Málaga CF-Deportivo: La resurrección de las áreas (3-0)
El equipo golea al que era líder de Segunda y espanta la crisis y las dudas sobre el técnico
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Con los cuchillos afilados, esperando el réquiem por Sergio Pellicer, el Málaga doblegó a un Deportivo de La Coruña que se presentó en La Rosaleda como líder. El Málaga, por fin el Málaga. El correoso, el intenso, el de la fe inquebrantable. No fue una mera goleada, fue una resurrección en toda regla. Del entrenador, del equipo y de una idea, la de Loren Juarros. La resurrección de las áreas, donde se cuece la verdad del fútbol, donde los malacitanos fueron insultamente mejores. Con Alfonso Herrero recuperando el aura. Con Chupete y Rafa demostrando por qué son los que juegan en el ataque de este equipo.
Nada está hecho. Nada es definitivo. Sin embargo, este tipo de victorias traen algo más que puntos. Espantan fantasmas y miedos, insuflan toneladas de confianza. Eso sí, debe ser un punto de partida, pero la exigencia sigue siendo la misma o mayor, a la espera también de que sigan regresando ausentes.
“Y si voy a morir, prefiero que me coja tocando”. Era básicamente el mensaje de Sergio Pellicer con su alineación, la orquesta de su Titanic. Rafita antes que Jokin Gabilondo. Canteranos antes que casi cualquier fichaje. Sólo Joaquín Muñoz representaba a los nuevos. Y a los veteranos, Alfonso Herrero, Einar Galilea y Juanpe, tres de Primera RFEF. Un once que apuntaba a la zona alta de Martiricos.
Tardó 24 segundos en hacer su primer disparo el Málaga y tres minutos para el segundo. La cuenta atrás hacia los 15 que necesitaba para hacer un gol se paró a la de tres. Una acción brillante de Joaquín Muñoz, apurando hasta la línea de fondo y sirviendo una asistencia con el exterior. Recurso de categoría. Chupete, en su sitio lo hizo bueno rebañando el control con la izquierda y definiendo con la derecha.
El primer cuarto de hora fue del Málaga, que se llegó a aproximar con cierta soltura alguna vez más. A partir de ahí el Deportivo tomó el control del partido y gozó de ocasiones para igualar, sobre todo a base de saques de esquina. Emergió Alfonso Herrero, que empezaba a generar cierto debate, para mantener con vida a los suyos. Una vieja costumbre.
Y volvió a azotar el Málaga a Chupete, castigando el error sin compasión. El delantero cordobés ayudó a recuperar un balón en tres cuartos, el esférico llegó a Rafa Rodríguez, que de manera inteligente se la devolvió. El matador no perdonó. Cuarto tanto para el nueve. Estaba el equipo en un punto parecido al inicio de esta crisis, el 2-0 ante el Granada que le ponía eventualmente como líder.
Defendió el marcador hasta el descanso como gato panza arriba y aun así el Dépor logró asomarse con mucho peligro, especialmente con un disparo de Mario Soriano al larguero.
Entró al campo Stoichkov, más pólvora deportivista, que renunció a un medio y abrió a Yeremay algo más. Y casi tuvo efecto inmediato con una nueva ocasión de Soriano que abortó Herrero.
El Málaga tenía las musas a flor de piel. Convirtió otra recuperación en oro. Mismos protagonistas del anterior en funciones alternas. Chupe cedió de espuela y Rafa resistió el tirón de Gragera como un toro y definió de tiro cruzado.
La reacción del Dépor fue instantánea. Eddahchouri se escapó y logró finalizar, pero por el camino había dado un codazo en la cara a Murillo. El VAR ayudó a hacer justicia.
Continuó trabajando y madurando el partido el Málaga, que de vez en cuando tenía alguna buena llegada al tiempo que las del Dépor, por más jugadores que metía en el campo Hidalgo, escaseaban. Sustituyó elementos el cuadro blanquiazul, apropiados por el desgaste y otros puntos. Al son del himno casi se redondea con el cuarto.
Vibró La Rosaleda, donde volvieron las olas y la alegría, donde no hubo lugar para cantar en contra de nadie. Donde se da por muerta una crisis. De momento.
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