EDITORIAL
Extremadura señala tendencias
El 19 de febrero de 2013 se cumplirán diez años menos un mes y un día del último viaje a Oporto. Es la fecha en que el Málaga jugará allí por segunda vez en su historia, aunque suena a condena. Aquella noche lo fue de veras. El estadio Do Bessa, reformado justo meses después de ese encuentro para la Eurocopa de Portugal, se tragó al mejor equipo de la historia blanquiazul. Ocurrió en los cuartos de final de la extinta UEFA. Ahora el destino devuelve allí a los herederos de esos héroes, al conjunto que mejoró su gesta hasta llevarla, por ahora, hasta la cota de los octavos de final de la Liga de Campeones. Salió la bola del Oporto. Una de las menos deseadas, una oportunidad de revancha. Un nudo en el estómago.
Fue la primera y última vez que el cuadro malaguista cayó derrotado en Europa. Luiz Claudio, hoy en divisiones inferiores brasileñas, marcó un gol de falta que enjugó el 1-0 de Dely Valdés en la ida. Luego el guardameta Ricardo ofició como verdugo en la tanda de penaltis, donde únicamente Miguel Ángel fue capaz de mostrar puntería desde los once metros. Recuerdos recientes e inolvidables de este joven Málaga CF.
La historia es cíclica. Las bolas más codiciadas, las de Galatasaray y Celtic, salieron las primeras y con ellas se esfumaron las opciones más pretendidas por la afición. El Bayern Múnich quitó del cartel también al Arsenal, así que el sorteo para el Málaga quedó reducido a Shakthar Donetsk y Oporto, los dos equipos más complicados del ramillete de probabilidades. No hizo falta que Steve McManaman sacara la bola blanquiazul, los condicionantes del sistema hicieron que, dos emparejamientos antes, los malaguistas ya supieran su suerte. Uno de los cocos, sí, pero también con alguna ventaja a favor: la opción de que bastantes malaguistas se puedan desplazar hasta allí, bien por aire, bien por carretera, y con un clima menos rudo que el ucraniano.
Ya se conoce, de hecho, que el club de Martiricos dispone de 2.500 localidades para repartir entre sus abonados y simpatizantes. Incluso empezaron a conocerse las primeras excursiones, las que filtra el Málaga a través de su agencia de cabecera, Halcón Viajes, y de las principales peñas de animación de las gradas.
Demanda no faltará desde luego para viajar a una ciudad que dista unos 850 kilómetros de la Costa del Sol. Do Dragao, con aforo para 52.000 espectadores y catalogación de cuatro estrellas por parte de la UEFA, es de los estadios más modernos y funcionales de cuantos había en el bombo 2. Oporto, la segundad ciudad más importante de Portugal, resulta, además, un destino turístico pintoresco. Sus visitantes afirman que tanto su urbanismo como su luz son muy difíciles de compara con cualquier otra localidad del mundo.
No sentó demasiado bien en el seno del club el emparejamiento con el conjunto cuyos designios dependen de Jorge Nuno de Lima Pinto da Costa, uno de los presidentes más antiguos del continente (lleva 20 años en el cargo) y el que posee más títulos del fútbol mundial, 49 locales y 7 internacionales. Igualmente, de sobra es conocida su mangífica gestión empresarial; compra a prometedores talentos a buen precio y los vende, duras negociaciones mediante, a unas cantidades bastante superiores. En el Málaga son sabedores de la dificultad del duelo aunque no rehusan las posibilidades que tienen los de Pellegrini. A pesar de que el Oporto acabó como el mejor segundo de grupo junto al Valencia, saben que los méritos cuajados por los de Pellegrini les habilitan para mirarles de igual a igual en la eliminatoria, que comenzará el 19 de febrero, emitida por fin por La1, y acabará el miércoles 13 de marzo en La Rosaleda.
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