Málaga CF, una fractura preocupante
Los cánticos de "jugadores, mercenarios" al final del partido recuerdan que la diferencia no sólo es con el club y que hay descontento con la plantilla
Posibles sanciones por los lanzamientos de botellas
El empate en el descuento ante el Zaragoza dolió a todo el malaguismo, al que estuvo en La Rosaleda y al que lo vio por la tele. Son ocho puntos los que se han escapado ya esta temporada en el tiempo extra, es cierto que también se ganaron dos ante el Mirandés en esa zona Cesarini. El Málaga había hecho un partido suficiente para ganar, pero no transformó las ocasiones claras que tuvo para sentenciar y lo acabó pagando. Se aculó demasiado, como dijo Funes tras el partido. Se agradece esa sinceridad para hablar de fútbol. "Hay un momento en que intentamos sostener la presión, pero nos falta energía. Los cambios ese pasito adelante no lo han dado, tienen que ser capaces de llevar la presión más arriba y meterlos atrás. Hay momentos en que dudamos si saltar o no y no se puede dudar, porque te metes, te metes y te metes. No podemos pasar tanto tiempo sin la pelota, te arriesgas a que pasen estas cosas. No podemos no seguir sosteniendo la presión alta, tenemos que llevarlo 25 metros más atrás", decía el técnico.
Chirrió más el cántico de "jugadores mercenarios" tras el partido, cuando el equipo iba a saludar a la grada de animación, partiendo desde allí. Hay crispación generalizada en torno al club. Previamente al partido hubo un protesta contra el "secuestro judicial" de la entidad. Van caminos de los seis años de intervención del Málaga CF desde los juzgados y no se atisba una solución cercana para quitar esas cadenas. Hay una estabilidad económica que un lustro atrás costaba imaginar, pero también la percepción que desde dentro se le pone un techo de cristal, que no se invierte y de que se vive un día de la marmota constante, además de desgaste personal. Los cánticos contra José María Muñoz arrecian después de un tiempo de tregua. Es bueno que los jugadores sepan que no están en un sitio cómodo, que sientan la presión de jugar en el Málaga CF, que no es un lugar cualquiera. Se entiende la decepción porque el equipo vuelve a estar en la zona baja, dentro de un contexto de extrema igualdad en el que dos victorias cambian todo, pero no fue la percepción generalizada, no era lo que procedía tras un palo así, no se palpó desgana ni desidia. Sí limitaciones y cierta duda. Y son estos jugadores los que tienen que sacar esto. La Rosaleda suele empujar, pero en los últimos minutos de partido del lunes engulló al equipo.
Seguramente parte de los motivos por los que se han ido esos ocho puntos en el descuento es una de las razones sustanciales del proyecto, la juventud y falta de callo, aunque los errores hayan sido también de jugadores veteranos. Pero es un equipo con una media de edad baja que debe aprender a golpes. De hecho, los errores en la confección de plantilla vienen de los fichajes que se hicieron, que no han elevado el nivel medio como necesitaba el bloque de la casa y joven que existe. Evidentemente, hay también errores y actuaciones de jugadores que no ayudan. Los cambios dieron poco. Lobete alborota pero elige mal casi siempre. Chupete tiene dos claras y un delantero como él debe mandar alguna a la jaula. Rafa tuvo un par de errores inusuales en zonas que no debe. Funes ha apostado, contra lo que hacía Pellicer de rotar constantemente, por un once reconocible en los primeros partidos, repitiéndolos tres jornadas. Y desde el banquillo no se le ha dejado en mal lugar.
Son comprensibles las quejas contra la perpetua administración judicial, pero esta es la plantilla que debe llevar al equipo a buen puerto, al menos para que no haya un naufragio. Una cosa es el club y otra el equipo.
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