Mirandés-Málaga CF: Morir con tu propio cuchillo (3-2)

Los blanquiazules caen en el 93' tras adelantarse primero y lograr igualar un 2-1 después

Las fotos del partido

Alfonso Herrero, tras el partido
Alfonso Herrero, tras el partido / LOF

Se vuelve de vacío el Málaga después de comprobar cómo se las gasta el Mirandés, que ganaron en su campo pero en el terreno del rival. El sello blanquiazul, su especialidad, es no dar nunca una batalla por perdida. Y así fue en Anduva. No contaba con que delante tenía un adversario que le supera en fe y empuje. Caer así es para el cuadro malacitano como ser apuñalado por su propio cuchillo.

Cada uno de los tres goles que recibió, por otra parte, nacieron de errores particulares. El fuera de juego en el que se quedó colgado Puga, la falta de marca sobre Gorrotxa y la pérdida de balón final sumada a la falta de contundencia de Einar. No es que fuera todo malo, porque sólo dos equipos habían marcado dos o más goles al Mirandés esta temporada. Lograr adelantarse tuvo mérito y reponerse al 2-1 mucho más. El regusto que deja, no obstante, es amargo. Para los que dicen que los empates para qué sirve. Por lo pronto, para no irte con esta cara a dormir.

Pellizcó varias veces el Mirandés al Málaga en el primer tiempo. Se nota que los jabatos están cómodos en Anduva. Conocen y aprovechan cada centímetro de césped. Hay mucho y buen trabajo detrás de este equipo, mérito de Alessio Lisci. No es la revelación por casualidad. Tiene una enorme capacidad para tender emboscadas, para derivar al contrario al lugar que quieren. Tanto en defensa como en ataque.

Quizás no gocen de las mejores herramientas, pero las que tienen están bien empleadas. Luego, Izeta y, sobre todo, Panichelli, ofrecen un salto de calidad para darle sentido a todo. Porque en parte nace de ahí, de hacer la vida incómoda a los centrales y por extensión a los demás. Pero Pellicer venía con antídoto.

Tocó resistir, jugar menos sobrado con balón y ser más directos. A veces por elección y otras por necesidad. Pero no cabe duda de que no fue casual cómo hurgó por el costado izquierdo hasta que encontró trazas doradas. También por la inspiración de Dioni Villalba, el más listo sobre el campo con diferencia sobre el siguiente.

El delantero malagueño está en un pico altísimo de forma y madurez. Lo que debía ser el ocaso de una larga y buena carrera está mutando en una segunda juventud. Dos acciones similares, entrando desde el flanco zurdo y asistiendo con pausa, visión y clase. La primera vez encontró llegando desde atrás a Carlos Puga. El lateral cruzó un buen disparo que besó el poste tras tocarla Raúl Fernández.

La segunda fue letal y le puso el lacito otro viejo rockero. Dioni levantó la vista nuevamente y la puso en el sitio preciso para la llegada desde atrás de Manu Molina. Deseaba desde hace mucho el gol el onubense. Puso el interior de la bota para colarla en la red nada más pisar la línea del área grande.

Mientras tanto, Pellicer ya tenía claro un cambio para el descanso. No arriesgó un ápice con Álex Pastor, que estaba bien pero vo una amonestación nada más comenzar el encuentro. Entró Einar Galilea y Nelson pasó a su perfil natural.

Panichelli y Nelson
Panichelli y Nelson / LOF

La segunda mitad se movía por los mismos derroteros hasta que Gorrotxa se inventó un gran pase a Izeta –aparentemente Puga rompía el orsay– y el delantero se plantó delante de Alfonso Herrero. El colegiado no dudó y señaló penalti. Las repeticiones fueron una broma de mal gusto y la decisión del VAR, discutible. Pero se validó, Panichelli marcó y fin de la historia.

El mismo Gorrotxa asestó un golpe durísimo al Málaga cazando un balón en el área y dando el toque justo para meterla. Estaba absolutamente solo, como Manu en el 0-1.

El zarandeo fue curioso y al Málaga le costó recuperar la estabilidad, pero si algo le caracteriza es que nunca está muerto del todo. De un saque de esquina volvió a obtener oro. Dioni la prolongó, Einar la rozó y el esférico llegó a Larrubia, que, iluminado, marcó con la izquierda.

El propio Larrubia lo intentó un par de veces más, de fuera hacia dentro, pero no estuvo acertado con los disparos. Tampoco el Mirandés, que tuvo alguna aproximación con cierto peligro pero que no supo finalizar con tino.

Se pegó un tiro en el pie el Málaga en el 93’ con una pérdid en el centro del campo y una pugna en la que Panichelli ganó la partida a Einar. El punta remató con un pase de la muerte al recién entrado Joel Roca, que batió a Herrero y dejó a los blanquiazules con la miel en los labios.

stats