Resultado y crónica del Málaga CF - Cartagena

Esto con la afición no pasaba (1-2)

  • El Málaga se adelanta con un golazo de Cristian Rodríguez 

  • El Cartagena empató con viarios jugadores en fuera del juego pero el VAR interpretó que no era 

  • Los blanquiazules perdieron el rumbo en la segunda mitad y no llegó a culminar su conato de reacción

Juan Soriano no logra detener el 1-1 en el Málaga - Cartagena

Juan Soriano no logra detener el 1-1 en el Málaga - Cartagena / Marilú Báez

Otra vez pinchazo al globo y esta vez no lo merecía el Málaga, al que le robaron la euforia por el camino cuando se empezaba a gustar. Es imposible no rememorar este tipo de partidos con La Rosaleda encendida, los que hacían sentir al personal que cambiaban partidos. Se lo están perdiendo estos jubilosos futbolistas, la mayoría no bautizados aún. Y lo peor es que se nota en el zurrón. Dirán que eso les pasa a todos. Sin herir directamente al corazón de nadie, casi ningún estadio en Segunda se puede comparar cuando acude la marabunta blanquiazul.

Quizás la presión ambiental evitaría que los árbitros se escudasen tanto en lo que dicten unos señores en una sala fría donde el verde que se ve es artificial. Y la mella que hace en los rivales. Y el oxígeno que presta cuando la fatiga manda. No fue hace tanto, caramba.

Cómo no caer en esa ensoñación si al Málaga el primer impulso se lo dio la afición. En la noche más fría se citaron para recibir al equipo, virgen en su mayoría de estas expresiones y que contemplaron desde la puerta del parking una pizca de lo que la mayoría solamente ha oído hablar. Falta el aliento en las gradas y La Rosaleda a veces se le vuelve gigante a los blanquiazules y tiene síntomas que no está mostrando cuando cruza la frontera.

Le vino bien al principio que el Cartagena fue a la verdad desde el principio. Ahí los de Pellicer, entregado a los jugones con una medular formada por Ramón, Jozabed, Cristian, Rahmani y Joaquín, encontraron oro. Se invitó a Orlando Sá a estrenar el marcador a los cuatro minutos y medio, pero el cuello se quedó rígido.

En otra llegada fulgurosa, Jozabed vio volar el balón y la dejó con el pecho para Cristian Rodríguez que dejó que planease un poco más hasta conseguir la trayectoria para imaginar lo imposible. Se giró con el compás exacto para ejecutar una volea serpenteante que mordió la madera, tocó en el portero y entró con el primer reflejo de no entender el efecto óptico muy bien. Si hay quien cree que ese tanto se debe apuntar al portero en propia puerta, sólo tiene una respuesta: El cuadro se lo tienes que firmar al artista, no al que apoyó sus dedos antes de que secase la pintura.

Estaba bailón el Málaga, el Cartagena concedía algunas, pero parecía que contaba con ello. El riesgo era parte de su plan, si bien empató de manera injusta y donde las fuerzas se igualan, en el balón parado. Gallar lanzó una falta con una rosca envenenada. El Málaga tiró bien el fuera de juego y varios jugadores del Cartagena fueron por el balón, añadiendo dudas a Juan Soriano en su salida, que a mitad de camino no pudo hacer nada ante el bote. Otro zarpazo en contra de un VAR en manos de quien no entiende el fútbol.

Se llegó al descanso con una sensación de estar jugando como casi como un grande, como cabe esperar de un equipo que luce ese escudo en La Rosaleda, pero con el gesto torcido por un marcador que no reflejaba lo sucedido en el verde. El paso adelante del Cartagena fue evidente. Azotó De la Bella en una gran combinación que llegó hasta la cocina. Pudo haber mano en el origen, el VAR dijo que tampoco. Y todo esto justamente cuando Pellicer tenía preparados dos cambios inteligentes para ir a por el partido. Porque era el momento de Luis Muñoz en el campo. Al final fueron tres los cambios.

Los blanquiazules no terminaron de encontrar vías para dañar al Cartagena y además se llevó algún susto. Joaquín no aparecía y Rahmani, muy poco. Luego con Larrubia y Julio confesó la desesperación por buscar soluciones que rescatasen parte del botín sisado. Sin embargo la sensación era la de que el Málaga se había descompuesto y lo único que cabía esperar era que alguien destapase algún frasco.

Rahmani levantó la mano y envió un telegrama al área que se paseó huérfano de Chavarría. En minuto 91 el Málaga metió toda la fe en la mochila y el Cartagena aprovechó la confusión para robar segundos. Una derrota de morderse los labios, de saber que sólo pasa en esta distopía, que en la vida que añoramos esto no pasaría.

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