Rosaleda, madre y abuela

MÁLAGA CF

Siete iconos malaguistas repasaron en una mesa redonda los 75 años del coliseo blanquiazul

De izquierda a derecha, Dani Marín, moderador de la mesa, junto a Basti, Roteta, Movilla, Catanha, Peralta, Manu Sánchez y Weligton.
De izquierda a derecha, Dani Marín, moderador de la mesa, junto a Basti, Roteta, Movilla, Catanha, Peralta, Manu Sánchez y Weligton. / Málaga Cf
Víctor Miralles

Málaga, 25 de marzo 2017 - 02:06

75 años no son nada y a la vez dan para mucho. La Fundación del Málaga no se cansa de celebrar el cumpleaños de su casa, esa que ha ejercido como madre y hoy, por edad, como abuela. La Rosaleda se dio la mano con el CD Málaga por primera vez en 1941 y desde entonces lo ha visto crecer, caer y volver a levantarse. Tras la transición a Club de Fútbol quizá llegaron sus años más difíciles, pero ahí estuvieron el mimo y la paciencia de su pupilo. Ayer, siete buenos representantes de su historia quisieron recordar con cariño la época que pasaron acogidos por el manto blanquiazul y en la que cada uno de ellos dejó su huella.

Basti, Mikel Roteta, Weligton, José María Movilla, Manu Sánchez y Catanha hicieron mayoría absoluta para la historia reciente del Málaga frente a Fernando Peralta en la mesa redonda, bajo el nombre de La Rosaleda, testigo de nuestra historia. Siempre con su icónico bigote, el ex portero dibujó "los eucaliptos y el arco de entrada" que coronaban el coliseo blanquiazul antes de su remodelación para el Mundial de 1982. No obstante, el devenir de su carrera quiso que, tras partir al Sevilla en 1986, acabase regresando sólo cuatro años más tarde para ser partícipe del ocaso del proyecto.

Fue en ese momento cuando un proyecto "de valientes como Javier Domínguez, entrenador del Atlético Malagueño" dio su hueco en el recuerdo costasoleño a Sebastián Fernández Reyes. En esas palabras se refería Basti, máximo goleador histórico del club bajo las siglas CF con 55 tantos, al renacer del equipo. Esa entidad de la que hoy toma nombre el filial aglutinó el sentimiento malaguista y fue renombrado para ir dando sus primeros pasos hacia la élite. Y en ellos, tan protagonista fue el ariete paleño como el primer icónico pelirrojo que pisó Málaga: Mikel Roteta.

"Vine con el Barça B cuatro años antes de fichar por el Málaga. Veías que en el entorno había dificultades, se palpaba, pero veías a un equipo que se ilusionaba por sacar a gente de la casa y una ciudad y un club con mucho potencial", recordó el donostiarra sobre su primer partido en La Rosaleda. Y en 1997, con el equipo en Segunda B, Roteta se decidió: "Al subir con el Jaén se me puso sobre la mesa venir aquí y no lo dudé. Sabía que daba un paso atrás ir a Segunda B, pero tenía que hacerlo porque veía mucho potencial". Sus expectativas se verían colmadas y trazó junto al Málaga la línea ascendente que encontró su culmen con su gol en la Intertoto de 2002 frente al Villarreal para meter al equipo por primera vez en UEFA.

En ese camino hacia Europa estuvo otro de los protagonistas. José María Movilla llegó en el mismo año que Roteta para consumar un ascenso a Segunda B que supuso un antes y un después en la entidad: "Recuerdo que faltando cinco minutos hubo una invasión de campo y se nos hacía eterno. Aquello fue inolvidable. Hayamos ascendido con otros equipos o ganado títulos, esa sensación al menos yo nunca la he tenido". Y es que el papel de la afición, como añadía Fernando Peralta, siempre ha sido fundamental. "Nosotros no somos más que granos de arena comparados con el malaguismo", aseveró el rondeño, al que refrendó un Roteta nostálgico por el empuje de La Rosaleda: "Pocas ciudades pueden presumir de meter 30.000 personas en un partido de Segunda B. Y luego cuando subimos a Segunda las calles estaban a rebosar. No lo había visto nunca. En ningún ascenso a Primera que veas en la televisión ves algo así". Fue, por tanto, determinante para que se plantase el germen del malaguismo en la ciudad. "Cuando llegué la sensación de que había una mitad del Barcelona y otra Madrid estaba, y al poco se acabó. Y conseguir cambiarlo te llena muchísimo de orgullo", afirmó.

Tras la marcha de un Ismael Díaz al que dedicaron sus elogios llegó el "padre" Joaquín Peiró. De su mano llegó lo más grande y todos lo recordaban con especial cariño. Catanha, que reiteró sus "disculpas" por las desafortunadas declaraciones realizadas en la previa del partido frente al Leganés, recordó "el cariño que nos daba" el técnico, sobre el que reseñaban aspectos icónicos como "la gorra Kelme que nunca se estropeaba" o alguna de sus costumbres. "Peiró tenía la manía de ponerse al lado de Roteta para el grito de guerra del equipo y cogerlo del hombro. Y un día Mikel empezó a moverse y el pobre hombre iba detrás y pedía que nos esperásemos para gritar", apuntó entre risas Manu Sánchez,autor del gol frente al AEK de Atenas que llevó al equipo a los cuartos de la UEFA. Una escena cuya fotografía guarda a buen recaudo en el mejor rincón de su casa.

La Rosaleda fue el mejor testigo del último renacer del Málaga. Esos tiempos de los Movilla, Catanha, Manu y Roteta se esfumaron, pero apareció otro líder para vivir en sus carnes el ascenso meteórico del club. Con Fernando Sanz en la presidencia y Muñiz en el banquillo llegó Weligton desde el Grasshopers suizo. Tampoco dudó y bendita decisión: "Málaga es una ciudad y un club que se quedará toda mivida conmigo. Les tengo mucho cariño. Llegué en un momento difícil pero no quería seguir en Suiza y vi una oportunidad de oro. Ficharon a 11 jugadores, vimos que habíamos ganado siete partidos seguidos cuando habíamos montado un equipo para no descender y creímos que podíamos ir más allá. Yo sabía lo que quería y año por año peleé por mi puesto, intentando ser mejor, y así pasaron diez años". Diez que serán más dentro o fuera del campo. De los infiernos a la Champions, el brasileño escenifica a la perfección las idas y venidas de una historia siempre ligada a su templo.

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