Málaga se fusiona con los héroes del ascenso

Decenas de miles de personas se lanzan a la calle para celebrar con su equipo el regreso al fútbol profesional

Cautivo, Diputación, Ayuntamiento y Pastora, la ruta

El show de Larrubia

El Málaga cf celebra el ascenso por las calles e instituciones de Málaga.
El Málaga cf celebra el ascenso por las calles e instituciones de Málaga. / Carlos Guerrero

No ha sido la primera fiesta por un ascenso del Málaga y no será la última. Sin embargo, sí ha sido diferente y para bien. En este festival ha habido sitio para todos. Propios y extraños. Del club de arriba a abajo. De los aficionados de siempre y los recién llegados. De la ciudad. De la provincia. De los canteranos. De los forasteros. De los niños. De los mayores. De cristos y vírgenes. De ídolos. De antihéroes. De bailes. De bengalas. De familia. De Málaga.

No habían llegado los autobuses de dos plantas al estadio y ya se abarrotaban los aledaños. Multitud de medios de comunicación. Los del día a día y los que entienden que tienen que estar para la ocasión. Muchos refuerzos. La gente del club, los de oficina y mantenimiento, los de museo y Fundación, eran uno con el equipo. No había distinciones. Agua y un barreño de birras (del patrocinador oficial, claro) metidas en hielo. Calor en Málaga en la víspera de San Juan. Pero arder, ardía La Rosaleda.

La frase del día, el cántico del ascenso: “¿Dónde están los balones, los balones dónde están?”. Un boomerang que se viene como souvenir de Tarragona. La carga supera la pena. Siempre. La salida del umbral del parking de Martiricos fue apoteósico, un recibimiento al revés.

Este malaguismo es una miscelánea que invita a soñar en grande. En la masa social encaja un arco de edades infinito pero en el que cada vez la semilla brota antes. Mezclan distintos estatus sociales. También se diluye la barrera de género. Lo que es común es el colorido, porque a nadie le falta su camiseta. La vintage del 120 aniversario está en un puesto muy alto, hay que destacarlo. Pero el abanico, el catálogo que luce Málaga, es variado, entran varias décadas.

La rúa fue dejando atrás el estadio, saludó a las nuevas torres y fue recibido con sonido de sirenas por los bomberos (¡Fuerza en vuestra lucha!). De ahí, siguiendo la línea del Guadalmedina (por desgracia casa de algunos), girando por los antiguos Almacenes Mérida. Primera parada. Espera El Cautivo. El corrillo que conducía a San Pablo era pura Málaga. Entre tanto héroe moderno, sorprendía que aficionados jóvenes reclamaran la atención de Basti.

Kevin jugaba en casa, claro. Pero al que se comía la gente, especialmente, era el pichichi. Fotos, fotos y más fotos con críos. “¡Roberto, quédate!”. Una y otra vez. Lo gritaron grandes y pequeños. Y sus compañeros. Y hasta Loren Juarros.

Saludado el señor de Málaga, al que le rezaron el propio Roberto, Manu Molina y otros más en las horas previas, seguía la caravana. Algo más laxo a su paso por Armengual de la Mota y Avenida de Andalucía. Caras conocidas en La Alameda. Algunas pasaron por esta casa (Malo, Berlanga). Antepenúltima parada en Diputación. La versión light, la antesala del Ayuntamiento. Liturgias similares. Francisco Salado aprovechó para recordar que el ascenso tiene “Sabor a Málaga”.

Y al fin la estampa que se recuerda, como las de un cuarto de siglo atrás. Frente a la Casona, en el Paseo del Parque. La gran masa que se diluía en el horizonte. De la Torre esperaba como buen anfitrión en la puerta. Bengalas de muchos colores. Verdes y moradas. Blancas y azules. Kevin tira de flow. Muchos le cantan también a Sergio Pellicer.

En el balcón, el capo es el niño de La Luz. Larrubia presenta uno a uno al personal con gracia y guasa. Todo vale. Terminado el show, la ceremonia del alcalde. Un poco de rigor institucional, aunque el cansancio y el calor acumulado hacían mella. Todavía quedaba ver a la Divina Pastora, otra tradición. No tanta gente, era imposible, pero sí la misma pasión y bellas estampas. ¡De dónde diablos salen tantos malaguistas!

Todavía se escuchan cánticos sueltos de pequeños grupos por el centro de Málaga. En un domingo de playa, en un 23 de junio, noche de moraga y baño en los pies. Los autocares regresan a la Bombonera. Misión cumplida. La Familia ya no está solo dentro, ahora está también fuera. La fiesta de todos. La fiesta de Málaga. Algunos no descartan volver en un año. Así sea.

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