificación para la fase previa de la Liga de Campeones. Joaquín hizo las delicias del respetable con su capote, si bien el camerunés reclamó su cuota de protagonismo enlazando una serie de volteretas que dejaron atónitos a propios y extraños.

La comitiva blanquiazul, sin el jeque, que la temporada pasada sí que se animó a despedir la temporada en el palco, desfiló de manera relajada por el terreno. Ahí estuvieron incluso los que se perdieron el encuentro y algunos de los canteranos que a lo largo de la campaña han trabajado con el grupo. Sin alardes se echó el telón.