En un final surrealista entre el Oviedo y el Málaga, Ortiz Arias, con Bikandi Garrido como árbitro de VAR, no se atrevió a pitar un penalti que pareció claro por mano de Bolaño ya en los estertores del partido, en el minuto 96. Se tiró a cortar un balón en un disparo ya definitivo de Antoñín y salió rebotado de su codo. La cara del zaguero oviedista le delataba al levantarse. Pero en la sala de Las Rozas no vieron oportuno interpelar a Ortiz Arias para que revisara la jugada. Hubiera sido, además, la segunda amarilla.

Sucedió al contrario mediada la segunda mitad, cuando una falta lanzada por Dani Pacheco fue desviada por el canterano oviedista Javi Mier con su brazo. En esta ocasión, desde arriba sí le dieron el aviso a Ortiz Arias de que fuera a ver la jugada. Y decretó penalti, que fue transformado por Armando Sadiku.

En el lado oviedista se reclamaron dos penaltis, uno de Diego a Baldé en el que los dos jugadores se estaban agarrando y otro, ya en el descuento, de Antoñín a Sangalli. Ortiz Arias vio la jugada y estimó que el contacto no fue suficiente.