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Una mezcla que ha llevado al éxito

  • La inversión creciente trajo juventud mezclada con experiencia y un técnico con trayectoria

Las jugadoras, en el aeropuerto.

Las jugadoras, en el aeropuerto. / mcf

El Málaga hizo una apuesta importante (en el contexto económico del fútbol femenino) el pasado verano para conseguir el ansiado ascenso a la élite del fútbol español. Se había bordeado en temporadas anteriores, pero no se había consumado. En una decisión que dejó alguna cicatriz, se prescindió de Isa Guerrero y Manuel Hernández Navarrete. Ellos mantuvieron el tesón en épocas más oscuras para que el Málaga Femenino no se hundiera. En memoria de ellos va en parte este ascenso, conseguido en la misma isla en el que se consumó el anterior.

El Málaga invirtió. Trajo a algunas jugadoras de caché como la capitana Adriana Martín, autora de más de 40 goles en la temporada regular. No vio puerta en la fase de ascenso, pero de cualquier forma fue un punto de apoyo y experiencia para esta fase. Se tiró de Antonio Contreras, técnico de Olivenza (Badajoz) que en la última década dirigió al Atlético de Madrid y al Levante, equipos del máximo nivel femenino. Con 41 años, ha sido una de las piezas importantes en este equipo.

También se acometió el fichaje de jugadoras jóvenes de mucha proyección como la catalana Paula, exquisita centrocampista que ha sido internacional en las categorías inferiores de la selección española. Hay también jugadoras extranjeras, como la uruguaya Pamela, la puertorriqueña Karina, la ecuatoriana Kerlly y las inglesas Shiv y Chelsea, si bien esta última está afincada en España desde pequeña. En Almuñécar se instalaron sus padres cuando era pequeña.

Y no se renunció al núcleo de jugadoras malagueñas, algunas de ellas insultantemente jóvenes, como María Ruiz, bigoleadora en la fase de ascenso y natural de Almáchar con sólo 17 años. Sandrita (Torrox), Noelia (Arroyo de la Miel), Janira (Torre del Mar), Postigo (Cártama), Encarni (Villanueva del Rosario) y las capitalinas Ruth y María Farfán constituyen el ADN malagueño para un equipo que ahora tendrá que reforzarse para la aventura en la máxima categoría. Parece que hay una base sólida para competir, pero la exigencia del primer escalón ha ido creciendo conforme pasan los años.

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