Pese al horario de lunes a las 21:00 horas, cierto es que con temperaturas más agradables que en partidos pasados, La Rosaleda volvió a registrar una gran entrada para apoyar a su equipo en el delicadísimo momento que atraviesa. Se comenzó guardando el partido un respetuoso minuto de silencio por el fallecimiento del padre de José María Muñoz el horas antes de la celebración del duelo. Hubo recuerdo para el progenitor del administrador judicial del Málaga.

20.451 espectadores hubo en la grada. Después hubo ambiente, apoyo desde la Grada de Animación con respaldo de todo el estadio. También algo de ira hacia Ais Reig, el colegiado del partido, que amonestó a Fran Villalba, en una jugada en la que La Rosaleda contuvo la respiración porque, aunque tocó balón, fue aparatosa la entrada. Pellicer ha insitido en que hay que ser prudentes visto el historial de expulsados del equipo. De hecho, al descanso relevó a los dos jugadores amonestados, el propio Villalba, que arrastrará un partido de sanción por acumulación, y Alberto Escassi, con lo que cambió el sistema de juego, pasando a cuatro defensas con la entrada de Luis Muñoz y Chavarría en su lugar.

La Rosaleda vibró durante la segunda mitad, maldijo los errores de Chavarría en dos mano a mano, pero vibró con el gol de Rubén Castro después de otro paradón de Riesgo a Lago Junior y sufrió más por la sensación que por el peligro real que causó el Leganés. Es normal en esta situación de nervios, pero La Rosaleda acabó empujando con todo. Hasta entonó ritmos de Semana Santa y acabó estallando con la sentencia de Chavarría. Fue el 2-0 que permite ganar el average, quién sabe si hará falta. Son ocho puntos los que hay con la salvación, muchos con 27 sólo por jugar. Pero las constantes vitales se mantienen.