Resultado del Deportivo - Málaga CF de play off

Empacho de euforia (4-2)

  • El Málaga, superado por el Dépor a pesar de lograr adelantarse dos veces en el marcador

  • El equipo de Víctor, obligado a la heroica en La Rosaleda para poder seguir aspirando a subir

Víctor saluda a Ontiveros en el Dépor-Málaga.

Víctor saluda a Ontiveros en el Dépor-Málaga. / LaLiga

Al Málaga le han cosido a balazos cuando más fuerte se sentía. El Deportivo, después de verse desnudado durante muchos minutos, encontró la manera de cambiar la dinámica del cuadro blanquiazul, empachado de euforia y autocomplacencia. Un play off hay que saber jugarlo. Ya es un pecado desperdiciar dos ventajas fuera de casa. Dejar que te metan cuatro tantos te retrata. No, no es la jornada 43, es una nueva competición que requiere de sus propios códigos y de una amplitud de miras que le faltó al equipo de Víctor.

Ahora el Málaga tiene que apelar a la heroica en La Rosaleda, empezando con un -2 pero sabiendo que ya están garantizadas 30.000 gargantas que transitarán entre el sueño y sufrimiento. Tiene capacidad para hacerlo, sin duda, pero habrá que ver cómo gestiona el vestuario la ansiedad de verse con un pie fuera de Primera.

Estropeó el equipo un partido en el que Ontiveros se cargó las pizarras nuevamente. Asistió primeramente a Luis Hernández para el 0-1. El partido se ensució un poco porque el Málaga perdió algo de norte con el tempranero empate de penalti. Sin embargo el marbellí volvió a sacar un conejo de la chistera. El 1-2 fue tan soberbio que supuso el techo blanquiazul en el partido.

Martí entendió que más allá de los horrores que te pueda provocar un rival tan difícil de controlar como Ontiveros, había pequeñas batallas donde imponerse. Sobre todo en la de la tensión. El Dépor salió con mayor determinación al césped tras la reanudación. Niveló la balanza de la posesión y arrinconó a un Málaga que había olvidado cómo se jugaba a sufrir.

Ontiveros anduvo cerca de volver a zarandear al envalentonado Dépor. Una aparición en la que rozó el penalti (y donde se fue al limbo la segunda amarilla para Pedro) y que finalizó con una falta directa casi imposible que hizo temblar la portería y a todo Riazor.

Los blanquiazules comenzaron a volverse pequeños, nunca más jugaron con el guapo subido, no como en la primera parte. El Dépor ya había encontrado la ruta del gol e hizo gala de una efectividad tremenda. Lo pasó francamente mal el Málaga por los flancos, con Ricca e Iván Rodríguez superados con facilidad, pero tampoco el resto tuvo el cuajo necesario ni la capacidad para cicatrizar rápido. Ahora no le queda otra cosa a los blanquiazules que tragar saliva.

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