Copa del Rey

La Rosaleda dice basta (3-4)

  • La afición corea el "Juande, vete ya" en varias ocasiones tras otro ridículo del Málaga

  • El nivel defensivo tocó fondo ante un Córdoba que respondió a cada zarpazo blanquiazul

  • Otra exhibición de Sandro

Entraba dentro de la lógica que el 2-0 de la ida fuera una losa. Quizá tan sólo hubiera bastado con ahogarse en la orilla, con vencer 3-1 o caer en los penaltis, porque La Rosaleda es muy agradecida con poco que se le ofrezca. Por eso cobra tanta resonancia su explosión de ayer. El equipo está con 21 puntos, en una clasificación muy cómoda, y tampoco entraba dentro de lo exigible ganar la Copa. Y, sin embargo, la gente está harta. De ver que su equipo no juega a nada, de que su defensa sea un boquete inmenso, de que jugadores que fallan por sistema sigan en el once. Parecía difícil empeorar el mal rato de Sevilla. Pero no, el Málaga insistió en el ridículo ante un equipo de Segunda y plagado de suplentes. No es que no se remontara, es que se perdió y se encajaron cuatro goles. La Rosaleda entonó varias veces el "Juande, vete ya" y 2016 se marcha con la sensación de que algo está roto y tiene difícil arreglo.

Existe una fractura que en apenas tres días se ha elevado exponencialmente. La flor de Juande, la calidad al rescate en momentos puntuales, ha ido tapando vergüenzas y problemas sistemáticos. Pero el polvo bajo la alfombra se ha desbordado, y difícilmente lo tapará el mercado de invierno. Básicamente, porque habría que fichar una buena remesa de futbolista. Juande ha perdido el timón de la nave y demuestra que no es buen fontanero, porque sigue sin ser capaz de tapar las fugas que se ven una y otra vez.

El Jekyll y Hyde de su equipo va a peor. En una noche en la que el Málaga necesitaba de épica y refuerzos positivos, por tres veces marcó, y otras tantas veces respondió el Córdoba marcando de manera inminente. El equipo había embotellado a su rival en el inicio impulsivo e intenso que se le pedía, Sandro puso el 1-0 y diez minutos después fue flagrante la facilidad con la que anotó Piovaccari: una contra con sólo dos jugadores; si enfrente hubiera estado un equipo alevín, también habría hurgado en una defensa que, literalmente, se ha caído. Diego Llorente y Mikel Villanueva, pero sobre todo el primero, están sufriendo sobre el campo, con miedo a fallar. El venezolano tiene el atenuante de que acaba de llegar; al del Real Madrid, paradójicamente, ya no hay por donde defenderlo.

Salvo en el tercer gol, no es que el Córdoba se aprovechara de un rival lanzado a tumba abierta, es que marcó cuando peor lo tenían ellos. Si el bochorno no fue peor hay que darle las gracias a Sandro. Él solo no podía remontar, pero casi le basta para ganar el partido. El canario se exhibió con dos golazos, dos tiros a los postes y un clínic de movimientos, desmarques y lanzamientos. Por más que marque, él no puede defender también. Y quizá Boyko tampoco es responsable, seguramente los pitos a él deban interpretarse como una crítica a haber quitado a Kameni. Pero el ucraniano ha encajado 13 goles en cinco partidos.

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