Está feo decirlo, pero el Málaga se ha quitado un muerto de encima. No está como para pensar en la Copa del Rey y, como se dice por estas tierras, se ha quitado un muerto de encima. Se ahorra una eliminatoria en la semana en que nada ni nadie debe apartar a los blanquiazules del objetivo: el Tenerife. Esta vez cayó pero no arrastró el escudo ante el Nàstic de Tarragona que sí quería este regalo de Navidad. Es que es lo que hay y tampoco cabía un final mejor para este 2022.

No es que perder sea bueno ni positivo, de hecho el Málaga sólo había perdido ante el Levante en sus últimos nueve partidos (contando al Peña Deportiva). Traía una buena inercia y tampoco les habria venido mal un baño de autoestima a los que participaron.

Plantó un buen once Pepe Mel en el Nou Estadi, al menos con los nombres en la mano. Con veteranos y algún no tan veterano que han perdido el sitio o tienen poco protagonismo. Manolo Reina, Bustinza, N’Diaye, Luis Muñoz, Fran Sol, Ramón, Juande... Buen armamento sobre el papel para vencer a un conjunto de categoría inferior.

Eso sí, de los actuales titulares de Mel sólo se mantuvo Ramalho. Las notas más novedosas las pusieron Álex Gallar, en el campo después de mucho tiempo y los canteranos. Lo de Issa Fomba era hasta lógico ante la ausencia de hombres para la izquierda y además se produjo el estreno de Bilal con el primer equipo.

Tomó el balón desde el inicio el Málaga, que jugaba con el dibujo a su antojo, estirando y comprimiendo a unos y otros. Sin embargo los catalanes dieron el primer tortazo. Una de esas jugadas tan repetidas esta campaña. Una pelota que se pasea por el área y que tras varios intentos acaba en gol con unos cuantos jugadores retratados. N’Diaye, Manolo y hasta Juande. Fotograma a fotograma. Tuvo mérito Ramalho, que evitó sobre la línea en primera instancia el tanto.

En el desconcierto blanquiazul trató de pescar algo más el Nàstic en una acción en la que N’Diaye llegó tarde y anduvo cerca de cometer un penalti. Pero el senegalés logró resarcirse después con el tanto del empate.

El Málaga se estaba acercando discretamente. Encontró una buena vía por la izquierda, con Luis Muñoz colándose en el área y sacando un disparo con intención que repelió el muro tarraconés. El balón volvió al capitán, que vio la incorporación de Bustinza. El defensa sacó como pudo un centro con la izquierda, resbalándose, sí, y también conectando con el senegalés, que la colocó con la derecha tras anticiparse a su par.

Parecía un partido cualquiera de Segunda, soso, sin grandes sobresaltos. El Nàstic, sin embargo, quería más y apretó en la recta final de la primera parte, en la que Manolo Reina evitó el 2-1.

Al regreso de los vestuarios el Málaga gozó de una magnífica ocasión, además, en la cabeza de alguien a quien le hace muchísima falta marcar. Ramón envió un servicio exquisito y Fran Sol emergió en el primer palo para cabecear a centímetros de la escuadra.

No hubo mayores sobresaltos hasta cerca del 60, con un disparo de Bonilla en el que Manolo volvió a estar atento para evitar el tanto. Mel movió ficha y fue metiendo titualres. Primero, Febas y Villalba por N’Diaye y Gallar. Luego Rubén Castro, que como el portero de Villanueva del Trabuco militó en el Nástic. Lo más significativo fue ver juntos al canario y a Sol, la pareja que tanta ilusión generó en verano.

Se asomó en el 80’ el Málaga con un disparo de Villalba que detuvo Parra. La respuesta local no se hizo esperar y cayó el 2-1. Otra vez por el flanco de Bustinza, con Juande muy blando y Ramón despejando mal tras otro fuego apagado por Ramalho. Excelente ejecución por otro lado de Pablo Fernández, con control y chut a botepronto.

El entrenador blanquiazul dio más minutos a los canteranos. A Loren, que casi siempre suma alguno, y a Juanma, o Juanmita. Otro debutante de Mel.

Aguantó el Nàstic a pesar de varias llegadas del Málaga apretando o haciendo como que apretaba. Pasó la eliminatoria quien más quiso pasar. Los blanquiazules se ahorran jugar los dieciseisavos los primeros días de enero y se podrán ir de vacaciones con el Tenerife en el horizonte.