Málaga CF-Eibar: Madera que tallar (1-1)

El equipo blanquiazul tuvo una decente puesta en escena en el estreno del curso y reaccionó bien al gol del Eibar

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Niño celebra su gol al Eibar. / Carlos Guerrero

Este Málaga tiene el inconfundible aroma del hambre, de la insolencia adolescente, pero eso también viene con pecados y taras que se corrigen con el tiempo, a base de trabajo y de ensayo y error. Esto es Segunda División y el fallo se castiga con dureza. Se aprende esa lección de la visita del Eibar, un clásico de la categoría. Si uno quiere irse con media sonrisa, se puede acostar pensando y sabiendo que la madera de este Málaga se puede tallar.

Procuró el Málaga ser fiel a lo que viene prometiendo Pellicer, a lo que ha ido generando en el entorno el equipo en pretemporada. Un conjunto de espíritu dinámico y osado, que domeñó a un rival férreo y que traía un plan claro a La Rosaleda.

Volaron gráciles los jugadores del Málaga, bastante enteros para el contexto de una primera jornada y un calor sofocante. Víctor García y Lobete -que ganaron el primer pulso a Dani Sánchez y Joaquín Muñoz- tejieron las primeras conexiones, poniendo en problemas a Cubero.

Se torció el guion original con la desafortunada lesión de Luismi Sánchez pasado el cuarto de hora tras un encontronazo fortuito con Montero, otro que debutaba en Martiricos.

El técnico cosió la herida dando entrada a Dani Lorenzo y situando a Dotor más cerca de Izan Merino. Y el marbellí mostró buenas maneras, ya con la lesión de pubis solventada. Brilló sobre todo con un balón a Larrubia, cuyo disparo repelió un adversario.

Poco antes había formado una de las suyas Puga, con autopase y potente chut que despejó Magunagoitia. Pasó por alta el árbitro una clara mano en el límite del bien y del mal, como también los dos veces que acabó en el verde Montero, que se las tuvo tiesas con el veterano Arbilla en ambas áreas.

El Eibar, bien trabajado por Beñat San José, contó con la fortaleza de sus centrales para no sucumbir a los arreones malaguistas, que dispusieron de no pocos saques de esquina y situciones en las que quiso ser vertical pero careció de precisión.

Los armeros se asomaron varias veces en el tramo final de la primera parte, encontrando debilidad a la espalda de Puga. No le gustó a Pellicer, que jugó la carta de Murillo, la misma del final del curso anterior y que le facilita combinar línea de tres y de cuatro.

Sin embargo, el Eibar arrancó confirmando lo que apuntó en el cierre del primer tramo. Un saque de esquina en corto, bien estudiado y en el que se aprovechó de la ingenuidad del Málaga. Martón puso el 0-1 y Pellicer arriesgó dando entrada a Chupete y Joaquín por Lobete y Dotor, que salió en la foto del gol.

Cuando parecía que el Málaga caía en la desesperación por la parsimonia del Eibar y el desconcertante arbitraje de Ais Reig, llegó un error mortal de Peru que aprovechó Niño para firmar el empate.

No estuvo lejos el segundo, en sendas opciones de Chupete. Primero de gran disparo cruzado que frenó el portero y luego un cabezazo claro muy desviado. Tampoco renunció a algo más el Eibar, aunque se le veía conforme con el punto.

La grada celebró que se añadieran siete minutos. La Rosaleda es la casa de la fe, no cabe duda, pero habrá que esperar un poco más para los milagros.

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